Raül Blanco (presidente de Renfe): “No se puede decir que Cercanías sea una red abandonada”
Blanco cree que el futuro de la compañía ferroviaria pública pasa por su internacionalización. “Somos un grupo global que tiene como objetivo que en 2028 el 10% de sus ingresos lleguen del exterior”, asegura.
Raül Blanco Díaz, economista, profesor universitario, ex secretario general de Industria y uno de los responsables del proyecto estratégico del vehículo eléctrico —el Perte VEC—, ocupa el número 25 en la lista de presidentes de Renfe desde la fundación de la compañía, hace 83 años. Está en un puesto delicado. La media de duración en el cargo supera por poco los tres años. Un error de cálculo en el gran mecano, como la compra de material inadecuado por mencionar un ejemplo reciente, puede acabar en el apartadero. Blanco lleva en el cargo un año y medio, y tiene claro el desafío. “Presidir esta compañía supone un reto continuo”, afirma. La descarbonización, la transición a una movilidad sostenible y la internacionalización son los principales retos. “Somos una compañía global que tiene como objetivo para 2028 llegar al 10% de ingresos generados en el exterior. Nuestro futuro pasa por la internacionalización de la alta velocidad y convertir Renfe en un gran operador mundial de referencia”.
Para ello hay que acertar con la gestión, hacer frente a la competencia en las líneas rentables y preparar la inevitable liberalización de otros servicios. Ganar la guerra y no perder aliento en escaramuzas. “Estamos obligados a cuidar el sistema ferroviario y no mirar tanto la guerra de precios a corto plazo”, explica Blanco. “Nosotros vamos a seguir compitiendo en calidad de servicio, mayores frecuencias y ofertas; es esencial velar por la sostenibilidad del sistema, y la guerra de precios ha demostrado ser contraproducente. No podemos caer en ese error”.
Diferenciar lo indispensable de lo importante no es fácil. Pero es la clave. En el centro, el viajero —que sufre las consecuencias de una red ferroviaria envejecida— y en los planes, inversión. “Renfe está realizando el mayor esfuerzo inversor de las últimas décadas para renovar y ampliar su flota de trenes, con un desembolso de en torno a 5.235 millones de euros”, asegura Blanco. El objetivo es garantizar la calidad y la fiabilidad de los servicios con un esfuerzo inversor necesario, “puesto que este parque ferroviario acumulaba cerca de 14 años sin recibir inversiones”.
Las bazas de futuro, asegura el presidente de la empresa ferroviaria, son ampliar las conexiones y reducir los tiempos de trayecto. Para eso se han puesto en servicio los trenes de la Serie 106, que han permitido programar nuevos servicios en nueve comunidades autónomas, además del estreno del AVE en Asturias, los nuevos destinos de la alta velocidad a Galicia y la puesta en marcha de los Avlo S106 en las conexiones entre Madrid, Zaragoza, Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia.
Blanco sabe que está bajo la lupa. Especialmente por los problemas en la red de Cercanías. “Le prestamos una especial atención”, precisa. “En los últimos años hemos tomado medidas encaminadas a mejorar este servicio y hacerlo aún más accesible y asequible; estamos llevando a cabo proyectos de transformación digital en los Controles de Acceso Inteligentes y poniendo en marcha el proyecto Renfe Smart Security Station RS3, que nos permite conocer lo que está pasando en las estaciones de Renfe Cercanías en tiempo real. No se puede decir que sea una red abandonada”, subraya.
Todo plan creíble tiene que tener bases sólidas. Y cuentas lo más saneadas posible. Las de Renfe tienen margen de mejora. Los ingresos cayeron en 2023; de 4.127 millones en 2022 a 4.043,4 millones en el ejercicio pasado. El beneficio bruto creció ligeramente —de 292 a 300 millones—, pero Blanco quiere más y ha puesto en marcha un plan de eficiencia para mejorar el ebitda. Resumido: “Todas las compañías debemos tener un objetivo claro: generar ebitda y prestar el mejor servicio y a precios justos”.
El ferrocarril es también una herramienta clave para la buena gestión ambiental. Su salud contribuye a la de todos. “El ferrocarril”, subraya Blanco, “es el transporte que menos contamina. El desplazamiento de más de 522 millones de viajeros en 2023 supuso un importante ahorro medioambiental que evitó la emisión de 4,2 millones de toneladas de CO2, la circulación de 350 millones de vehículos privados y el consumo de casi 1.800 millones de litros de combustible”.
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