Estos son los directivos españoles que pilotan el mundo
Una veintena de ejecutivos del país están a los mandos de grandes multinacionales extranjeras. En momentos de incertidumbre y volatilidad, su capacidad de adaptación y agilidad convence a las empresas
José Muñoz (Madrid, 59 años) tiene mucho que celebrar este 2025. El recién estrenado consejero delegado de Hyundai Motor Company es el primer extranjero que alcanza un puesto tan alto en una empresa coreana, el único español que lo ha conseguido y el que más lejos ha llegado en el mundo del automóvil. Orgulloso y con el peso de la responsabilidad, reconoce al otro lado de la pantalla desde su despacho californiano que cuando va a Seúl todo el mundo se pregunta por qué le han nombrado a él entre los 300.000 empleados del grupo. “Siempre te están observando y tienes que estar constantemente demostrando por qué estás ahí. Es como si fuera una figura del fútbol. Cada mes los resultados cuentan, cada decisión que tomas, cómo comunicas con el equipo, qué gestos haces e incluso cómo te vistes”.
Al frente de la primera compañía coreana cotizada en la Bolsa de Seúl, con una facturación superior a 112.000 millones de euros, y en un país donde los ejecutivos españoles son muy escasos, Muñoz es un claro exponente del empuje que están adquiriendo los directivos patrios en las multinacionales a lo largo y ancho del mundo. No es un caso anecdótico, al contrario, cada vez hay más españoles a los mandos de grandes organizaciones fuera de nuestro país. En Estados Unidos destacan Joaquín Duato, consejero delegado de Johnson&Johnson; Ramón Laguarta, de Pepsico, y Enrique Lores, de HP. En Alemania lo hacen Belén Garijo, al frente de Merck, y Miguel Ángel López Borrego, de ThyssenKrupp. En el Reino Unido Luis Gallego (IAG), Iñaki Ereño (Bupa), José Antonio Ramos (Asos) e Ignacio Garat (Mobico, antigua National Express). Pero posiblemente sea Francia el país que más está apostando recientemente por los españoles, como demuestran los nombramientos de Bárbara Martín (Decathlon), Enrique Martínez (Fnac-Darty) o Berta de Pablos-Barbier (Moët Chandon).
Al menos una veintena de españoles están en el timón de mando de grandes multinacionales, muchas de ellas cotizadas en las Bolsas internacionales. Cerca de un 40% más que hace diez años, según los cálculos de Negocios. “Tenemos una proporción de consejeros delegados en empresas extranjeras muy por encima de otras nacionalidades. Algo muy reseñable siendo un país tan pequeño”, destaca Luis Urbano, socio de la firma de cazatalentos Heidrick & Struggles. A su juicio, encontrar a franceses o alemanes capitaneando corporaciones del tamaño de las reseñadas no es fácil, pues se adaptan peor que los españoles, que son mucho más flexibles, lo que implica capacidad estratégica, de innovación y gran agilidad en la toma de decisiones, precisamente los atributos que buscan las empresas en un mundo tan cambiante y turbulento como el actual.
Esas cualidades son las que han llevado a muchos más españoles a las cúpulas de las grandes corporaciones internacionales, donde abundan las vicepresidencias, el mando sobre regiones y países o sobre áreas funcionales o de negocio globales. Javier Oliván, por ejemplo, es la mano derecha de Mark Zuckerberg en Meta. Y tanto en IBM como en Google o Microsoft los responsables del área de innovación o de inteligencia artificial son españoles. Son solo algunos ejemplos. “En este momento, hay muchos profesionales progresando dentro de compañías internacionales, lo que anticipa un número más abultado de altos ejecutivos españoles en el extranjero en los próximos años, agrega Urbano.
Porque hoy la carrera internacional se ha convertido en un objeto de deseo. Cuando Muñoz fue expatriado por primera vez, hace más de 30 años, “pensaba que iba a estar seis meses fuera de España y ya me parecía mucho tiempo. Pero nunca he vuelto”, sostiene. El consejero delegado de Hyundai ha vivido en Bélgica, Inglaterra, Francia, México, Estados Unidos y Japón.
