El amago de un farsante
El regreso de Berlusconi sería una mala noticia para Italia y para Europa
Silvio Berlusconi no ha tenido ni que hablar. Les ha bastado a sus fieles susurrar que Il Cavaliere podría presentarse a las próximas elecciones de 2013 para que la política italiana se haya convertido en un hervidero: podría volver a ganar y ser de nuevo primer ministro. Esto no va en broma. Berlusconi no es Beppe Grillo, el cómico profesional metido a político para desafiar al sistema, sino el empresario que manejó el Estado como una empresa propia y que llevó a la política esa comicidad de baja altura no vista en un dirigente italiano desde tristes y pasadas épocas. Tras el revuelo, Berlusconi ha dicho que “no piensa decepcionar a su partido”, al que devolverá el nombre de Forza Italia. Nada casualmente, las declaraciones las ha hecho al diario populista alemán Bild, para que Merkel se entere; la canciller fue decisiva en la caída del primer ministro italiano, que demoraba una y otra vez los ajustes y reformas que necesitaba la economía italiana.
Ya se ha encargado el propio Cavaliere de difundir unas encuestas según las cuales su partido sin él se hundiría, aunque en los sondeos va por detrás de la izquierda de los demócratas. De todas formas, es pronto para vaticinar quién podría formar gobierno tras las elecciones, dada la fragmentación política italiana y sus problemas económicos que Berlusconi no solo corrigió, sino que agravó. De momento, los suyos están amagando con dejar de apoyar las medidas del Gobierno de Mario Monti, supuestamente un técnocráta, pero en realidad un político que está poniendo a Italia donde le corresponde en la mesa europea e impulsando ajustes y reformas que su antecesor demoró. Sin duda este pensó que el profesor se quemaría en pila funeraria de esta dura crisis.
Berlusconi quiere mejorar su imagen, esta vez no la física, sino la imagen moral, intentado dejar atrás el escándalo de las velinas aunque le pesa la acusación de inducción a la prostitución de una menor. Ya se sabe lo que sugiere la amplia sonrisa de don Silvio, que a tantos cautivó: una dudosa moralidad.
¿Volverá Berlusconi? Chi lo sa! Sería una mala noticia para Italia, para Angela Merkel y para todos los europeos.
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