Primarias fallidas
El PSOE debería plantear un sistema que fomente más la competencia y el debate
Las primarias exprés convocadas por el PSOE andaluz para elegir candidato a la presidencia de la Junta han terminado sin cumplir el objetivo fundamental de este proceso de democracia interna: escuchar la voz de los militantes en las urnas y ofrecerles la decisión sobre quién debe ser su portaestandarte en las próximas elecciones autonómicas. La exigencia de reunir el aval del 15% de la militancia para aspirar a ser candidato ha resultado un obstáculo insalvable para el consejero Luis Planas y para el alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez Salas, con lo que Susana Díaz, que ha dedicado su vida política al aparato socialista en Andalucía, se ha alzado con una designación para la que no ha necesitado competir con nadie.
Si hubieran faltado candidatos, nada habría que decir sobre la corrección del proceso. Pero los había, si bien ninguno de los demás estaba en condiciones de hacer la demostración de fuerza protagonizada por la consejera de la Presidencia de la Junta, a quien respaldan 21.179 firmas, casi la mitad del censo de militantes del PSOE andaluz. El refrendo de las urnas, con voto secreto, habría dado más legitimación a todo el proceso. Desde luego, se han cumplido los estatutos, pero ha faltado flexibilidad y pausa para hacer más creíble la iniciativa.
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Tampoco se entiende la urgencia de abrir y cerrar rápidamente el proceso sucesorio de José Antonio Griñán como presidente de la Junta de Andalucía. La falta de explicaciones sobre los motivos de la premura —cuando al actual presidente le quedan casi tres años de mandato— ha dado pábulo a las especulaciones sobre la relación que pueda tener con la investigación de la juez Alaya sobre los ERE.
Necesitado de lograr crédito ante la sociedad, el conjunto del PSOE debe plantearse con rigor las futuras primarias. Algunas de las celebradas en el pasado, como la de Borrell contra Almunia, dejaron una sensación de trauma que es necesario superar. Aunque importada de un contexto tan diferente como el de Estados Unidos —y, por tanto, de una cultura democrática distinta—, la fórmula lanza un mensaje de aperturismo y de mejora de la democracia interna.
Las primarias previstas por el PSOE no van tan lejos como las que se han realizado en Italia, escenario de apasionados debates en 2012 que permitieron recuperarse al Partido Democrático, o las del Partido Socialista francés, en las que emergió como candidato victorioso quien hoy es presidente de la República, François Hollande. Circunscritas por ahora a los afiliados, en el caso de los socialistas españoles, su organización debería cuidar de la competencia entre varios aspirantes en igualdad de condiciones y de la promoción de un debate más claro que el que ha podido percibirse en las primarias de la organización andaluza. Por eso el proceso vivido deja la sensación de acto fallido.
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