Revolución en la cancha
La homofobia que ha perdurado en el deporte profesional masculino empieza a disiparse
Mientras en Francia se aprueba el matrimonio homosexual, en Estados Unidos Barack Obama descuelga el teléfono para felicitar al jugador de baloncesto Jason Collins por atreverse a declarar: “Soy negro y soy homosexual”. Algún comentarista ya ha saludado el paso dado por Collins como un avance histórico para el deporte profesional masculino.
La realidad es que el anuncio de este jugador de la NBA llega cuando la sociedad estadounidense es más tolerante que nunca con la homosexualidad y está a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo: se ha aprobado en 14 países, pero aceptarlo en EE UU —en una decena de Estados ya es legal— sería crucial, dado el tamaño y la influencia de la primera potencia.
A pesar de los cambios sociales, lo cierto es que, una vez que ha quedado prácticamente desterrado el racismo, la homofobia ha perdurado en el deporte profesional masculino. Ahí, donde los hombres se abrazan, se duchan juntos y lloran por sus victorias y derrotas es donde, quizá como contrapartida, se ha ensalzado hasta la náusea la virilidad, por supuesto, heterosexual.
Otros deportistas antes que Collins han intentado romper el tabú, pero la salida del armario de este jugador de la NBA se produce en un momento de máxima receptividad hacia la definitiva apertura. Ahí está para confirmarlo el reclamo de la marca Nike, dispuesta a hacer de oro al deportista gay que siga los pasos de Collins, que se declare homosexual bajo su patrocinio para convertirse en la nueva (y millonaria) cara de la marca deportiva.
Las cosas han cambiado mucho. Sin duda. La tenista Martina Navratilova se declaró públicamente lesbiana en 1981 y asegura que perdió por ello ocho millones de euros en contratos publicitarios. ¿Sería ahora diferente?
No hay que echar las campanas al vuelo. Se desconoce si Nike mantendría su oferta en caso de que se postulase una deportista en vez de un chicarrón de la NBA y en Europa, donde el deporte rey es el fútbol, no hay jugadores homosexuales conocidos a pesar de que por pura estadística tiene que haber.
Al histórico paso dado por Collins aun le queda algún recorrido.
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