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Un hombre en coma asiste a la revisión de su caso en el Supremo

El tribunal puede reabrir el caso de Antonio Meño, paralizado durante 21 años tras una operación.- Un nuevo testigo contradice los argumentos de la defensa de la clínica y el anestesista

Antonio Meño, en coma desde 1989 tras una operación de estética, a su llegada al Tribunal Supremo el 3 de noviembre de 2010.
Antonio Meño, en coma desde 1989 tras una operación de estética, a su llegada al Tribunal Supremo el 3 de noviembre de 2010.SAMUEL SÁNCHEZ

Después de meses durmiendo en la calle y tras 21 años cuidando a su hijo, en coma por un problema durante una rinoplastia, la familia de Antonio Meño se encontró en febrero pasado con lo más parecido a un rayo de esperanza para su caso. Un médico que pasó por su campamento en la plaza de Jacinto Benavente ha resultado ser, para la acusación, un testigo clave tras dos décadas de un litigio interminable cuyo penúltimo capítulo se saldó, en 2008, con una condena del Supremo a la familia. Esta mañana el alto tribunal ha acogido la vista oral para decidir si acepta o no la demanda de revisión solicitada por los padres de Meño, que ha salido por primera vez del campamento, tras 505 días postrado en la cama, para asistir al juicio.

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La historia de este juicio sin fin se remonta a 1989. Antonio Meño entró en un quirófano de la madrileña clínica Nuestra Señora de la América para operarse la nariz. Durante la operación, Meño pierde la respiración asistida, y su cerebro se queda sin oxígeno, por lo que quedó en coma. Sus padres llevaron a los tribunales a la clínica privada donde lo operaron, Nuestra Señora de América, y al médico responsable de la anestesia. Pero tras batallar hasta llegar al Supremo, este tribunal exculpó de lo ocurrido a la clínica y condenó a la familia a pagar 400.000 euros por los costes del juicio. Los padres de Meño decidieron protestar y acamparon en una plaza cercana a la Puerta del Sol, junto al Ministerio de Justicia. Por allí pasó una noche de febrero un médico colegiado, I. F. G., que entregó días después al abogado de la familia una declaración con una versión de lo que ocurrió en el quirófano distinta a la que sostienen los testigos de la defensa.

El nuevo supuesto testigo asegura que estaba en la operación de Meño como aprendiz y que vio cómo las pulsaciones del paciente se alteraban en una pantalla, una vez que el anestesista ya no estaba en el quirófano. "Apareció al cabo de unos minutos, levantó los paños que cubrían la cabeza del paciente y comprobó que el tubo a través del que respiraba se había desconectado. Exclamó: 'Dios mío, se ha desconectado", escribió en el documento que entregó al letrado familiar, Luis Bertelli, y en el que llega a precisar detalles del personal que estaba presente en la sala. Los testimonios que apoyan la versión del anestesista sostienen que, una vez terminada la intervención, el especialista desentubó al paciente y, por respiración espontánea, este aspiró su propio vómito.

Tras conocer el nuevo testimonio, el abogado pidió al Supremo que revisara la sentencia de 2008 y el fiscal mandó un escrito al tribunal valorando que el testimonio era un indicio de "maquinación fraudulenta", es decir, de ocultación de pruebas.

La abogada del anestesista, condenado en 1993 por un juzgado de primera instancia a indemnizar a la familia, argumenta que no se puede aceptar la demanda de revisión bajo el supuesto de maquinación fraudulenta ya que los demandantes nunca solicitaron una prueba testimonial de todo el personal que estaba en el quirófano, es decir, que no pudieron esconder unas pruebas que nunca se pidieron. Además, cuestiona la credibilidad del testigo, cuya declaración no puede tener, según la abogada, más validez que el resto de testimonios.

La fiscalía, sin embargo, ha pedido expresamente que se acepte la demanda de revisión ya que el nuevo testimonio "podía haber dado lugar a una sentencia totalmente distinta". "Entiendo que las declaraciones del testigo son contundentes y que habrá que llevarlas a los órganos judiciales para que las valoren con el resto de las pruebas encima de la mesa", ha dicho la fiscal, para quien el testimonio es un argumento suficiente "para romper el principio sagrado de inquebrantabilidad de la sentencia en firme del Tribunal Supremo".

La decisión tomada hoy será comunicada a las partes en un plazo mínimo de 10 días. Una negativa del Supremo corroboraría la condena a la familia de su última sentencia. Pero si aceptase la demanda, el juicio empezaría desde cero, con la anulación de todo el proceso. Y en ese caso, según fuentes de ambas partes, lo más probable es que se llegue a un acuerdo para pactar una indemnización.

Juana Ortega, en su caseta en Jacinto Benavente, muestra la citación del Supremo para revisar el caso de su hijo en coma.
Juana Ortega, en su caseta en Jacinto Benavente, muestra la citación del Supremo para revisar el caso de su hijo en coma.BERNARDO PÉREZ

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