El presidente de la Asociación de Universidades Europeas: “Vemos un deterioro de la libertad de cátedra en ciertos países”
Josep Maria Garrell, exrector de la Universidad Ramon Llull, es el primer español que dirige la European University Association, que representa a 850 instituciones
Josep Maria Garrell (Tarragona, 53 años) se convertirá el próximo 1 de julio en el primer español al frente de la Asociación de Universidades Europeas (European University Association, EUA por sus siglas en inglés), que acoge a 850 instituciones de 49 países. Rector de la Universidad Ramon Llull entre 2012 y 2022 y catedrático de Inteligencia Artificial, Garrell toma el relevo con el 77% de los votos ―había tres candidatos― en un momento de enormes cambios en Europa. Tras el Brexit en el Reino Unido ―que deja fuera a algunas de las mejores universidades del mundo― y coincidiendo con la construcción de 44 alianzas de campus gracias a la sólida apuesta política y financiera de la Comisión Europea se moverá personal y estudiantes e investigarán conjuntamente.
Pregunta. ¿Cuál va a ser su primer paso?
Respuesta. El plan estratégico de la EUA sigue siendo válido, pero lo hicimos antes de la guerra [de Ucrania] y del covid. Tenemos que reconstruirnos. Suspendimos la condición de socio a las universidades rusas que firmaron una declaración pública de apoyo a la guerra; pero hay que ver cómo se puede ayudar a la comunidad académica rusa. Tenemos un grupo de trabajo para ver cómo podemos ayudar a los ucranianos en la futura reconstrucción. Estamos trabajando también en el proyecto Universities and the future of Europe (Universidades y el futuro de Europa), sobre qué es lo que creemos que se debería hacer para contribuir a la resolución de los retos del continente. Y esto significa influir en políticas. ¿Qué nos estamos encontrando? Algo que se estaba gestando desde hace un montón de tiempo y que va relacionado con el declive de la calidad democrática en todo el mundo y particularmente en Europa. No solo en Hungría, están pasando otras cosas en otros países, y va en detrimento de la autonomía universitaria, la libertad de cátedra... El University Autonomy in Europe: Scorecard 2023 [un análisis por países sobre autonomía universitaria] ha sacado a la luz problemas que están ocurriendo, como la reducción de la calidad democrática en Europa.
P. ¿Hungría es el caso más grave?
R. Sí. Le hemos dedicado un capítulo del Autonomy Scorecard. En las universidades públicas húngaras, que se han convertido en algo parecido a una fundación, quien nombra a los patronos ―sin un contrapunto de la comunidad universitaria― es esencialmente el Gobierno; automáticamente su autonomía real baja. Luego hay síntomas en algunos países que sorprenden. Por ejemplo, la conferencia de rectores de Suecia está reaccionando de modo muy enérgico porque, de repente, les han cambiado la duración y la selección de los patronatos. Es una decisión gubernamental sin participación de las universidades. En Polonia y Turquía también están pasando cosas y hay que analizarlo con una perspectiva global.
P. ¿Y en España? Sus universidades públicas están en el tercero de los cuatro niveles de autonomía financiera y académica en su estudio.
R. Hay que ver lo que necesitan para poder decidir, hay que confiar y hay que organizar mecanismos de rendición de cuentas. Solo así se va a poder competir mejor en este entorno internacional. No estoy hablando de independencia, estoy hablando de autonomía.
P. ¿Coincide con el ministro Joan Subirats en que la política universitaria de la Comisión Europea ya hay que verla en clave nacional?
R. La Comisión Europea es capaz de sacarte una estrategia europea de universidades, la iniciativa de alianzas de universidades, el programa de movilidad Erasmus o un programa marco; y esto tiene una influencia muy directa a medio y largo plazo en la política de los Estados, que son quienes tienen las competencias. Celebro que el ministro intente incidir para que la política europea esté acorde a sus ideas. Es lo que nos conviene, hay otros países que lo ejercen [su poder] desde hace un montón de años.
