La izquierda y el pacto fiscal en Cataluña
¿Si un gobierno pide más defiende a sus ciudadanos pero si lo pide el catalán es nacionalismo?
Mientras algunos cuestionan el patriotismo del PSC por no aceptar de salida la posición de CiU para un concierto a la catalana, también voces en España (toda) consideran que aceptando la necesidad de un nuevo pacto fiscal caemos de cuatro patas en la agenda nacionalista. El artículo del profesor De La Fuente en este mismo diario es buena muestra de ello.
Los argumentos son viejos conocidos y apelan a sentimientos muy arraigados en la izquierda. A saber, que lo que nos preocupa son las desigualdades entre personas, vivan donde vivan, y que la solidaridad es irrenunciable. Y es cierto que son principios claves, pero también lo es que debemos ir más allá: la cuestión no es proclamar nuestros principios como si de un listado se tratara, sino que es gestionar las contradicciones que implica su defensa real. Una defensa condicionada por la realidad político-institucional en la que nuestras sociedades se articulan. La teoría de la solidaridad universal entre seres humanos tiene de facto fronteras que dependen de dónde ejercemos de ciudadanos, de nuestros sentimientos de pertenencia y de cómo elegimos representarnos en gobiernos, sean o no un Estado. La integración y la solidaridad no son patrimonio del gobierno de España en la medida que tanto Europa como el gobierno catalán afectan a mi día a día, como ciudadana.
O la izquierda encara el debate en toda España y Europa de cómo repartimos la soberanía acorde con los grados de dependencia reales o poca crítica creíble al nacionalismo independentista catalán o al nacionalismo obstinado alemán.
Yo pago impuestos como persona, sí, según mi renta, sí, pero los recibo en forma de servicios (colegios, seguridad u hospitales) como persona que vive en Cataluña. Distintos de los que recibiría como persona que vive en Murcia o en Navarra ¿Si un gobierno pide más defiende a sus ciudadanos pero si lo pide el catalán es nacionalismo? ¡Oigan, vale ya! Si queremos hacer responsables a los gobiernos autonómicos por estas políticas de gasto propias, también es relevante preguntarnos si deben tener políticas de ingreso propias. El tema no es si, como dice el nacionalismo catalán, España nos roba; pero sí es que el gobierno central suele decidir unilateralmente: si paga o no, si decide sobre servicios que hacen otros, si adelanta o no ingresos… Si hacemos debates desde la razón y no desde la indignación a ambos lados del Ebro, tiene todo el sentido reclamar un nuevo pacto fiscal que reparta el poder sobre nuestros ingresos al menos acorde con nuestras responsabilidades sobre los gastos. Más allá de la retórica, hablar del federalismo del poder, de cómo repartir soberanía, continua siendo lo más sensato en un país plural y de estructura compuesta como es España.
Hablar del federalismo del poder continua siendo lo más sensato en un país plural y de estructura compuesta como es España
Parecido argumento por lo que respecta al principio de solidaridad que no se debe confrontar al de justicia, sino acompañar. La solidaridad debe ser tan justa como irrenunciable. Esta es nuestra posición. Pero la igualdad en estos casos tiene poco que ver con la igualación y mucho con la equidad; la de tratar igual a los iguales y distinto a los distintos. Llevando el ejemplo personal al absurdo, si el Sr.O —el más rico de España— acabara siendo más pobre que yo post-impuestos tendríamos pocos argumentos para articular una sociedad justa para los dos. Lo más probable, que el Sr.O se quisiera ir de España. Lo irrenunciable, que el Sr.O pague suficiente para que yo tenga acceso a lo que consideremos necesario en términos de ciudadanía efectiva. Pues parecido si hablamos de comunidades con gobiernos que prestan servicios: solidaridad con ordinalidad, que nos acerquemos todos a la media, pero no que intercambiemos posiciones.
Esta es, en resumen, la posición del PSC. Reclamar un nuevo pacto fiscal con solidaridad equitativa y con más poder de decisión, con más responsabilidad. El dilema para el PSC nunca será confrontar la S y la C justamente porque fue fundado para defender las dos: el socialismo y el catalanismo civil.
En lo que sí lleva toda la razón el profesor De La Fuente es que el debate del pacto fiscal no puede ser el debate exclusivo en Cataluña como pretende CiU. Ni el milagro fiscal resolverá todos nuestros problemas ni es la excusa final para hacer todo tipo de barbaridades. La llave de la caja es una discusión que debe ir acompañada de cómo volvemos a crecer para llenar esa caja y de cómo la repartimos para tener una sociedad cohesionada y no fracturada como la que están consiguiendo. Pacto fiscal, pacto social, pacto estructural. ¡Más pactos reales y menos estrategias electorales! Escudarse en Madrid para no hablar ni de crisis, ni de empleo ni de recortes sí es el nacionalismo de siempre: el que pide para Cataluña y se olvida de construir un proyecto para los catalanes, para todos nosotros.
Redefinir un futuro viable para la mayoría hoy atemorizada, sean de Pedralbes o del Raval, articular los pactos ahora imprescindibles para salir de la crisis y defender un autogobierno potente y acorde a nuestras aspiraciones siguen siendo los debates donde el PSC está y estará.
Rocío Martínez-Sampere es diputada en el Parlamento de Cataluña y secretaria de economía del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC).
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