Con mi dinero tú estudias

Las telefonistas de la Universidad de Málaga no podían creerse lo que estaba pasando. Una llamada trastocó la rutina del rectorado. Una jubilada insistía al otro lado del auricular en que estaba dispuesta a hacerse cargo del pago de la matrícula de un estudiante.

Las informaciones en la prensa sobre alumnos que no podían costearse sus estudios universitarios por la disminución de las becas y el incremento de las tasas llevaron a esta mujer a prestarse como mecenas. Desde 2010, los presupuestos públicos para Educación han disminuido en 1.200 millones de euros, en torno al 12,7%, según CC OO.

La llamada consiguió su objetivo. La rectora de la universidad malagueña, Adelaida de la Calle, lo anunció públicamente y pidió que esta iniciativa se extendiese. De la Calle, que entonces era también la presidenta de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, creó un fondo en el propio centro universitario —que ya ha recibido unos 11.000 euros— para que quien lo deseara "apadrinase a un estudiante igual que se apadrina a un niño”.

Las donaciones corrieron como la espuma. Pronto, otros centros se unieron a Apadrina un estudiante, iniciativa que la Universidad de Málaga definió "como una inversión y no un acto de caridad”. Para Aratz Castro, portavoz de la Coordinadora de Representantes de Universidades Públicas Españolas, es una forma de "paliar el vacío que deja el Gobierno, y eso demuestra que estamos en una sociedad solidaria”, aunque matiza que no les gusta la palabra “apadrinamiento".

Los casos de este tipo de mecenazgo se sucedieron: un anónimo dio 70.000 euros a la Universidad de León; un vecino de la localidad valenciana de Alcoy entregó 10.000 a la Politécnica de Valencia, cantidad que ha servido para ayudar a 11 alumnos.

Un donante anónimo entregó 70.000 euros a la Universidad de León

En la Carlos III de Madrid se promovieron las "becas alumni" para que antiguos alumnos costeasen la matrícula a jóvenes con dificultades económicas y buen expediente académico. Natalia Chamorro, de 18 años, estudiante de primero de Ingeniería Biomédica, es una de las beneficiadas gracias a que obtuvo una nota de 13,2 (el máximo es 14) en la Selectividad. Nacida en la localidad oscense de Sabiñánigo, ha recibido 3.000 euros para este año que solo mantendrá si acaba el curso entre el 30% de alumnos con mejor expediente. "No debería hacer falta tener un nivel excelente para recibirlas, sería suficiente con demostrar que te estás esforzando", señala.

Natalia es consciente de que con esta ayuda ha podido "venir a estudiar a Madrid". Las becas alumni se destinan sobre todo a estudiantes de fuera de la capital. "No tendrían que ser necesarias, preferiríamos ayudas públicas". Los becados como Natalia se comprometen además a devolver la mitad de lo recibido cuando tengan trabajo. Ese dinero se dedicará, a su vez, a financiar los estudios de futuros alumnos.

Al colectivo al que no le ha gustado nada este modelo es al Sindicato de Estudiantes. Ana García, una de sus portavoces, asegura que les parece “lamentable porque se cambian las conquistas que tanto costaron conseguir por la caridad de los ricos". Sin embargo, no todos los que apadrinan tienen una economía pudiente. La jubilada que abrió el proyecto tenía una pensión baja, según la Universidad de Málaga. Los estudiantes de este centro también criticaron la iniciativa porque creen que se trata de una “medida cortoplacista".

Alberto Sucasas, profesor de la Universidad de A Coruña, declara que si se mira “desde una perspectiva global, el apadrinamiento es algo triste porque se trata de caridad privada; pero desde la perspectiva del beneficiario es algo que cambia su vida. Gracias a ello pueden estudiar".