Del abrazo al teclado
Solemos ir de una cosa a otra en busca de felicidad. Y en ese camino unos se entretienen y otros se pierden. Dicen los expertos que una de las tres cosas necesarias para ser feliz es sentirse querido. Saberse dentro de un grupo y establecer afectos. El abrazo hace que nos sintamos mejor. Se agradece a quien los da y cae bien a quien lo recibe.
Pero la historia del hombre es una historia continua de cambio y trasiego, y la amistad no es ajena a este hecho. Ya no hace falta quedar con amigos. Tenemos muchos en Facebook, Twitter, Chats, y correos electrónicos. Lo curioso es que estas redes sociales combaten la soledad eficazmente. Engañan a nuestro cerebro y nos hacen sentirnos vinculados a unos amigos que no sabemos bien que proporciones tienen de realidad y de imaginación. Aderezándolos con una pequeña imagen suya y unos textos que simulan una historia vivida de amistad. Tanto es así que ya no resulta extraño ver en una cafetería en torno a una mesa a un grupo de amigos, no dirigirse apenas la palabra, cada uno absorto en el teclado de su dispositivo electrónico.
Tenemos muchos amigos aunque sean unos perfectos desconocidos pero a nuestro cerebro parece bastarle. Hemos pasado del abrazo al teclado.— Juan Manuel Chica Cruz.
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