Ilunion suma 3.000 empleados y sigue contratando
El grupo empresarial de la ONCE pulveriza su récord de ventas y terminará el ejercicio con ingresos superiores a 1.300 millones de euros
El año que termina está cargado de cifras con muchos ceros en el grupo Ilunion. En 2024 su plantilla va a crecer en unas 3.000 personas y el conglomerado empresarial de la ONCE va a terminar 2024 con unas ventas superiores a los 1.300 millones de euros. “Habría sido imposible imaginarse esto hace unos años”, resume por videoconferencia Alejandro Oñoro, consejero delegado del holding industrial de la organización de ciegos. “Teníamos el objetivo de alcanzar un ebitda de 100 millones y lo vamos a conseguir. En los dos últimos años vamos a crecer un 30%”. Está contento, dice, porque cerrarán el ejercicio con una fuerza laboral por encima de las 42.000 personas, de las cuales casi 17.000 tienen alguna discapacidad (la ONCE es, en conjunto, el cuarto mayor empleador de España por detrás de Mercadona, El Corte Inglés o ACS. Además, cuentan con otras 1.000 personas en plantilla pertenecientes a colectivos vulnerables. “Vamos a volver a invertir más de 100 millones de euros. Ha sido un año redondo, estamos contentos porque vemos que el modelo, poco a poco, encaja”.
El modelo del que habla se enmarca en lo que se conoce como la economía social, una definición en la que caben desde cooperativas a mutualidades, empresas de inserción, centros especiales de empleo y grupos empresariales al uso donde la eficiencia se combina con valores como la solidaridad o la cohesión social. El camino no fue fácil. Cuando ONCE fusionó las antiguas Ceosa y Fundosa para crear el holding, hace diez años, facturaba 747 millones y las empresas llevaban cuatro años perdiendo ventas. “Teníamos que crear nuestro propio modelo para tener un grupo rentable, con propósito, construir un mundo mejor con todos incluidos”, resume el directivo. Su objetivo siempre pivotó en el empleo para PCD, personas con discapacidad. Gracias a que Ilunion no tiene la presión de repartir dividendos, puede emplear todos sus recursos en la reinversión y el crecimiento. Es así como ha conseguido pulverizar récords de ventas salvando el año de la covid, “y si las cosas siguen como ahora, 2025 será mejor”, pronostica Oñoro.
Sus empresas están presentes en servicios (seguridad, limpieza, mantenimiento, logística o contact centers); hoteles y lavanderías, centros para mayores, tiendas de regalos, consultoría y economía circular (plantas de reciclaje). Un maremágnum de negocios con márgenes diferentes, a menudo estrechos. El grueso de su rentabilidad procede de los hoteles, que combinan destinos urbanos y vacacionales en las principales ciudades españolas. La prueba está en que sus 31 establecimientos, propios o arrendados, facturan cerca de 200 millones (el 15% del total) y consiguen un resultado de explotación de unos 50 millones, la mitad de todo el beneficio operativo. “Madrid [donde tienen cuatro] a nivel general lleva todo el año con una ocupación en torno al 90%. Nuestro cliente repite, el modelo gusta”. El 40% de la plantilla de sus alojamientos tiene una discapacidad, y en 13 de ellos ese porcentaje se eleva a más del 80%. “La gente ve con normalidad que le pueda atender alguien con una discapacidad física, auditiva… saben a dónde vienen. En Islantilla (Huelva), por ejemplo, tenemos muchísimos clientes que repiten año tras año”.
La reunificación de sus servicios centrales en un solo edificio del paseo de La Habana en Madrid ha liberado espacio en dos edificios emblemáticos que la organización de ciegos posee del centro, situados en las calles Prado y Quevedo, a un paso del paseo del Prado y los principales museos de la ciudad. Ilunion los está reformando para convertirlos en 2026 en un hotel accesible y un inmueble de apartamentos turísticos, con lo que su oferta en la capital crecerá.
La rama de lavanderías la componen 44 plantas en España en las que trabajan 7.000 personas (el 80% con alguna discapacidad) que lavan 250 millones de kilos al año para hoteles u hospitales. Han abierto dos plantas en Colombia y van camino de tener su primera en Portugal.
Aunque el grueso del empleo, de 25.000 personas, se encuentra en negocios con poco margen de beneficios —como la limpieza, los contact center o la seguridad—, con los que facturan unos 500 millones. Sobre el crecimiento del absentismo que alarma a otros competidores, Oñoro prefiere no dar cifras. “Tenemos una cultura corporativa muy marcada. Intentamos que la gente sienta que Ilunion es el mejor lugar para trabajar. Y esto no es conseguir salir en un ranking, sino hacer que la gente sienta que les cuidamos, que nos preocupamos por ellos”. Pone como ejemplos los “family days” que celebran en los hoteles para que los empleados lleven a sus allegados. “Cuando das ese paso de compartir vida personal con la empresa es porque estás orgulloso. Vivimos experiencias espectaculares en la covid, donde la gente de lavanderías, que trabajaban para hospitales públicos de Madrid, no faltaron ni un día pese a ese temor que teníamos todos”.
En su compañía de tecnología, añade, los porcentajes de absentismo son muy bajos, del 2% o 3%, al igual que en sus plantas de Colombia, donde de 350 personas, 200 tienen alguna discapacidad. “Allí el trabajo se valora como una oportunidad de vida”.
Otro frente importante para un grupo con una fuerza laboral tan numerosa está en la negociación sobre la reducción de la jornada laboral. “Si se aprueba nos afectará, seguro. Ponte un ejemplo sencillo: los vigilantes que cubren 24 horas en tres turnos de ocho”. Y se pregunta quién va a pagar la factura. “Puedes tener un impacto grande [en las cuentas] el primer año, pero se tiende a repercutir y lo termina pagando el cliente, el consumidor final” .
Tercera edad
Ilunion ha puesto otro foco en el crecimiento de su oferta de servicios sociosanitarios, que abarca fisioterapia, residencias de mayores (tienen siete, con mil plazas), centros de día, teleasistencia y ayuda a domicilio. Están desarrollando el concepto de colinving, construyendo una residencia en Pontevedra para que cualquier persona autónoma o pareja disponga de un apartamento y pueda, a la vez, utilizar los servicios de una residencia. En Madrid acaban de ganar el concurso para gestionar 32 centros de día y en el País Vasco prestan el servicio de teleasistencia para 80.000 usuarios. Es, reconoce Oñoro, una actividad muy ajustada en márgenes, pero considera que en los próximos años va a crecer la inversión, tanto privada como pública, porque faltan plazas. “En Madrid hay un plan hasta 2030 para crear 40 residencias, aspiramos a quedarnos con alguna”.
Otro segmento al alza es el reciclaje de aparatos eléctricos y electrónicos (los llamados RAEES). Empezaron con una planta de tratamiento y han comprado la segunda en Madrid junto a una empresa de logística y un grupo de empresas dedicado al tratamiento de papel y cartón.
Su deuda neta está por debajo de los 200 millones y el BEI les acaba de conceder un préstamo de 60 millones para mejorar la eficiencia energética en sus plantas. Pese a su tamaño, no se plantean la salida a Bolsa. “No se entendería”, explica el directivo. “Una compañía que reinvierte todo es incompatible con una empresa de Bolsa que tenga que redistribuir beneficios. Sí estamos abiertos a posible entrada de algún inversor, un fondo con impacto social para proyectos concretos… pero que tenga nuestros mismos valores”.
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