P. ¿Qué Estados?
R. Francia, Alemania y Polonia tienen una agenda muy profesional para incidir en la política universitaria y de investigación, muy dirigida a definir qué es lo que mejor conviene a la Unión Europea, no digo en beneficio de sus intereses. Lógicamente, si tú tienes la capacidad de incidir en las políticas, es muy probable que, al menos psicológicamente, estés más preparado; y que luego te puedas beneficiar un poco más. En España entendemos cada vez más que Europa es el futuro.
P. ¿Detrás de la apuesta de Emmanuel Macron por las alianzas de universidades estaba su conferencia de rectores?
R. No sé de quién partió la idea, pero su conferencia intentó convencernos a las otras. Recuerdo una reunión de ministros de Educación Superior en París en 2018. La cerró el primer ministro francés, Édouard Philippe, y cuando vi que hablaba del tema sin papeles pensé: esto va en serio. Veremos en qué termina, porque nadie pone en duda la cooperación, pero serán los detalles los que hagan que sea un éxito o no.
P. ¿Qué puede encallar?
R. Uno de los objetivos es que las alianzas solo incluyan al 10% de las universidades, y ¿qué pasa con el 90% restante? No nos podemos permitir el lujo de que sea interpretado como de élite y nada más. Hay universidades que no pueden o quieren estar por su propia estrategia, pero que, sin embargo, ejercen un rol de cohesión social tremendamente importante y no hay que considerarlas universidades de segunda, ¿no? Si las alianzas son un programa piloto para ver cómo evoluciona, bienvenido sea. La Comisión sería muy inteligente si escucha la experiencia de las universidades que participan para ir ajustando el instrumento.
P. También hay diferencias dentro de las alianzas.
R. Algunos Estados han apostado económicamente, algunos han facilitado la legislación... Si tú eres una universidad, por ejemplo, española, que participas en un consorcio con una alemana, tienes que saber que esta va a recibir el dinero de la Comisión y, muy probablemente, lo va a multiplicar por dos con los fondos de Alemania. Lo que debemos hacer es claramente identificar qué necesitamos [en el sistema de alianzas] para hacerlo mejor, porque tenemos que rebajar la burocracia o generar un marco común para hacer, por ejemplo, titulaciones conjuntas. Cuando la Comisión presentó la Estrategia Europea de Universidades en la conferencia de ministros, la reacción no fue buena. Se les acusó de intromisión competencial.
P. España quiere aprovechar su presidencia europea para proponer la inclusión de universidades latinoamericanas dentro de las alianzas en campos que sean punteros. ¿Qué le parece?
R. Si uno cree que el conocimiento no tiene fronteras, pues por coherencia tampoco las tiene fuera de Europa, con lo cual habría que fomentar los títulos conjuntos, la movilidad, los proyectos... Si Latinoamérica tuviese un horizonte de convergencia, como hace muchos años que existe en Europa, probablemente lo facilitaría.
P. ¿Qué va a pasar con Reino Unido? Tras el acuerdo para Irlanda del Norte, los rectores confían en volver al programa Erasmus.
R. Debemos ser muy conscientes de que la prioridad de negociación posbrexit no somos nosotros. Lo que ocurra en el marco general va a aplicar a las propias universidades. Ahora el tema es cómo negociar que los programas europeos [de investigación] y el programa Erasmus sean justos para ambas partes. Han lanzado su Erasmus ―que no es exactamente el que conocemos [Turing Scheme]―, están lanzando Pioneer, conocido también como plan P, por si no son capaces de negociar [el siguiente] Horizon Europe [el programa marco de investigación e innovación de la Unión Europea para el período 2021-2027 dotado con 95.500 millones de euros]. Van a poner dinero para atraer talento, fomentar la colaboración de sus grupos de investigación con otros y para infraestructuras. Es evidente que si Reino Unido, y no nos olvidemos Suiza, no forman parte de este entramado, quizás económicamente salga igual, pero habrá más dificultades. La EUA apuesta por un buen convenio que al menos mitigaría la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Que las universidades británicas estén fuera de las alianzas genera un montón de problemas. Es evidente que Reino Unido, una potencia del conocimiento, es un destino menos atractivo de ir, porque hay mucha gente que iba para quedarse y ahora no sabes si te quedas. Lo cierto es que mucha gente se les va.
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