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La creciente cooperación académica y científica hispano-rusa peligra por la guerra

Los rectores y asociaciones científicas emplazan a paralizar “con efecto inmediato hasta nuevo aviso” los convenios, mientras 12 universidades del país invasor han sido expulsadas de la asociación europea de campus

Elisa Silió
Universidades Rusia
Investigadores de la Universidad Federal del Báltico Immanuel Kant trabajan en una mascarilla para frenar el covid, en abril de 2020.VITALY NEVAR (Reuters)

Unos 200 rectores y presidentes de universidades rusas han firmado una carta de apoyo al dirigente de su país, Vladímir Putin, por la invasión de Ucrania y, como consecuencia, la Asociación de Universidades Europeas (EUA, por sus siglas en inglés) ha expulsado esta semana a 12 instituciones rusas. Pero hay otra Rusia, la que desde el inicio del conflicto bélico le planta cara al agresor. “El aislamiento de Rusia del mundo significa una mayor degradación cultural y tecnológica de nuestro país en ausencia total de perspectivas positivas”, sostienen más de 5.000 científicos rusos en una carta firmada, entre otros, por el Nobel de Física Konstantín Novoselov. Este miedo a convertirse en un “país paria” no es infundado y, como ejemplo, el hecho de que la cooperación hispano-rusa en las universidades y centros de investigación peligra ya desde varios frentes, nacionales y europeos.

Bajo el paraguas de la EUA, la conferencia de rectores españoles (CRUE), la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) y la Federación de Asociaciones Científico Médicas (FACME) han pedido en un comunicado a los campus y a los centros de investigación que “congelen con efecto inmediato hasta nuevo aviso” la relación con instituciones estatales de Rusia. Dicen ser conscientes de que “muchos proyectos científicos se verán afectados por esta recomendación” y muestran su “solidaridad con los científicos rusos que expresan su consternación ante la invasión”.

El pasado jueves la Comisión Europea anunció que paralizaba los proyectos actuales y venideros de cooperación científica con Rusia en el marco de Horizonte Europa ―la mayor fuente de financiación internacional―, incluso anulando pagos pendientes. “Hemos tenido que suspender el acuerdo de colaboración con la Universidad de Moscú, que sostiene las operaciones del telescopio Master en el observatorio del Teide”, explica Rafael Rebolo, director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). “La semana pasada se envió una carta al profesor responsable de este telescopio, informándole de que debido a las circunstancias legales en nuestro país, que exigen la renovación del acuerdo, y dada la invasión de Ucrania por parte de Rusia, en este momento no podemos proceder a las negociaciones necesarias para la renovación del acuerdo. El IAC no operará ese telescopio robótico”.

“La ciencia debe estar al servicio de la paz”, sostiene la ministra Diana Morant

El Ministerio de Universidades se muestra cauto respecto a los pasos de penalización a dar, pues teme que pase factura a quien no lo merezca, pero descarta el envío de estudiantes y profesores en medio de una guerra. El posicionamiento gubernamental aún no ha trascendido, pero tendrán que aunarse las necesidades de los ministerios de Educación, Ciencia y Exteriores. La ministra de Ciencia, Diana Morant, se reunió el viernes pasado en Bruselas con sus homólogos de la UE. “Nuestra voluntad es llegar a respuestas coordinadas en el marco europeo para que tengan mayor eficacia, como el resto de medidas que está tomando España ante la invasión de Ucrania”, ha subrayado la ministra en Twitter. “La ciencia debe estar al servicio de la paz y la mejora de las condiciones de vida de las personas”.

Tres investigadores en uno de los laboratorios del MIPT.
Tres investigadores en uno de los laboratorios del MIPT.MIPT

La cooperación hispano-rusa entre universidades estaba viviendo, hasta que comenzó la guerra, un momento de fuerte ascenso, conscientes ambas partes de que la internacionalización es vital para mejorar su calidad. Por eso, en 2019 España fue el país invitado a la multitudinaria Feria Internacional de Educación de Moscú. Y ese mismo año cuatro campus españoles ―Valencia, Carlos III de Madrid, Oviedo y Rovira i Virgili (Tarragona)― firmaron la Alianza de Universidades Rusas y Españolas (AURE) con las academias de Economía Nacional y Administración Pública y la de Comercio Exterior, la Universidad Nacional de Investigación y Tecnológica (MISIS) y la Universidad Estatal de Tomsk.

