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Dos perfiles opuestos para resucitar la devaluada marca de la Complutense

El rector Joaquín Goyache y la decana de Políticas, Esther del Campo, se disputan el Gobierno de la universidad más grande de España. Ella cuenta con el respaldo de los otros tres candidatos más votados

Cara a cara de los candidatos a rector de la Universidad Complutense de Madrid, Joaquín Goyache y Esther del Campo, el pasado viernes en el pabellón de gobierno.
Cara a cara de los candidatos a rector de la Universidad Complutense de Madrid, Joaquín Goyache y Esther del Campo, el pasado viernes en el pabellón de gobierno.Luis Sevillano
Elisa Silió

Este diario citó a primera hora del viernes a los dos aspirantes que han llegado a la recta final de las elecciones a rector en la Universidad Complutense de Madrid―el veterinario Joaquín Goyache (Pamplona, 1962), que ostenta el cargo, y Esther del Campo (Madrid, 1963), decana de Ciencias Políticas― y la charla discurrió sin ninguna tensión en el pabellón de gobierno. Y eso que, apenas unas horas antes, una noticia había sorprendido a las 77.993 personas que conforman la comunidad complutense: si Del Campo se convierte en la primera rectora en 200 años de historia, los siguientes tres candidatos más votados en primera ronda (eran un total de ocho) se convertirán en sus vicerrectores. Durante el cordial encuentro, Goyache, que llegó al rectorado en 2019 como candidato de consenso frente al rector Carlos Andradas, parecía tomárselo con deportividad.

La Complutense sitúa a varias carreras universitarias entre las mejores del mundo (Odontología, Veterinaria y Lenguas Modernas), pero atraviesa una crisis de reputación grande por los gritos machistas del colegio mayor Elías Ahuja, el nombramiento como alumna ilustre de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso o los concursos a los que se ha presentado el exvicepresidente Pablo Iglesias. Al rector, muchos le echan en cara que galardonase a Ayuso; y a Del Campo la persigue la sombra de Podemos, que nació en su facultad. Su acuerdo, entre otros, con el candidato Iñaqui López, conservador, contrasta con la imagen de sectaria que muchos medios intentan dibujar de ella. “No es un pacto ideológico, en ningún caso, porque esa es una de las cuestiones que a mí se me podría haber achacado”, razona Del Campo.

Pregunta. ¿Cómo cambia el tablero el pacto de cuatro candidatos?

Joaquín Goyache. Estaba sobre el papel. Lo anunció un candidato que pensó que iba a liderar él. Dijo que el día 23 de marzo ―¡qué casualidad, fue ayer [por el jueves]!―, se iba a cerrar un pacto de consenso contra el rector Goyache. Él, que es un amigo tuyo y mío, me lo dijo literalmente. No estarías tú informada. Me parece sano, democrático, que haya pactos, pero no está todo perdido. Ni mucho menos. Quiero ganar las elecciones y empezamos de cero en esta segunda tanda.

Esther del Campo, durante el diálogo-entrevista el pasado viernes.
Esther del Campo, durante el diálogo-entrevista el pasado viernes.Luis Sevillano

Esther del Campo. No era consciente de eso, no he participado en ningún reparto. Dije durante toda la campaña que iba con programa y no con nombres, y eso es fundamental. Programa, programa, programa. El rector fue el más votado en esta primera vuelta, con un 25% [de los votos ponderados], y cuando se plantea un escenario con muchísima fragmentación, también lo hay en el voto. Lógicamente, la persona que está a cargo de la institución sale con un complemento, porque tiene un cargo, es más conocido... Es así siempre. El diagnóstico [de la universidad] es muy compartido por los candidatos, salvo por Joaquín, y quedó de manifiesto en el debate.

P. Usted, decana, considera que hay un problema de liderazgo.

E. D. C. Hay varios problemas desde siempre. Hace cuatro años yo le dije: “Mira Joaquín, no sé si vas a ganar o no, pero yo voy a ser la próxima rectora”. Él se rio, como se ríe ahora. No va a ser un gobierno Frankenstein. ¿Por qué? Joaquín también es fruto de un pacto. La capacidad que he demostrado para generar consenso creo que hay que valorarla. No es un pacto ideológico, en ningún caso, porque esa es una de las cuestiones que a mí se me podría haber achacado. Empieza una segunda vuelta y tenemos que mostrar que nuestro proyecto es más sólido y ver hasta qué punto la universidad aspira a ese cambio y a tener la primera rectora de todos los tiempos.

J. G. Eso lo decidirá el día 29 [el miércoles] la comunidad complutense: si elige a la primera rectora o continúa con el mejor rector (risas de ambos).

P. ¿A usted, rector, le ha afectado la polémica del nombramiento a Ayuso?

J. G. No me ha venido bien para nada, pero es independiente. Mi trayectoria como rector o como equipo está marcada por ese hecho, pero hay que juzgar lo que se ha hecho.

P. ¿Cómo hacer frente a la gran crisis de reputación?

J. G. Las universidades públicas están en una crisis general constante y especialmente la Complutense, que es la más grande presencial. Somos mucho mejores de lo que aparentamos. Nunca sale por lo bueno, que ocupa el 99,9% de la de la vida universitaria: los congresos que se hacen, las investigaciones, la magnífica docencia que se hace desde todas las áreas... La buena noticia, no otra noticia. Pero bueno, hay que trabajar en la reputación.

P. La Universidad Carlos III no tiene estos problemas reputacionales.

J. G. Es una universidad pública de élite con muchísimo marketing y no cubre tantas áreas como la Complutense, que es muy transversal. Tenemos un plan de comunicación y hace falta que sea efectivo.

