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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Merkel tiene que actuar

Alemania debe salvar el euro y ayudar a corto plazo a las economías de España e Italia

Todo lo que le ocurre a España no es culpa de Angela Merkel; tampoco de Grecia, pese a las incertidumbres generadas. Pero la canciller alemana está obligada a actuar con presteza para estabilizar la zona euro, de la que Alemania sigue siendo la más beneficiada. Tiene que hacerlo a corto plazo para que las instituciones europeas salven los sistemas financieros español e italiano y, a la vez, a largo plazo, para fijar un horizonte que pase por una auténtica unión fiscal, bancaria, económica y, finalmente, política, como ha pedido incluso el británico David Cameron.

Angela Merkel debe liderar la salvación del euro. Hasta ahora, ha impuesto casi todas sus exigencias a sus socios europeos, pero sus recetas, impregnadas de una inflexible ortodoxia, no han dado resultado. Por el contrario, la situación se agrava por días y ahora son dos grandes economías de la Unión, España e Italia, las que se asoman al abismo. Por eso, la canciller debe reconsiderar sus posiciones y liderar, como hizo Helmut Kohl en los tiempos de la reunificación alemana, la acción política europea. Es verdad que sola no podrá hacerlo, pero también que sin una voluntad decidida de Berlín las costuras europeas se rompen.

La unión monetaria peca de graves defectos de diseño de los que Europa se está resintiendo. No solo porque no ha propiciado una convergencia entre el norte y el sur, sino también porque los bancos centrales nacionales tuvieron que renunciar a su capacidad de imprimir dinero, sin que el BCE la haya asumido en toda su amplitud en momentos críticos. Faltan mecanismos. Hay que crearlos y oír las voces que piden mutualizar la deuda. No es cuestión de solidaridad, sino de defender los intereses generales europeos y, por tanto, los de la misma Alemania.

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Los alemanes —con Merkel a la cabeza— deben comprender que, pese a su tamaño, necesitan al euro y a la UE para contar en un mundo con nuevos polos económicos y políticos. Pese a que las exportaciones germanas hacia esos nuevos actores económicos hayan crecido más que hacia el resto de la eurozona, esta sigue siendo su principal mercado.

Los alemanes velan, justificadamente, por la estabilidad de sus ahorros. También consideran que se han apretado el cinturón durante casi una década y por ello son hoy más competitivos; una mejora de la competitividad de la que se han beneficiado sobre todo sus empresas. Su ciudadanía es de las más reticentes a seguir ayudando a Grecia. Berlín parece dispuesto a subir los sueldos de los alemanes y a permitir algo de inflación, lo que tiraría del resto de las economías europeas, ahogadas por una austeridad que es perentorio completar con políticas de crecimiento. La canciller, además, ha apoyado la flexibilización de la reducción del déficit español. Son datos que indican un cierto cambio, pero Europa necesita una señal mucho más fuerte para atajar la crisis en un momento histórico de tanta gravedad.

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