Un pasito
La cumbre de Varsovia sobre el cambio climático se cierra sin grandes avances hacia el gran pacto
No se puede decir que haya sido un gran éxito, aunque tampoco un fracaso. La cumbre que ha reunido en Varsovia a representantes de 195 países se ha cerrado sin grandes decisiones, pero con algunos avances significativos hacia el pacto global de reducción de emisiones que debe firmarse en 2015 para entrar en vigor en 2020 en sustitución del maltrecho Protocolo de Kioto, cuya segunda fase solo han cumplido el 16% de los países emisores de gases de efecto invernadero. Se mantiene, pues, el objetivo de que a final de siglo la temperatura media del planeta no haya aumentado más de dos grados, pero cuesta concretar plazos y medios para conseguirlo. Como es habitual, las cuestiones de dinero son las que han suscitado mayores discusiones.
De momento, la cumbre se ha cerrado con el compromiso de que los países presenten en la cita prevista en París en 2015 los objetivos internos de reducción de emisiones, algo a lo que muchos se resistían, pues una cosa es discutir planteamientos globales, y otra muy distinta asumir compromisos concretos. La reunión ha transcurrido en algunos momentos por el camino estéril de la confrontación entre países ricos y países en vías de desarrollo, algo que debería evitarse en el futuro, porque más que la posición económica de cada uno, lo que determinará el éxito o el fracaso de todos ante un desafío tan colosal es la voluntad política y la capacidad de concertación global. De hecho, el objetivo no será posible sin un mayor compromiso del mayor representante de los países emergentes, China, y el mayor de los países avanzados, EEUU. Son el primer y segundo mayor contaminante y entre ambos suman el 41% de todas las emisiones de los gases de efecto invernadero. Al respecto, es importante que se haya reforzado el compromiso de crear para 2020 un Fondo Verde del Clima dotado con 100.000 millones de euros, aunque no se ha concretado cómo se dotará.
Editoriales anteriores
El encuentro ha estado condicionado por los desastres climáticos que numerosos científicos vinculan al aumento de las temperaturas en los océanos. Los efectos del tifón Haiyán, cuya furia destrozó una parte de Filipinas justo cuando comenzaba la cumbre, han abierto un nuevo frente de discusión: el de si los países que sufren manifestaciones extremas del clima deben ser compensados. Este debate se ha traducido en un nuevo avance: el acuerdo de crear un “mecanismo de daños y pérdidas” para actuaciones urgentes ante efectos desastrosos del cambio climático.
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