_
_
_
_
Diseño

Estos muebles están locos

Judson Beaumont, el artista que hace muebles con sentido del humor

Toni García
Diseños de Judson Beaumont basados en la película '¿Quién engañó a Robert Rabbit?'
Diseños de Judson Beaumont basados en la película '¿Quién engañó a Robert Rabbit?'

Judson Beaumont era un recién graduado cuando fundó Straigh Line, una compañía dedicada a la fabricación de muebles y el arte, en una época en la que ambas cosas no podían ni verse: “Era 1986 y decidí que iba a intentar hacer algo con mi vida, formar una familia, ya sabes: todas esas cosas. Durante el día hacía los trabajos que tuviera que hacer, una recepción, una habitación, lo que fuera. Luego por la noche hacía lo que a mí me gustaba y daba rienda suelta a mis ideas absurdas. Por suerte, a los clientes les gustaron más mis ideas absurdas que las serias”.

De eso hace ya 26 años, y desde entonces su empresa se ha hecho un hueco entre los que buscan en los muebles algo más que funcionalidad: “Mi padre me apuntó a la escuela de arte sin ni siquiera decirme nada. Cuando llegué allí, me apunté a lo clásico, pintura y demás. Sin embargo, notaba que me faltaba algo hasta que alguien me dijo: “¿Por qué no pruebas con la escultura?”. Yo creía que eso de la escultura era con piedras o materiales por el estilo, pero resultó que en el sótano tenían un taller para trabajar con madera. Al principio empecé a hacer cosas con formas geométricas, un cubo, un triángulo… pero la gente se empeñó en que aquello no eran obras, sino muebles, así que fui a mi profesor y le pregunté si estaba bien que fueran muebles y me dijo que no: que había que escoger entre ser un artista o un fabricante de muebles. Ahora en esa escuela tienen un plan de estudios para gente que quiera dedicarse al mundo de los muebles, pero, claro, hablamos de los ochenta”, cuenta Beaumont por teléfono desde su Vancouver natal.

Así empezó la carrera de uno de los tipos más curiosos del ya de por sí curioso universo de los muebles: “Yo diría que el momento definitivo, el verdaderamente importante, fue cuando vi ¿Quién engañó a Roger Rabitt? Todos esos edificios curvos, torcidos… aquello me encantó y pensé que por qué no aprovechar esas ideas para mis trabajos: mucha gente reaccionó mal, pero otros vieron que allí había algo. Yo también lo vi”.

Lo que vieron fue la llegada de una compañía con un agudísimo sentido del humor. “Creo que tengo bastante sentido del humor e intento trasladar eso en lo que hago, pero quiero dejar claro algo: cuando empecé a trabajar, quería ser un artista, y es algo que aún busco. Eso sí, no por ello renuncio a buscar la sonrisa en los que miran mis obras. Cuando empecé, mis colegas eran todos muy serios, y yo he tenido desde siempre un sentido del humor bastante expansivo. Pero, además, yo quería darles personalidad a mis muebles, verlos fundiéndose, explotando o sentándose en el suelo. Aquella voluntad hizo que algunos empezaran a catalogarme como un diseñador de muebles para niños. No es que eso me moleste, no me molesta en absoluto, pero lo que yo quería hacer eran muebles, y lo que siempre he hecho son muebles. Para todas las edades”.

"Por suerte, a mis clientes les gustaron más mis ideas absurdas que las serias", dice Judson Beaumont

Pero a pesar de las etiquetas, Beaumont siguió a lo suyo hasta que, quién iba a decirlo, los que le habían inspirado se cruzaron en su camino: “Yo estaba en una feria en Las Vegas hace unos ocho años, y unos tipos de Disney se acercaron a mí. Parecían muy interesados y al final acabaron invitándome a Florida para ver si podía colaborar con ellos en la decoración de una sala de juegos para uno de sus barcos de crucero. Allí mismo diseñé un par de cosas, les gustaron y empezamos a trabajar juntos. ¿Que si me chocó? Pues no, la verdad; creo que tiene cierta lógica que colaboremos. Tienes que pensar que mi inspiración proviene de Tim Burton, de Bugs Bunny, de Disney, y en general de muchos de esos dibujos animados. Así que, ¿por qué debería sorprenderme trabajar con Disney o que me invitaran a trabajar con ellos? ¿Sabes? Ahora estoy haciendo un encargo para una de esas tiendas de lujo en Disney Tokio, una colección de muebles con look de entre 1900 y 1935”.

Ahora Straight Line ha encontrado una nueva clientela, definitivamente menos juvenil: “Si he hecho cosas como el Little Black Dresser [un vestidor negro de pequeñas dimensiones] es porque estoy intentando huir de determinadas etiquetas: quiero ser tomado en serio como artista y, por supuesto, busco ese reconocimiento, supongo que todos lo buscamos. Como te decía antes, me encanta que la gente sonría cuando ve mi trabajo, pero creo que Andy Warhol, Jeff Koons o Lichtenstein también han conseguido eso con sus obras y nadie cuestiona su valía como artistas”, dice Beaumont, que, a pesar de que sus palabras puedan sonar rotundas, habla como un niño al que acaban de entregar un nuevo juguete.

Straight Line es una empresa familiar que cuenta con cinco u ocho empleados, dependiendo de la época del año, y cuyo mayor capital es el entusiasmo de su fundador: “Tengo que hablarte de lo que significa trabajar en lo que te gusta porque eso es muy importante: me encanta ir a trabajar, pienso en ello todo el rato, a todas horas. No puedo huir de ello aunque lo quisiera porque me encanta diseñar. A veces me siento en mi casa en el sofá sin hacer nada y pienso en soluciones para problemas que nos han surgido o en nuevos trabajos que podríamos hacer… En cierto modo, es una maldición. Para mí no hay sábados y lunes y demás; para mí, todos los días son el mismo. Eso sí: ¡me encanta!”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_