La gala de los Premios Goya
El pasado domingo se celebró la gala de los Premios Goya del cine español. Y el lunes, una vez más, se habló no tanto de la calidad del cine nacional como de los abundantes coletazos dialécticos que desde el atril lanzaron los galardonados contra el motivo recurrente de moda, ya se trate de la guerra de turno o de la esclavitud que nos embarga. Y luego se quejan de que no se promociona lo suficiente a la industria del cine de casa. Hasta ellos, en el día de su gran fiesta, se dedican más a hacer política que a vender su obra. Que no quiero decir que no hagan política. Al revés, echo de menos que hagan más política, pero con mayúsculas. ¿Cómo? Pues dirigiendo buenas películas que hagan saltar a las conciencias de sus casillas. Que no solo de placebos cinematográficos vive el Homo cinens. Estrújense la mollera y extraigan de la realidad presente, no de la del pasado, que tanto les gusta, los numerosos argumentos que esta les ofrece para rodar cintas que levanten de sus butacas al gran público. ¿Cuántas cintas españolas estrenadas el año pasado, o el anterior, o que se estén grabando en la actualidad hay que se ocupen de la corrupción que corroe a la clase política desde una perspectiva rigurosa y analítica? ¿Cuántas que aborden la detentación del poder por parte de los mercados sin caer en la anécdota ridícula? No recuerdo ninguna. Eso sí, de la Guerra Civil y de sus postrimerías he perdido la cuenta.— Gonzalo de Miguel Renedo. La Rioja.
Se está hablando mucho del discurso de Candela Peña en los Goya de anoche, y aunque fue contundente y certero, yo quiero dar eco al de Bardem al recibir su premio al mejor documental por Hijos de las nubes, dando voz al conflicto saharaui que dura más de 37 años.
Bardem no me cae especialmente bien, pero nadie puede negar su implicación con la causa saharaui. Que un personaje público se signifique así creo que es algo meritorio, al margen de la simpatía que este nos despierte.
Me gustó que anoche Sahara fuera trending topic, pero también fui consciente del peligrosísimo poder que tiene Twitter. Es estupendo que haya un sitio donde todos opinemos, pero... ¿Qué pasa cuando quien opina no tiene ni idea de lo que habla? Anoche pude leer tuits tan absurdos como que “defender la causa saharaui es ser proetarra”. ¿Sabrá quien afirmó con tal rotundidad en qué consiste exactamente el conflicto saharaui?
Sin embargo, lo que más me molestó fue la doble moral con la que algunos critican a Bardem, afirmando que es muy fácil protestar cuando tienes todas las comodidades a tu alcance. Antes de soltar perlas como esas, yo invito a reflexionar a cada uno: ¿realmente somos nosotros tan diferentes de Bardem? Obviamente, él tiene lujos a su alcance que la mayoría de nosotros no podemos ni imaginar, pero él se significa constantemente a favor de algo que cree justo, poniendo su empeño y utilizando su tiempo y recursos disponibles. ¿Podemos todos decir lo mismo?— Paula Yuste Ruiz. Guarnizo, Cantabria.
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