E. D. C. Desde la crisis de 2008 se ha producido un retroceso de los servicios públicos. Sigue habiendo demanda, pero si tú no sigues invirtiendo en lo público, la calidad empeora, el número de pacientes o el número de universitarios es más numeroso... Ahí hay un problema de cómo vamos a reconstruir lo público en este contexto. La Complutense es grande; y eso es una fortaleza, porque es muy rica en todo tipo de disciplinas y su relevancia podría ser enorme; pero, a la vez, es una debilidad, por la complejidad que estriba el establecer mecanismos de coordinación y de negociación entre diferentes sectores.

Haya o no haya plan de comunicación [tema de discusión en la campaña], necesitamos comunicación interna ―se precisa de mayor interdisciplinariedad, he visto una gran desconexión entre ciencias experimentales, ciencias sociales y humanidades― y externa; tenemos que tener mucho más impacto, pero no es una cuestión estrictamente de poner noticias, sino tener un fuerte compromiso social que haga que tengamos relevancia. Que si quieres hacer un proceso de transformación de los servicios de salud, consultes a la Facultad de Medicina de la Complutense, porque ahí tienes muchísimas personas que han trabajado en política sanitaria.

Joaquín Goyache escucha a Esther del Campo, durante su cara a cara del pasado viernes.
Joaquín Goyache escucha a Esther del Campo, durante su cara a cara del pasado viernes.Luis Sevillano

P. Madrid tiene 13 de las 40 universidades privadas de España y algunas de calidad dudosa. ¿Por qué sus rectores de la pública se lamentan tan tímidamente?

J. G. La Cruma [conferencia de rectores de las universidades públicas madrileñas] y otros órganos como la Fundación Madrid i+d [dependiente de la Administración regional] o el Consejo de Universidades hacen informes negativos constantemente; pero se almacenan en el cajón, porque son preceptivos pero no vinculantes. Entendemos que muchas universidades deben caer en los próximos años [por el decreto que las obliga a cumplir criterios de calidad]. Al principio del mandato, intenté hacer de la Cruma una organización más reglada, más regulada, pero la propuesta se desechó. Es verdad que hay que ser más proactivo.

E. D. C. La Cruma podría tener más relevancia. Sé que el contexto autonómico es complicado, pero no hay una visibilidad pública. Su peso es fundamentalmente consultivo, pero tienes que intentar apretar, porque la situación es preocupante. Una declaración a posteriori [una carta privada al consejero tras la última aprobación de una universidad] ante una amenaza evidente no tiene el impacto de hacer unas indicaciones antes. Buscas las propuestas de la Cruma, por ejemplo, de financiación pública y te das cuenta de que prácticamente son inexistentes.

J. G. Estamos todavía elaborando el documento con la Comunidad de Madrid.

P. Los gastos en personal han subido en 50 millones de euros y en 20 millones la financiación de la Comunidad. ¿Cómo casan los números?

J. G. No casan. Yo siempre le pongo el ejemplo al consejero [de Educación de la Comunidad de Madrid, Enrique] Ossorio: es como si el alcalde de Madrid pagase el 80% del sueldo de la Policía Municipal y el resto lo tuviesen que cubrir con multas. Complementamos ese déficit con los precios públicos que pagan los estudiantes [matrículas]. No es lógico, porque es para hacer proyectos para estudiantes, otras cosas... Pero dicen que no tienen dinero. Estamos negociando todos los rectores un aumento de la nominativa, bien por objetivos y planes de inversiones. Claramente, somos unas buenas universidades infrafinanciadas, la penúltima comunidad tras Baleares. La Comunidad de Madrid siempre te hace la trampa: dicen que invierten mucho porque en vez de mirar por el PIB te miran por el presupuesto y como es muy bajo...

E. D. C. La universidad se ha ido quedando atrasada en infraestructuras y tenemos que desarrollar algún tipo de financiación por objetivos plurianual. Una combinación de docencia, investigación y transferencia de conocimiento, porque no podemos ir a un modelo completamente de investigación. Cuando he salido del metro, ha pasado un ciclista, ha avanzado 50 metros y ha vuelto. Me dice: “¿Usted es la candidata, no? Tengo que decirle que el carril no tiene continuación, llega hasta la acera, pero claro, como es del Consorcio [de Transportes], tenemos un problema. Y además, tiene baches”. Es verdad, son tres campus que necesitan mucha inversión.

J. G. Para cumplir las ITES [Inspección Técnica de Edificaciones] necesitaríamos unos 1.200 millones. Tenemos un millón de metros cuadrados construidos, el segundo edificio civil más grande de Madrid ― la Facultad de Medicina― y lleva muchos años sin invertirse. Son cuestiones imprescindibles de señalética, seguridad..., pues que no tienen dinero... ¡Quien no tiene dinero es la Complutense!

P. ¿Qué va a pasar ahora que se termina el dinero ganado en sentencias en el Supremo para infraestructuras? [Esperanza Aguirre incumplió el plan y dejó de pagar 574 millones a las seis universidades públicas].

J. G. Tenemos todo 2024 y se puede alargar la ejecución. Ha servido para cubrir las necesidades del edificio de la Facultad de Económicas y Empresariales, que lleva un retraso de veintitantos años.

E. D. C. Una cosa que también hay que mejorar es la cuestión de los fondos europeos de resiliencia. Por nuestro tamaño, la excesiva burocracia y el excesivo garantismo... somos un poco un elefante en una cacharrería.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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