Mi generación es la heredera de una deuda que no contrajo
En España es casi imposible encontrar un trabajo con un sueldo mínimamente digno
Escribo este e-mail desde Irlanda, donde estoy trabajando temporalmente. Cada noche le echo un vistazo a la versión digital de EL PAÍS, para estar al tanto de todo lo que ocurre en casa, en España, vaya. Y así, sigo cada día de cerca la sección (Pre)Parados.
Escribo porque yo soy una afortunada, porque he tenido la suerte de trabajar en lo que me gusta y, además, cobrar por ello. Pero lo más increíble es que este hecho, que a simple vista parece tan obvio, se haya convertido en un privilegio para la juventud de nuestro país. Leo lo que escriben los jóvenes de mi generación: gente como mis propios amigos o mis hermanas, y me siento desolada; desolada porque después de tanto esfuerzo, de tanto estudio, de tantas horas, sólo quede optar a becas o a trabajos no remunerados. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI algo que es poco menos que la esclavitud haya regresado a España? Sí, esclavitud, porque para mí eso es trabajar sin cobrar, o cobrando una cantidad mínima.
Mi generación (tengo 27 años), es la heredera de una deuda que no contrajo; apenas hemos tenido tiempo de crecer y ponernos a trabajar, y ahora nos encontramos con todo este "pastel" que ni hemos cocinado ni nos tenemos por qué comer. Es lamentable que los jóvenes tengan que emigrar de España en ocasiones de forma masiva, y no siempre voluntariamente, porque allí, en España, es casi imposible encontrar un trabajo con un sueldo mínimamente digno.
En Irlanda, por ejemplo, hay muchísimos españoles trabajando; la mayoría jóvenes. Yo tengo unos cuantos amigos en esta situación. Algunos han venido porque así lo deseaban; otros, en cambio, se han visto forzados por su situación laboral en España. Estos últimos querrían volver, pero no pueden. Y de este modo, -como leí en el escrito de una joven el otro día-, ¿quién va a contribuir a cotizar en España? ¿Quién va a pagar las pensiones del futuro, con una población cada vez más envejecida?
Yo no sé de quién es la culpa, ni pretendo echársela a nadie. Yo sólo quiero que los jóvenes españoles puedan demostrar lo que valen en España, que puedan formar hogares y familias en nuestro país. La vida es dura, siempre lo ha sido, en eso estamos todos de acuerdo. Pero también creo que es justo reconocer que mi generación, la que se encuentra entre los 20 y los 35 años, merece una oportunidad. De la crisis saldremos entre todos; nada será como antes, cierto, y para eso hay que trabajar codo con codo. Los jóvenes españoles estamos dispuestos a hacerlo, pero merecemos que nos den esa oportunidad. Por favor, no dejemos que el hastío de esta situación acabe con nuestras ilusiones.
Mariam Sánchez
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