Sin embargo, actualmente, entre los alumnos que finalizan los estudios de grado y máster de IE University aproximadamente el 60% están interesados en desarrollar su carrera por el mundo, frente al 45% de antes de la pandemia, indica Inés Drieselmann, vicepresidenta de Alumni y Carreras de la institución. Entre los titulados, Europa, Norte América, América Latina y Oriente Medio son los principales destinos. Desde 2018 se aprecia un cambio de sus preferencias hacia Oriente Medio y Estados Unidos.
Movilidad
Bárbara Martín Coppola, consejera delegada de Decathlon (15.600 millones de euros de facturación), de 49 años, lo tuvo claro desde el principio. Hija de padre gallego y madre tunecina, fue de Erasmus a París y descubrió su interés por conocer el mundo y sus distintas culturas. “A partir de ahí, me fui cada vez más lejos”, dice por videoconferencia desde su despacho en Lille. Ha residido en Europa, Estados Unidos y Asia y ha trabajado en multitud de compañías de diversos sectores (Samsung, Texas Instruments, Youtube, Google, Ikea, entre ellas) en las que a menudo ha sido la única. Ya sea mujer, ya sea blanca, ya sea europea, explica.
Otro de los cambios reseñables desde que en 2014 y 2018 Negocios publicase sendos reportajes sobre directivos españoles que ocupan posiciones de poder en el mundo es que el número de mujeres en las cúpulas de organizaciones extranjeras ha aumentado considerablemente. Entonces, Belén Garijo, presidenta y consejera delegada de la biotecnológica Merck de 64 años, era la única que ejercía un cargo tan relevante en una compañía que factura 21.000 millones de euros y cuenta con 63.000 empleados. Hoy se suman las dos citadas y Paloma Alonso, que lidera la firma alemana All4Labels. Y entre los 55 altos cargos que aparecen en el gráfico adjunto, más de una cuarta parte son mujeres cuando en 2018 eran el 18%. Garijo es la única española que acumula tanto poder en Alemania, donde, afortunadamente, explica, ahora ya le acompañan dos mujeres germanas al frente de compañías cotizadas en la Bolsa de Fráncfort.
“El ascenso de la mujer a cargos de gran responsabilidad es uno de los cambios más destacados de los últimos años. Ellas ocupan puestos muy relevantes y lo hacen antes de los 50 años. Normalmente, tienen un área donde son grandes especialistas y a menudo experiencia como emprendedoras, lo que les aporta la diferenciación”, señala Urbano. Pilar Manchón, de Google, es un claro ejemplo.
Y es que las organizaciones quieren sangre e ideas nuevas. Buscan rejuvenecer todas las posiciones corporativas y de ahí que los movimientos entre compañías de los directivos se hayan convertido en algo mucho más frecuente que hace cinco o diez años (véase el caso de Bárbara Martín). Porque lo que manda es la agilidad, agrega el socio de Heidrick & Struggles. Según Urbano, muchos de sus clientes exigen que los ejecutivos que presenten en la terna de candidatos para contratar no hayan estado en una sola empresa. También es obligado que los cargos por debajo del consejero delegado se hayan curtido en distintos países y funciones.
Maya Martínez Davis, presidenta de GlaxoSmithKline en Estados Unidos, de 55 años, lleva cinco años en el puesto. Responsable de una empresa que factura 10.000 millones de dólares y con 3.000 personas a su cargo, reconoce en Belén Garijo a su mentora, por quien empezó una carrera internacional que le ha permitido saltar de empresas y países. “En estos niveles de responsabilidad se suele permanecer entre 5 y 7 años”, asegura en la creencia de que viene bien cambiar de posición.
José Miguel Aparicio acaba de iniciar su singladura internacional. Lleva tres meses al frente de Audi en el Reino Unido (4.300 millones de libras de facturación y más de 3.000 empleados contabilizando la red de 115 concesionarios). A sus 51 años, este ejecutivo admite que había tenido oportunidades anteriormente: “Me habían ofrecido ir a América Latina y a China, pero estoy divorciado y tengo tres hijas y uno tiene que marcarse sus líneas rojas. Yo quiero estar con mis hijas”.
La consejera delegada de Decathlon también antepone a su familia a la hora de aceptar cualquier empleo. “No delego mi papel de madre ni lo haré nunca. Poder estar con mis dos hijos es un criterio importante en la elección de las empresas en que trabajo; también que la compañía haga bien a la sociedad”, señala. “Salgo todos los días a las 17 horas de la oficina para poder conciliar”.