2.000 estudiantes españoles participan cada curso en programas de movilidad con Rusia

Luis Ricote, vicerrector de Internacionalización de la Politécnica de Madrid (UPM), cuenta, tras una videollamada con cuatro universidades europeas, que preparan una reunión de la asociación mundial TIME (Top International Managers in Engineering) en la que se expulsará a las tres universidades rusas que son socias de la misma. “Es una pena porque entendemos que la carta de la CRUE rusa no es la opinión de la universidad, sino de rectores que pone el Gobierno ruso, pero no nos queda más remedio que suspender [la colaboración] porque la guerra es una barbaridad sin justificación”. Desde 2017 la UPM acoge en sus instalaciones un centro de información de la Politécnica de San Petersburgo Pedro el Grande (SPbPU), que lleva 120 años formando a ingenieros, en la que miembros de universidades iberoamericanas y rusas se entrevistan con empresarios. “En la Escuela de Caminos hay tradición porque su fundador, Agustín Betancourt, fue profesor allí y en Minas también hay mucha. Son relaciones de confianza de muchos años”.

El acuerdo de la alianza contempla el reconocimiento de títulos, diseño de programas en común ―como dobles titulaciones—, el establecimiento de intercambios y proyectos; pero ocho meses después de la firma del convenio estalló la pandemia y los planes se ralentizaron. Rusia exporta unos 75.000 estudiantes superiores al año ―y cada curso aumentan un 4%―, la mayoría a países anglosajones, pero la estrategia parecía tener un futuro prometedor porque el castellano es la cuarta lengua extranjera más estudiada. Del otro lado, unos 2.000 estudiantes españoles participan cada curso en programas de movilidad con Rusia. Esta es puntera en el sector aeroespacial, en hidrocarburos y agricultura.

“La cooperación científica y académica no debe ser mediatizada por ningún poder”, se queja la Universidad de Valencia.

“El rector [de la Universidad de Oviedo] Ignacio Villaverde, en el marco de lo sugerido por la CRUE, está contactando con los rectores de las otras tres universidades españolas que forman parte de AURE con la idea de proponerles la suspensión temporal de las acciones derivadas de la alianza”, afirma un portavoz del campus asturiano. “De todos modos, lo que se propone es una suspensión temporal y no una ruptura, ya que es necesario diferenciar a las universidades rusas del Estado ruso, y las alianzas de las universidades son académicas y no políticas”. La Universidad Carlos III de Madrid confirma que no tiene “proyectos en marcha dentro de AURE y los intercambios para el curso que viene con universidades rusas se han cancelado”.

Estanterías de biblioteca Pushkin en la Universidad de Cádiz.
Estanterías de biblioteca Pushkin en la Universidad de Cádiz.UCA

La Universidad Rovira i Virgili comparte el posicionamiento de la de Oviedo y de la Carlos III. “La URV dejará en suspensión todos los MOU [memorandos de entendimiento] que tenemos con universidades rusas. Eso implica la suspensión de negociaciones y desarrollo de acciones de cooperación futuras, y las acciones ya empezadas”. La Universidad de Valencia, por el contrario, difiere: “La cooperación científica y académica no debe ser mediatizada por ningún poder, entre ellos, el poder político, de acuerdo con lo establecido en nuestros estatutos”.

El primer Instituto Pushkin de España ―para promover la lengua y la cultura rusas, equivalente al Cervantes español― se abrió en la Universidad de Cádiz (UCA) en 2017 y desde 2019 alberga la primera biblioteca Pushkin en un país de habla hispana. Cádiz matricula también cada año a un centenar de alumnos del área postsoviética ―30 de ellos, ucranios― y cuenta con una decena larga de lectores de español por el este de Europa. El instituto se ha posicionado de forma tajante en su web: “Para nosotros, cada actividad cultural que organizamos es una fiesta compartida con nuestros alumnos, usuarios y socios. Por tanto, mientras dure la guerra en Ucrania, consideramos que no hay motivo alguno de fiesta y suspendemos todas nuestras actividades culturales”. Las clases de ruso online prosiguen, pero la UCA ha congelado el resto de actividades.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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