Ingenierías a la baja
Las carreras técnicas y científicas atraen cada vez a menos alumnos
La matrícula en las carreras de ingeniería y arquitectura ha caído, en apenas ocho años, un 21% en las universidades públicas. El desplome de arquitectura es fácilmente explicable: si una buena parte de los arquitectos en activo están ahora en paro o buscando proyectos fuera, es natural que los estudiantes se lo piensen dos veces antes de lanzarse a esta exigente carrera, Pero, ¿y las ingenierías? ¿Por qué hay menos vocaciones si el mensaje dominante es que, cualquiera que sea la especialidad que cursen, tendrán el trabajo asegurado, si no aquí, en el extranjero?
Los expertos apuntan diversas causas: desde la dureza de los estudios a la pérdida del prestigio social; o una combinación de ambas, pues los salarios que se ofrecen no se ven proporcionales al esfuerzo requerido y tampoco resisten la comparación con lo que se puede ganar en otros sectores —por ejemplo las finanzas— sin tanto sacrificio académico. Y es que, mientras se predica un mayor esfuerzo en los estudios, que es evidente que hay que hacer, ni los salarios ni las oportunidades siguen siempre las reglas de la meritocracia.
Pero este no es un problema exclusivo de España. Se da también en el resto de Europa, en Australia e incluso en Estados Unidos, un país en el que cunde la alarma porque hace apenas tres décadas tenía el 40% de los ingenieros y cientificos del mundo, y ahora apenas el 15%. Allí también se discute por qué el 40% de los jóvenes que planean estudiar una carrera científica acaba cursando otras, y por qué solo la mitad de los que inician una ingeniería acaban los estudios. ¿A qué se debe tanta deserción? La dureza de los estudios se apunta también como una de las causas, pero no es la única.
En realidad, en cifras absolutas en EE UU no hay ahora menos ingenieros, sino más, pero perciben peores salarios y deciden menos. Ahí radica, según algunos estudios, el quid de la cuestión. El abandono no solo se produce durante los estudios y hacia carreras que exigen menos y ofrecen mejor remuneración, sino también después. Muchos de los que acaban, a veces los más brillantes, también desertan para enrolarse, por ejemplo, en los ejércitos financieros de Wall Street, donde pueden ganar muchísimo más. Para muestra, la película Margin Call.
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