Sacrificios
Porque la carrera internacional exige un sacrificio personal y familiar enorme. Es su principal inconveniente según todos los directivos consultados. No hay excepción. Pese a que muchos de ellos tengan a su disposición el avión privado de la compañía, los constantes viajes dificultan la vida en familia. “Cada mes viajo a dos o tres continentes. Tengo una casa en el sur de California donde como mucho estoy una semana al mes”, indica el consejero delegado de Hyundai, que dedica buena parte de los fines de semana para volar de Estados Unidos a Corea o a Europa. “Nunca tengo tiempo suficiente”, admite Muñoz.
Pero las cosas están cambiando y quizás en la actualidad ese sacrificio no sea tan necesario, al menos en algunos casos, declara Belén Garijo. “Me he preocupado por dar un entorno de flexibilidad para que no tengamos que expatriar familias. Hay que desterrar los mitos. Porque si lideras una compañía francesa no tienes que trabajar en Francia. Excepto que la posición lo exija al 100%, como ocurre con Estados Unidos, que es muy difícil de dirigir desde Europa, se puede llevar una región desde el país de origen, como hace Marieta Jiménez con Europa desde España”, señala.
La expansión del teletrabajo (al 50% en el caso de Merck) facilita la vida a muchos ejecutivos, que pueden residir cerca de su familia. Es el caso de Carlos Olave, responsable mundial del área de recursos humanos de LG Electronics, que tras seis años viviendo en Seúl ha regresado a Madrid. También de Manuel Falcó, alto cargo de Citi, o de César Cernuda, presidente de NetApp, que se mueve entre dos continentes. Otros como Ignacio Garat, consejero delegado de Mobico (cotizada en la Bolsa de Londres, con más de 50.000 empleados y de 4.000 millones de facturación) residen entre semana en la capital británica y viajan a España los fines de semana para estar con su familia. “Cada vez hay más ejecutivos que tienen dos casas y pasan la mitad del tiempo en cada una”, abunda Guido Stein, profesor de IESE.
Aunque es cierto que tras la pandemia la globalización ha perdido fuerza, el incremento de la digitalización y la apertura de las empresas a nuevas formas de trabajo ha impulsado la contratación de talento internacional, en opinión de la responsable de Carreras de IE University. Pero, como las organizaciones son conscientes del hándicap familiar que diferencia a los españoles de otros directivos internacionales e intentan ahorrar costes por encima de todo, se aprecia una nueva tendencia que pasa por enviar al extranjero a ejecutivos jóvenes, menores de 40 años y sin familia, explica Anselm Diví, profesor de Esade.
El primer contrato de expatriado de José Miguel Aparicio abarca tres años ampliables a cinco. Algo que resulta lo más común en las multinacionales. También es habitual que el paquete de compensación incluya las llamadas cuatro C: casa, coche, colegio y club, indica Ramón Sánchez Olea, presidente de la firma de cazatalentos Rusell Reynolds.
Estos contratos, sin embargo, están de capa caída en muchas corporaciones internacionales que se enfrentan a la tarea de reducir costes. Por ejemplo, dice el socio de Heidrick & Struggles, Procter & Gamble dio a sus empleados la opción de volver a su país de origen o de perder los beneficios asociados a la expatriación. Los contratos locales son mucho más económicos. Porque no hay que olvidar que los salarios de los directivos destinados fuera de España suelen ser mucho más elevados. Uno de los grandes alicientes de la expatriación.
Otra de las cosas que están cambiando en la apuesta exterior de los directivos españoles son los destinos a los que marchan a trabajar. Entre sus preferencias siempre han estado Estados Unidos y el Reino Unido, donde las compañías son más abiertas y no exigen locales en el timón de mando, como pueda suceder en los países asiáticos o de Oriente Medio, y ofrecen más oportunidades de desarrollo, además de salarios mucho más jugosos. Sin embargo, son precisamente esos países árabes los que más están tirando de los ejecutivos patrios en los últimos cinco años. Ya no es sólo Dubái uno de los centros de contratación de españoles, también lo son el resto de emiratos, Arabia Saudí y Catar, donde los salarios se disparan y, además, los impuestos o son muy bajos o simplemente inexistentes.
