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Tribuna
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Un presupuesto para una Unión ambiciosa

La UE debe aprobar unas cuentas para los próximos siete años que impulsen el empleo y el crecimiento para salir de la crisis

El Consejo Europeo que se abre hoy será la prueba del algodón para la voluntad de la UE de acordar un presupuesto ambicioso para el periodo 2014-2020. El Parlamento Europeo, que debe aprobar la propuesta de presupuesto, y el Comité de las Regiones no están dispuestos a aceptar un Marco Financiero Plurianual (MFP) 2014-2020 menor que el actual. Se podría argumentar que eso es ilógico o incluso irresponsable a la luz del clima de austeridad que reina en algunas partes de la Unión Europea. En realidad, lo cierto es lo contrario. Los alegatos demagógicos en favor de recortes del presupuesto de la UE pueden resultar populares, pero no son económicamente acertados. Después de todo, los recortes en el presupuesto comunitario no son sino recortes en el instrumento más eficaz de estímulo económico de la Unión. En un periodo de crisis, ese estímulo es más necesario que nunca para promover el crecimiento y el empleo.

El presupuesto de la UE no es grande, pero sí importante. Solo supone un 2% del gasto público total de la Unión y es más de 45 veces menor que la suma del gasto público de los Estados miembros. Es, en primer lugar, un presupuesto de inversión y el 94% se dedica a los propios Estados miembros o a prioridades exteriores de la Unión. Muchas regiones y Estados miembros verían reducida al mínimo la inversión pública sin la contribución del presupuesto europeo.

El presupuesto de la UE es parte de la solución que permitirá a Europa emerger de la crisis actual, promoviendo la inversión en crecimiento y empleo y ayudando a los Estados miembros a resolver los actuales cambios estructurales, en particular la pérdida de competitividad, el aumento del paro y la pobreza. Si se quiere realmente aplicar un plan maestro para el crecimiento, conviene prever los medios para ello. Este presupuesto es un vehículo de inversión que impulsa el crecimiento económico y crea empleo. Financia, por ejemplo, el transporte esencial y las conexiones energéticas paneuropeos. Contribuye a fomentar la innovación y estimular la I+D. Potencia la inversión, permite economías de escala y no puede presentar déficit.

La política de cohesión debe seguir siendo un instrumento clave de inversión para nuestros países

La Estrategia Europa 2020 para el relanzamiento de la economía europea, aprobada por los Estados miembros, exige que la UE haga más a nivel europeo. Los jefes de Estado y de Gobierno no pueden seguir encomendando más y más tareas a la UE y reducir al mismo tiempo su presupuesto; eso es pedir imposibles. Dicho lisa y llanamente, una UE ambiciosa necesita un presupuesto ambicioso. Todos los Estados miembros de la UE, las autoridades locales y regionales y el Parlamento Europeo han expresado su compromiso con una estrategia común de crecimiento. Se llama Europa 2020 y es una amplia respuesta a los retos que afronta la UE. El Marco Financiero Plurianual es uno de los principales instrumentos para aplicar la Estrategia Europa 2020. No es muy lógico hablar siempre de la necesidad de crecimiento y, a continuación, actuar incoherentemente en las propuestas de inversión.

Una parte de la solución al problema del crecimiento es prever una sólida política de cohesión. Debe seguir siendo un instrumento clave de inversión para nuestros países. Además, la política de cohesión beneficia a toda la Unión al fortalecer el mercado interior e incrementar la convergencia económica, así como al dirigir la inversión a las zonas con potencial de crecimiento y apuntalar las reformas estructurales en los Estados miembros.

¿Y los ingresos?

El Parlamento Europeo y las autoridades europeas locales y regionales están firmemente convencidos de que la línea divisoria entre frentes antagónicos —los abanderados, por una parte, por los países que son contribuyentes netos al presupuesto de la UE y, por otra, por los países beneficiarios netos de las cuentas comunitarias— en un sistema dominado por una mera visión contable del “beneficio justo”, resulta incomprensible para los ciudadanos europeos.

La financiación del presupuesto de la UE debe volver a basarse en un verdadero sistema de recursos propios. A medio plazo, conviene poner fin a los actuales debates y los mecanismos de corrección. Conviene felicitarse de la propuesta de un impuesto sobre las transacciones financieras y de la necesidad de emprender una reforma real del actual sistema de IVA como recursos propios para reducir al 40% el porcentaje de las contribuciones de los Estados miembros al presupuesto de la UE basadas en la Renta Nacional Bruta. El impuesto sobre las transacciones financieras es socialmente justo y podría generar un nuevo flujo de ingresos que redujera las contribuciones de los Estados miembros al presupuesto común.

Las negociaciones sobre el Marco Financiero Plurianual van a permitir apreciar la capacidad de la Unión Europea para actuar en interés de los ciudadanos europeos y si la Unión Europea cumple sus promesas. Si los dirigentes gubernamentales de la UE proponen un presupuesto ambicioso en esta cumbre no solo estarán haciendo lo correcto para Europa, sino que, además, recibirán el apoyo del Parlamento Europeo y del Comité de las Regiones y podrán mostrar, asimismo, al resto del mundo que Europa puede tomar decisiones difíciles.

Ramón Luis Valcárcel Siso es presidente del Comité de las Regiones y Martin Schulz es presidente del Parlamento Europeo.

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