Veinteañeros y expertos en inteligencia artificial: “Está bien irnos fuera a aprender, pero que revierta en España”
Los universitarios encuentran en el extranjero una formación de alto nivel que todavía es limitada en los campus nacionales
El Gobierno chino quiere liderar el mundo en 2030 a través de la inteligencia artificial (IA) y forma a toda la población desde primaria. España no es tan ambiciosa: los expertos reclaman una asignatura transversal de pensamiento computacional en la escuela, las universidades tratan de ofertar grados en IA en el menor tiempo posible que se llenarán y muchos titulados universitarios optan por un máster con una empleabilidad garantizada. De este enorme interés por este ámbito tecnológico son muy conscientes en la Fundación La Caixa, que este miércoles otorgó 100 becas para cursar un posgrado en el extranjero.
Los cuatro brillantes veinteañeros protagonistas de este reportaje, becados de la Fundación La Caixa, tienen un currículum a la altura de muy pocos y una ilusión contagiosa. Coinciden en casi todo: se graduaron en una universidad pública y se enorgullecen de su formación, pero en España no encuentran el ecosistema ideal para especializarse en inteligencia artificial, aunque reconocen la excelencia de muchos investigadores. A medio-largo plazo pretenden volver a su país para que revierta toda la inversión hecha en ellos, muy conscientes de que pueden mejorar mucho la vida de los ciudadanos mediante el uso de la tecnología.
El grado Inteligencia Artificial echó a andar en España en el curso 2020-2021 y se inaugura en varias universidades nuevas cada año, mientras que los másteres están más enfocados al uso de las herramientas que a su creación, el talón de Aquiles del país. Muchos son posgrados de ingeniería informática o de ciencia de datos con asignaturas de inteligencia artificial. Algunos expertos dudan de que sea carrera, como la ingeniera de telecomunicaciones Nuria Oliver, experta en la interacción persona-computadora: “Soy más de una educación generalista que te enseñe las bases sobre las que construir especializaciones; porque una formación más específica, puede quedarse obsoleta”. La industria española necesitarán en tres años más de 90.000 profesionales expertos en este campo, según la Asociación Española de Inteligencia Artificial para la Industria, IndesIA, formada por ocho grandes empresas
Ricardo Buitrago (Toledo, 25 años) viaja este agosto a Pensilvania para estudiar un máster en aprendizaje automático en la Universidad Carnegie Mellon. No hay otro así en Europa. “Te da todo el fundamento matemático de la inteligencia artificial, que es esencial para desarrollar herramientas que no nos traigan resultados inesperados o que no hagan cosas que no podamos controlar”, explica Buitrago, con un doble grado en Matemáticas y Física en la Complutense de Madrid, la carrera con la nota de acceso más alta de España. “El peligro es que hay cosas que aparentemente funcionan, pero no sabemos por qué, ni si pueden dejar de funcionar si cambiamos el contexto”. El posgrado (80.000 dólares) ―al que postularon más de 1.500 personas para 40 plazas― y la estancia van a suponer más de 130.000 dólares que él no hubiese podido sufragar.
La intención de Buitrago es “desarrollar herramientas responsables para mejorar la vida de las personas”. Hace dos años se puso a trabajar en banca e inversión mientras se planteaba “dónde podría aportar más a la sociedad”. Es autodidacta. “En internet hay muchos recursos. Hay que tener cuidado, porque se ven cosas fácil y rápido, pero no entiendes los fundamentos. Por suerte, se investiga de forma abierta y es muy fácil acceder hasta a las últimas investigaciones sin pagar”.
De esta investigación compartida da cuenta Joel Romero (Vilanova i la Geltrú, Barcelona, 22 años), que cursa un máster en inteligencia artificial y aprendizaje automático en el Imperial College desde el pasado octubre. “En Londres tienes el mejor entorno, las empresas que están creando lo último en el mercado tienen una colaboración directa con la universidad. Cada dos semanas venían a darnos una charla de DeepMind, una de las dos empresas más importantes en inteligencia artificial del mundo. En estas rondas invitaron a un profesor mío de la Universidad Pompeu Fabra, Gustavo Deco”, cuenta orgulloso este graduado en Ingeniería Biomédica. “Después hay sushi y hablas con los autores”.
Aplicaciones sanitarias
El máster ―que en realidad es una estancia en un laboratorio― cuesta 50.000 euros. “Más vivir, el visado... Para mi familia y mi trasfondo, completamente desorbitado. La mayoría de mis amigos allí no están becados. Ahí hay un sesgo”. Romero lleva “cinco años trabajando en cómo utilizar la inteligencia artificial para tratar enfermedades complejas, como el cáncer, la sepsis o las enfermedades cardiovasculares”. Su propósito le ha llevado con 22 años a haber hecho ya estancias en el MIT y el Weizmann Institut of Science de Israel. A la larga, volverá y mantiene la colaboración con la Pompeu Fabra y el Hospital del Mar.
Celia Rubio (Madrid, 24 años), graduada en Matemáticas e Ingeniería informática por la Complutense, está cursando un máster en Ciencias Avanzadas de la Computación e Inteligencia Artificial en la Universidad de Strathclyde Glasgow, que se centra en las partes teóricas de la IA. Cuando optó por este campo sabía que iba a despuntar, pero nunca imaginó que tan rápido. “Las herramientas hace tiempo que se gestaban, pero este año se ha abierto al público que puede usarla. Ya no es solo una cosa de los investigadores o de los desarrolladores en las empresas”. Su título cuesta 20.000 euros y vivir en Escocia es muy caro. Tener beca le permite centrarse en los estudios y no tener un trabajo parcial como otros españoles que conoce en Glasgow. Su próximo destino es la Universidad del Sarre, en Alemania, donde hará el doctorado.
La compañía de recursos humanos Randstad Research y la Fundación Universitaria San Pablo CEU han lanzado un informe de empleabilidad que etiqueta la inteligencia artificial y aprendizaje automático en riesgo rojo-amarillo por su desequilibrio entre oferta y demanda y recuerdan el “limitado crecimiento reciente de graduados en informática”. Rubio lo tiene claro: “Es fácil encontrar trabajo, pero no el que te guste. El mundo tecnológico está muy revuelto, muy movido, y no vas a encontrar el trabajo de toda tu vida como antes, sino el trabajo para unos años”.
La sevillana Alba Carballo (23 años) cursa un posgrado en Estadística en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH). “El máster tiene un tronco matemático, que es la base de todo, y asignaturas de inteligencia artificial. He cogido las de aplicación a la medicina”, relata. Además, esta graduada en Matemáticas y Estadística por la Universidad de Sevilla, hace prácticas en un hospital con datos de cuidados intensivos, “para desarrollar estrategias con las que actuar muy rápido cuando surgen cosas inesperadas”. Antes, en el Centro Nacional de Biotecnología, en Madrid, trabajó en simulaciones para desarrollar estrategias de rehabilitación del cerebro.
En comparación con sus compañeros, el máster de Carballo es muy económico, 800 francos suizos el semestre (826 euros), pero vivir en Zúrich resulta prohibitivo. Pronto empezará el trabajo fin de máster en un grupo del ETH. Probablemente, en estrategias contra el cáncer. “Está bien que nos vayamos fuera a aprender, pero también que volvamos a devolverlo, porque yo me he formado en España”.
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