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Las universidades españolas resisten en el ‘ranking’ de Shanghái ante la pujanza de las chinas

Estados Unidos lidera la clasificación y el país asiático avanza a pasos agigantados. En España, 11 campus públicos mejoran su posición, ocho más que el año anterior

Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona
Vista exterior de la facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona el 18 de octubre de 2023.massiliano minocri
Sara Castro

Las universidades españolas resisten ante la pujanza de las chinas en el conocido ranking anual de Shanghái, la clasificación universitaria internacional más conocida del mundo con un total de 1.000 entidades reconocidas, que se ha publicado este jueves. España pierde dos campus respecto al 2023: los de la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid, y los de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla. Por ello, consigue colocar en la prestigiosa lista a 36 entidades en vez de a 38, como ocurrió el año pasado, aunque los datos son más positivos porque 18 se mantienen en la misma posición, 11 mejoran y siete empeoran. En 2023 solo progresaban tres, casi la mitad decaían.

España cuenta con un total de 91 universidades, 50 públicas y 41 privadas, pero de estas últimas solo una se cuela en la clasificación, la de Navarra. La Universidad de Barcelona ha recuperado el estatus que tenía en el año 2022, situándose entre los 200 primeros puestos, su mejor marca. Entre las entidades españolas siempre ha ocupado la primera posición porque cuenta con una mayor contribución de publicaciones científicas y tiene más autores altamente citados de una forma constante en el tiempo. La Universidad de Valencia se ha colocado como la segunda mejor del país y la de Granada ha perdido posicionamiento al igual que la de Alicante, Castilla-La Mancha y Oviedo, entre otras.

El liderazgo de la tabla general lo tiene un año más Estados Unidos (EE UU) con 114 entidades clasificadas entre las 500 más prestigiosas: Las mejores universidades son las de Harvard, Stanford y el Instituto de Tecnología de Massachussets. Les siguen muy de cerca Cambridge y Oxford, pertenecientes al Reino Unido, el tercer país con mejores calificaciones. En el medio de los dos se encuentra China, que desde hace una década avanza a gran velocidad. De las 1.000 entidades reconocidas en el ranking, el mayor número de reconocimientos se los lleva el gigante asiático, un total de 225 frente a los 103 estadounidenses. Sin embargo, hace seis años solo contaba con 146 y en 2023 con 214. Mientras, el país norteamericano ha ido perdiendo reconocimientos con el paso del tiempo, actualmente cuenta con 34 menciones menos que hace seis años.

El matemático Domingo Docampo, exrector de la Universidad de Vigo, es una de las personas que mejor conoce los entresijos del ranking de Shanghái y, por la tendencia de los últimos años, cree que el país asiático no tardará en tener más universidades premiadas que Estados Unidos entre los 500 mejores puestos. “Manteniendo un nivel de publicaciones normal, el principio de Arquímedes funciona: China crece de forma clara, entonces cada vez habrá menos universidades europeas y norteamericanas en la clasificación”, añade. Docampo también explica que el tamaño de estas universidades orientales es grande y dice que publican de forma cuantiosa anualmente.

“Pese a tener buques insignia como Harvard, a Estados Unidos le cuesta mantenerse, China le está comiendo la tostada”, coincide el catedrático de Economía en la Universidad de Castilla-La Mancha Julio del Corral. En este ranking considera que conservar unos resultados similares al año anterior “tiene mucho mérito” en el contexto geopolítico mundial actual porque Estados Unidos “está bajando mucho” ante el auge chino. Por ello, cree que los datos de España son muy positivos y que no pierde peso ni presenta una bajada del nivel científico sino que hay una alta velocidad de progreso chino, que copa cada vez más puestos y desplaza al resto de países.

“La Universidad Pablo de Olavide y la Rey Juan Carlos, ahora desaparecidas de la lista, ya estaban en el filo de la navaja en 2023, se colocaban en los últimos puestos. Los datos no son para ser negativos si se tienen en cuenta los recursos relativamente escasos de las universidades españolas. El nivel de mejoría es mayor respecto al del año pasado”, asegura del Corral. Docampo insiste en que la posición española se ha ido asentando paulatinamente en la clasificación “con una buena representación”, pero considera que actualmente “es un reto imposible” ocupar alguno de los 100 primeros puestos.

El ranking, llamado oficialmente Clasificación Académica de las Universidades del Mundo, es elaborado por la Universidad de Jiao Tong, situada en Shanghái, desde el año 2003, cuando se creó. Fue diseñado por el Gobierno chino para cartografiar la calidad de estas entidades académicas en el mundo antes de dar becas en el extranjero a sus investigadores.

La puntuación obtenida en la tabla se debe a diferentes factores como el número de docentes y antiguos alumnos de las instituciones académicas que han recibido el premio Nobel o la medalla Fields, la cantidad de investigadores de la plantilla altamente citados en estudios o el número de artículos publicados en las revistas académicas Science y Nature, con carácter científico. El indicador referente a las menciones es extremadamente volátil y en España implica que unas entidades suban y otras bajen con facilidad en la clasificación, a excepción de la Universidad de Barcelona, que mantiene un ritmo constante, según explica Docampo. Sin embargo, el número de personas galardonadas es un indicador más estable, que puede aumentar, pero no disminuir.

Mayor inversión

Del Corral considera que aunque España no cuente con reconocimientos en los primeros puestos de la clasificación, tiene un sistema educativo bastante homogéneo. “Tenemos muchas universidades buenas y otras tantas bastante buenas. Ninguna está en las 100 primeras del ranking de Shanghái, pero casi todas se posicionan entre las 1.000 seleccionadas. Esto quiere decir que cualquier estudiante en España tiene cerca de su casa una muy buena universidad, aunque no sea Harvard”, concluye. Aclara que a un alumno en Estados Unidos le resulta muy difícil acceder a una educación superior de gran calidad, si no se puede permitir pagar una matrícula en un centro de excelencia.

Aun así, el economista piensa que España debe invertir más en sus universidades para tener mejores investigadores y publicaciones científicas. En 2019, según Eurostat, el gasto en educación universitaria era un 32% más bajo que la media de la Unión Europea. Del Corral considera vital atraer, mantener y retener el talento, algo que ahora cree que no sucede. Pero insiste: “Pese a la baja inversión, conseguimos ser eficientes con resultados bastante decentes”.

La Universidad de Vigo ha caído a una franja peor posicionada y el matemático tiene la explicación: “El año pasado contaba con dos autores altamente citados, una pérdida supone una bajada sustantiva”. Docampo considera que la cuota española de investigadores muy mencionados se corresponde con su potencial científico y explica que cuenta con un volumen de publicaciones adecuado para su tamaño en comparación con otras entidades europeas similares.

La rectora de la Universidad del País Vasco, Eva Ferreira, se muestra muy contenta con los resultados de su entidad, que ha mejorado posiciones y se mete entre los 400 primeros puestos: “El ranking de Shanghái es la clasificación con mayor repercusión mundial, es prestigioso y es objetivo. Aunque un número no define a una universidad en su totalidad, este resultado nos importa mucho porque nos da una idea de cómo estamos”. Explica que el reconocimiento no le supone un beneficio económico directo, pero sí académico porque al realizar acuerdos con otras entidades para desarrollar proyectos de investigación y atraer a alumnos extranjeros se tiene en cuenta esta referencia.

Muchas universidades proporcionan ayudas a su personal docente e investigador para realizar estancias en el extranjero, pero para que el centro de destino reciba financiación debe estar colocado en determinadas posiciones en los diferentes rankings, en especial en el de Shanghái que determina la política universitaria de muchos países desde hace dos décadas.

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