También el automóvil
El ajuste en las empresas acelerará la destrucción de empleo en Europa y España
El mercado del automóvil conforma una de las industrias más importantes del mundo. También es de las más sensibles a las fluctuaciones cíclicas de las economías, a las variaciones en la demanda de la industria y de las familias. La crisis económica actual ha vuelto a poner sobre la mesa algunos de los tradicionales problemas de este sector, a pesar de los esfuerzos de adaptación de sus empresas, y en ocasiones, de las cuantiosas ayudas públicas recibidas en todo el mundo. El más destacado es un manifiesto exceso de oferta global, de capacidad instalada en todo el mundo, que se hará tanto más explícita cuanto más se prolongue la crisis europea. La presión sobre unos márgenes desde hace tiempo decrecientes seguirá poniendo a las empresas en una difícil situación. Como lo harán las necesarias regulaciones tendentes a conseguir una mayor eficiencia energética y una mayor sostenibilidad de los automóviles, lo que en algunos casos exigirá dimensiones de las unidades más reducidas que las actuales.
Las respuestas empresariales no son precisamente fáciles. A pesar de que en esta industria la intensa competencia ha coexistido con formas distintas de cooperación entre las empresas, de forma destacada en políticas de aprovisionamiento y desarrollo tecnológico, las reducciones de costes disponen de un limitado recorrido, so pena que se concentre aún más el censo de oferentes en torno a unidades empresariales mucho más eficientes, susceptibles de generar economías de escala con mayor facilidad.
Esos problemas afectan de forma directa a Europa, como acabamos ver en los descensos de las ventas del último mes. En el seno de la UE, el sector concentra la mayor producción de vehículos de motor del mundo, al tiempo que representa una proporción significativa de empleo, especialmente del cualificado, y un no menos relevante del gasto en I+D. Esa importancia relativa es igualmente destacada en el conjunto de las exportaciones, significativamente superiores a las importaciones.
A pesar de no existir una firma española de producción de automóviles, la producción en España dispone igualmente de una importación específica esencial en la determinación del PIB y de las exportaciones. Además existen algunos operadores destacados en la industria auxiliar del automóvil, con un grado de diversificación internacional destacado y una intensidad en I+D+i no menos relevante.
Al igual que en el resto de la industria en Europa, las ventajas competitivas disponibles no serán suficientes para resistir la combinación de una muy acusada atonía en la demanda y la presión competitiva de las economías emergentes de Asia y América Latina. Las empresas se verán obligadas a una adaptación estratégica que acelerará muy probablemente la destrucción de empleo en Europa y, desde luego, en España, así como la deslocalización de actividades neurálgicas, intensivas en conocimiento y aportación de valor. Este será uno más de los sectores donde la particular gravedad de la crisis en la UE infringirá más daños y más anticipados que los que habrían tenido lugar como consecuencia de la dinámica competitiva global. No es el momento de nuevas ayudas de los contribuyentes; pero sí lo es para modificar unas políticas macroeconómicas en la UE que destruyen las posibilidades de crecimiento económico y del empleo.
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