Latinoamérica, sin embargo, ha dejado de ser una prioridad como lo fue desde los años 80. Javier Gimeno, vicepresidente de Saint Gobain y consejero delegado del grupo para la región (con 25.000 personas a su cargo y un negocio que supera los 4.000 millones de euros), explica por qué al teléfono desde São Paulo: “Cuando las empresas se implantan en el exterior trasladan a sus directivos de confianza, pero con el paso de los años los ejecutivos locales suceden a los expatriados. Y es lo que ocurre ahora en América Latina”.
Gimeno, de 60 años, lleva desde la década de los 90 ejerciendo su carrera internacional. Su vida cambió cuando en 2000 fue enviado a China: “Es un país que avanza muy rápido, tienes la sensación de estar pilotando un Fórmula 1, es el mercado más competitivo del mundo”, opina. Estuvo destinado diez años en el gigante asiático, donde demostró su capacidad de desarrollar el negocio, que es lo que le llevó después a Brasil, explica.
Geopolítica
Ahora, ocupado en asegurar el crecimiento rentable en una región que tilda de espasmódica y en la optimización del porfolio de actividades con compraventas, el impacto que pueda tener la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es una de sus preocupaciones: “Los anuncios de esta Administración son imprevisibles y pueden generar peligros como las subidas de aranceles. O que la guerra comercial derive en un deterioro de las economías en las que estamos presentes”, sostiene. A Maya Martínez Davis la inestabilidad política en Estados Unidos también es lo que más le inquieta desde Miami.
Y es que la geopolítica ha pasado a ser el principal caballo de batalla con el que tienen que lidiar los altos ejecutivos de todo el mundo. “Cuando empecé a trabajar, el entorno era estable. No había tantos cambios políticos, de regulación... Ahora, con la inestabilidad, es mucho más difícil porque tienes que conseguir objetivos navegando en situaciones regulatorias cambiantes y en países donde hay conflictos como Oriente Medio”, explica el consejero delegado de Hyundai. “El entorno es muy diferente. Hoy los temas geopolóticos son centrales en nuestra estrategia. El entorno regulatorio influenciado por el geopolítico hace que en cada transacción se consideren elementos que antes no eran tan críticos”, apoya Belén Garijo. La responsable de Merck considera inquietante la generación de bloques que se está viviendo y el papel de Europa en el mundo. “Hemos de crear un contexto europeo mucho más competitivo”, dice, al tiempo que reconoce que la biotecnológica que preside ha bajado su exposición al continente, donde, no obstante, sigue invirtiendo.
“Europa tiene desafíos importantes. Como desarrollar innovación al tiempo que reduce su elevada deuda”, remacha Ignacio Garat (56 años), al teléfomo desde Londres. En su opinión, “la volatilidad, la velocidad a la que se suceden los cambios tecnológicos y también los políticos (el año pasado el 80% de los países que tuvieron elecciones cambiaron de signo político) y la incertidumbre tienen un impacto tremendo y generan mucha complejidad en la gestión de los consejeros delegados, que se ha incrementado exponencialmente”.
“Lo más complicado”, resume Bárbara Martín Coppola, “es que los directivos tenemos que enfrentarnos a tres transformaciones que se están sucediendo a la vez: llegar a un consumo sostenible por la descarbonización, que exige cambios en el modelo de negocio, y la transformación digital, que trae una nueva forma de trabajar, que la inteligencia artificial va a acelerar más. Pero la geopolítica se ha convertido otra prioridad igual de importante. Se está produciendo una desglobalización y las cadenas de suministro tienen que adaptarse. Hemos llevado la producción de calzado a Vietnam, pero habrá más movimientos de diversificación”, anticipa.
Pese a los desafíos, los ejecutivos consideran que la carrera internacional ha enriquecido su vida y la de su familia. Por ello, en general, será difícil que retornen a España, “donde es imposible tener un trabajo de este nivel”, indica el consejero delegado de Hyundai, que esperará a jubilarse, como otros tantos de los consultados en este reportaje, para regresar a casa. “Volveré cuando me retire. Y mientras lo haré cuando necesite subir los niveles de jamón en el cuerpo”, zanja con ironía Muñoz.
