La credibilidad del G20
El grupo puede consolidarse como coordinador económico si aplica las medidas acordadas
Los asuntos estrictamente económicos abordados en la cumbre del G20 han sido relevantes y han puesto de manifiesto la capacidad de coordinación que puede seguir teniendo este grupo. Su importancia en la economía mundial está fuera de toda duda: esos países reunidos en San Petersburgo representan un 90% del PIB global y más de las dos terceras partes de la población. En su seno, las economías consideradas emergentes han contribuido en la última década a la mitad del crecimiento mundial. Las perspectivas que se abren ahora son, sin embargo, menos favorables, si las economías avanzadas, en especial EEUU, reducen de forma poco gradual los estímulos monetarios excepcionales mantenidos para sortear las amenazas recesivas.
El impacto más evidente será una salida de capitales, un retorno hacia los orígenes, susceptible de generar inestabilidad en los tipos de cambio y tipos de interés. Por eso en el comunicado final de la reunión se hace hincapié en la necesidad de calibrar las retiradas de estímulos. Pero quizá más destacable es el acuerdo de los BRIC (Brasil, Rusia, India, China) de crear un fondo, de 100.000 millones de dólares destinado a amortiguar las tensiones que puedan existir en los mercados monetarios y de divisas. Con independencia de su funcionalidad, es una señal relevante de la autonomía en la adopción de decisiones de ese subgrupo.
Editoriales anteriores
La más anticipada de las decisiones del G20 es la creación de una estructura verdaderamente internacional que impida la evasión de impuestos por parte de las grandes multinacionales, o el no menos frecuente arbitraje entre jurisdicciones fiscales, buscando la localización en aquellos emplazamientos en los que eludir la tributación. Se trata de una medida favorable para garantizar una mayor gobernabilidad del proceso de globalización. Las finanzas públicas de muchos países sujetos a un severo ajuste estarían más saneadas si esas empresas no dispusieran de las posibilidades de elusión de sus obligaciones fiscales a través de mecanismos derivados del tamaño y complejidad operativa de esas empresas. Y de la complicidad de algunos Gobiernos en favorecer esa localización favorable mediante tipos impositivos excepcionalmente reducidos. De la rápida aplicación de esas intenciones dependerá la credibilidad del G20 como instancia de coordinación económica y financiera global.
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