_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Presión a Bangladesh

Las compañías y los gobiernos deben obligar al país asiático a regular la industria textil

De nuevo las mismas imágenes lacerantes de cadáveres y escombros. Y de nuevo, en Bangladesh. Ya son al menos 380 los muertos provocados por el derrumbe de un edificio que albergaba cinco fábricas textiles en Dacca, la capital. Hay además cientos de desaparecidos. La mayoría eran trabajadores de los talleres de ropa destinada a compañías de Europa y Estados Unidos. Sus gerentes los obligaron a entrar a pesar de las grietas repentinas que habían aparecido en el edificio. La negligencia y la falta de regulación ocasionan continuos accidentes en esa clase de fábricas. Hace cinco meses, más de cien personas morían en el incendio de otra planta. Pero esta vez las dimensiones de la tragedia han puesto en el punto de mira a la globalizada industria textil.

Bangladesh se ha convertido en el destino favorito para las grandes compañías de moda, desbancando a China y a Vietnam. El motivo es que sus salarios están entre los más bajos del mundo. La industria textil supone el 80% de las exportaciones del país asiático, y da empleo a cuatro millones de trabajadores. Los propietarios de las casi 5.000 fábricas existentes forman una poderosa casta que financia a los dirigentes políticos y se sienta en el Parlamento. No es casualidad que el propietario del edificio derrumbado, que violaba todas las normas de construcción, fuera un destacado miembro del partido en el poder.

Es cierto que muchas de las grandes compañías occidentales que operan en Bangladesh han suscrito acuerdos con los proveedores para garantizar las condiciones laborales de los trabajadores. En ello les va la reputación. Pero es obvio que el sistema falla. Para ampliar sus beneficios, los fabricantes locales subcontratan a menudo a otras empresas ilegales que incumplen los estándares laborales mínimos.

Las empresas textiles deben intensificar la supervisión directa en el terreno, pero eso no basta. También es su obligación presionar a unas autoridades que no han mostrado hasta ahora ningún interés en poner coto a los abusos. Y los propios Gobiernos no pueden quedar al margen. Ya antes de esta tragedia, Estados Unidos estaba estudiando excluir a Bangladesh de su programa de preferencias arancelarias, que permite a varios países en desarrollo exportar productos libres de impuestos. La Unión Europea debería hacer lo mismo. Ese sería sin duda un buen paso para forzar los cambios.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_