El salario: la madre de todas las batallas
El sueldo es uno de los alicientes de la carrera internacional para los españoles. Y lo que impide que muchos de ellos regresen a su país natal si quieren mantener su nivel de vida. La base de datos de la aseguradora AON muestra las diferencias que se observan en la remuneración del directivo medio en una decena de países. Comienzan con el salario fijo, próximo a los 200.000 euros anuales de promedio para un ejecutivo en una empresa de tamaño medio en España. En Estados Unidos esos emolumentos suben a casi 287.000 euros y en Singapur llegan a 310.000 euros. Si se suma la remuneración variable a corto plazo, el directivo medio español percibe más de 257.000 euros anuales, que en el caso de Arabia Saudí se elevan a 462.000 euros y en el de Singapur a 456.000. Pero la distancia más considerable se aprecia cuando se suman todos los conceptos retributivos, cuando se despliegan los incentivos a largo plazo, entonces el ejecutivo español rebasa por poco los 300.000 euros anuales, en tanto que en Arabia Saudí la cifra se duplica hasta superar los 600.000 euros, en Singapur se superan los 572.000 euros y en Estados Unidos los 482.000. Sólo Portugal paga menos a sus directivos, un 24% menos que en España.
Al asalto de las instituciones mundiales: los españoles también ocupan altos cargos en la CE, el BCE o el BEI
Que el talento español cruza fronteras no es nada nuevo. De hecho, más de tres millones de ciudadanos viven fuera del país y muchos de ellos han alcanzado posiciones muy relevantes en las empresas privadas en las que trabajan. Lo que sí está cambiando es la llegada de los profesionales patrios a las cúpulas de organismos internacionales. Decía el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, el pasado octubre en el Congreso de los Diputados: “Hemos alcanzado la mayor representación de españoles en instituciones europeas e internacionales de nuestra historia”.
Y citaba al alto representante de la UE (Josep Borrell, cuyo mandato concluyó el pasado diciembre), a la presidenta del Banco Europeo de Inversiones (Nadia Calviño), al presidente de la Autoridad Bancaria Europea (Manuel Campa), al representante personal del secretario general de la OTAN para la Vecindad del Sur (Javier Colomina) y al alto representante de la Alianza de Civilizaciones (Miguel Ángel Moratinos). También hacía referencia a Teresa Ribera, hoy ya flamante vicepresidenta primera de la Comisión Europea y comisaria de Competencia. “Son”, argumentaba, “la expresión del peso creciente de España en los últimos años en el concierto de las naciones”.
El elenco ha ido aumentando con el transcurso de los meses. Ahora se suma el expresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Rodrigo Buenaventura, nombrado secretario general de la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) y el próximo mes de julio también lo hará el exgobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, para situarse al frente del Banco de Pagos Internacionales.
Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), asegura que este aumento de la presencia de españoles en organismos e instituciones internacionales responde a que ha desaparecido el que fuera uno de los grandes obstáculos: el dominio de lenguas extranjeras. “Los españoles cada vez hablamos más idiomas”, dice al teléfono desde su despacho de Fráncfort. Y recuerda otro de los hándicaps de los tradicionalmente buenos profesionales de nuestro país para cruzar fronteras, “ahora que celebra el 50 aniversario de la muerte de Franco”: durante muchos años España fue un régimen autárquico y “esas cuestiones pesan y sobre todo toman su tiempo”.
El vicepresidente del BCE piensa que las generaciones han ido mejorando en los últimos años, abriéndose al exterior, de manera que actualmente los españoles son tan internacionales como sus homólogos italianos, franceses o ingleses. Y en las instituciones comunitarias su presencia es muy importante una vez superada la rémora, dice. De Guindos pone como ejemplo la entidad que representa, donde cuatro de sus direcciones generales son ejercidas por españoles: Óscar Arce (Economía), Fernando Moner (Riesgos), Ramón Quintana (responsable de supervisión de grandes bancos) y Eva Murciano (Recursos Humanos).
“Tras superar los problemas de lenguas y de mirarnos el ombligo, los funcionarios españoles gozan de mucho prestigio. Los altos cuerpos de la Administración tienen muy buena imagen en el exterior por su dedicación y profesionalidad”, sostiene.
Y como la mayoría de los expatriados, De Quindos reconoce que el gran inconveniente de la carrera internacional es que la calidad de vida de España es muy difícil de superar. “El tiempo (son las 17:30h. y hace más de una hora que es de noche), las posibilidades de ocio y vida cultural...”. Sin embargo, trabajar en un ambiente multicultural, con personas de más de 20 países diferentes, es muy enriquecedor, opina. “Igual que el hecho de estar trabajando por Europa, ahora que el populismo avanza”, concluye.
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