La expropiación de YPF

Estamos en pleno tango o tangana con Argentina a propósito de la expropiación de YPF a Repsol y por este lado del charco tocan a rebato, se cargan las pistolas y se afilan las navajas como si estuviese en juego no solo la supervivencia de la compañía petrolífera —supuestamente española— sino las de la propia economía de España, también supuestamente nuestra.

No seré yo quien defienda la legalidad de la medida argentina, seguramente más atenta a intereses personales de quienes han hecho del populismo, en la línea de una acreditada tradición, un parapeto, pero tampoco me siento inclinado a defender este súbito patriotismo económico de nuestro Gobierno. Más nos valdría que nuestros ministros dedicasen la misma pasión que han dedicado en los últimos días a denostar la expropiación de YPF a combatir la expropiación permanente a que nos somete la Unión Europea con unas exigencias humillantes y disparatadas que nos están sumiendo en la recesión y la miseria, sin que nuestros gobernantes hagan más que genuflexiones y reverencias.

Que España solicite ahora la ayuda de Europa para defender nuestra posición ante Argentina no es más que disparar al aire con pólvora mojada y añade un esperpéntico colofón a un pringoso asunto. Como desgraciadamente ya hemos descubierto los españoles, la verdadera artillería la guarda Europa para dispararse a sí misma en las piernas de sus más desvalidos miembros. Eso sí es verdadera hostilidad y no la de la señora Fernández de Kirchner.— José Manuel Asensio Villar.