Rajoy, Gallardón y la Biblia, contra las mujeres
El ministro de Justicia es el encargado de llevar a la práctica la política patriarcal del PP
En la toma de posesión como presidente del Gobierno ante el Rey, Mariano Rajoy juró su cargo colocando primero la mano izquierda sobre la Biblia y luego la derecha sobre la Constitución Española. Sabía Rajoy sobre qué texto estaba jurando su cargo? ¿Le habían informado del contenido de la página donde estaba poniendo su mano izquierda? Me gustaría informarle para, en caso, de que tenga que repetir el juramento. La Biblia estaba abierta por el capítulo 30 del libro de los Números -cuarto libro del Pentateuco-, que regula lo referente a los votos o juramentos y contiene las normas relativas a los votos hechos por las mujeres. El libro es fiel reflejo de una sociedad en la que la mujer ocupaba una posición subordinada. Según el texto bíblico, un voto hecho por una mujer estaba sujeto a la autoridad del varón, excepto en el caso de que fuera viuda o hubiera sido repudiada, es decir, cuando no había ningún hombre que se hiciera responsable de ella.. Si la mujer era soltera y el padre desaprobaba el voto o juramento, no podía cumplirlo. Si daba su pláceme, tenía que cumplirlo. Si una mujer estaba casada y hacía un voto, debía cumplirlo si el marido no lo objetaba; si lo hacía, no debía cumplirlo.
La promesa o el juramento de los cargos presidenciales o ministeriales en la Zarzuela ante la Biblia y el Crucifijo me parece un resto de nacionalcatolicismo que no resulta fácil entender, y menos justificar, salvo por el deseo expreso de los reyes, conforme a sus creencias católicas. Pero dichas creencias deben permanecer en la esfera privada, nunca explicitarse en el espacio público, y menos aún en un acto político de tanta relevancia como la toma de posesión de un gobierno en pleno. Es menos justificable aún tras más de treinta años de democracia y de no confesionalidad del Estado. Poner a Dios por testigo en el juramento de cargos políticos constituye un acto de teísmo político que termina por convertirse en una crasa manipulación de Dios. Hacerlo en presencia de la Biblia y del Crucifijo viene a ser una sacralización de la actividad política, lo más contrario a la secularización de la política, que es la seña de identidad de la modernidad. Sorprende que, tras treinta y cuatro años de vigencia de la Constitución España que afirma “Ninguna confesión tendrá carácter estatal” (art, 16,3). se comience transgrediéndola en un acto de tanta trascendencia para la vida política como la toma de posesión de un Gobierno del Estado Español surgido de la voluntad popular. Y eso viene sucediendo ininterrumpidamente desde el primer gobierno constitucional, con gabinetes de todos los colores: de derecha, de izquierda y de centro. ¿Necesita la voluntad popular ser legitimada por Dios, la Biblia y el Crucifijo?
La promesa o el juramento de los cargos presidenciales o ministeriales en la Zarzuela ante la Biblia y el crucifijo me parece un resto de nacionalcatolicismo que no resulta fácil entender
¿El juramento con la mano puesta en el libro de los Números significaba que su política seguiría manteniendo la discriminación sobre la mujer, como ha hecho durante los últimos ocho años de oposición, en los que se ha opuesto a la mayoría de las leyes de igualdad de género? La composición del gobierno daba ya una pista de por dónde podía ir la política de Rajoy en relación con las mujeres. Ha roto la orientación paritaria de los gobiernos de Rodríguez Zapatero y ha vuelto a una clamorosa disparidad. Entre los 13 ministros y el presidente del gobierno, sólo hay cuatro mujeres.
El Partido Popular mantiene el recurso que presentó en su día ante el Tribunal Constitucional contra la Ley de Igualdad. En concreto, el recurso del PP va contra la disposición de la ley que impone la paridad de las listas electorales, de modo que ninguna de las candidaturas tenga más del 60% ni menos del 40% de cada sexo en pueblos de más de 5.000 habitantes. El PP considera que dicho precepto restringe con carácter general "los derechos de personas en atención a su género".
Rajoy ha puesto al frente del Ministerio de Justicia a Alberto Ruiz Gallardón -“el ministro que no quería a las mujeres”-, como correa de la transmisión de la ideología católica, que condena la teoría de género y niega a las mujeres su condición de sujetos morales. Él es el encargado de llevar a la práctica la política patriarcal del Partido Popular, que ya ha iniciado, siguiendo la más rancia teoría de la feminidad, con la afirmación de que la libertad de la maternidad es la que hace a las mujeres “auténticamente mujeres” y con el anuncio de que la malformación del feto no se considerará un supuesto para la interrupción del embarazo. Estamos ante una verdadera contrarreforma, que siempre comienza con la negación de los derechos de las mujeres.
Colocando su mano izquierda en la Biblia sobre un texto de ideología patriarcal, Rajoy estaba desvelando, sin quererlo, su programa de gobierno, que tan celosamente guardó durante semanas, en contra de los derechos sexuales y reproductivos y de las leyes de igualdad de género aprobadas en las dos legislaturas anteriores. ¿Qué premio le habrá prometido Rajoy a Gallardón por llevar adelante tamaña contrarreforma antifeminista?
Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Invitación a la utopía. Estudio histórico para tiempos de crisis (Trotta, 2012).
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