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Gabriel Escarrer (Meliá Hotels): “Me gusta mucho el ‘kick boxing’ para quemar estrés”

El consejero delegado de la cadena hotelera se toma más de ocho cafés diarios y veranea en establecimientos de otras marcas porque “desconectar me cuesta”

Gabriel Escarrer, vicepresidente y consejero delegado de Meliá Hotels International.
Gabriel Escarrer, vicepresidente y consejero delegado de Meliá Hotels International.
Carmen Sánchez-Silva

Como buen hotelero, Gabriel Escarrer (Palma de Mallorca, 1971) es un hombre políticamente correcto, al que es difícil ver enfadado o casarse con alguien. Su máxima es la discreción. El consejero delegado de Meliá Hotels International reconoce que, cuando está en una fiesta y ve a alguien grabando con un móvil, se sienta recto, estira la chaqueta y pone cara de póquer. Improvisaciones, las justas. Se considera un hombre de mundo, pese a que su residencia está en la pequeña capital de la isla balear. Y, claro, le gusta viajar.

Pregunta. ¿Por obligación o por devoción?

Respuesta. Son ambos. Primero por obligación, por el compromiso con la empresa. Y luego en mis vacaciones también aprovecho para viajar, pero intento ir a hoteles que no sean del grupo porque desconectar me cuesta. Estoy más pendiente de la operativa del hotel, del servicio que se presta a los clientes... Me encanta viajar por el conocimiento que te da de otras culturas. Es algo que he promovido entre mis amigos y mis hijos. Mi hijo pequeño, que tiene 11 años, conoce 41 países.

P. ¿Cuáles son los viajes que recuerda con más cariño?

R. Aquellos en los que la familia ha descubierto los destinos junta, como por ejemplo el Ngorongoro o el Serengueti, donde descubrimos la naturaleza en África, o las ruinas de Angkor Wat en Camboya o Petra, en Jordania. Son experiencias únicas.

P. ¿Cuántos idiomas habla?

R. Hablo bien inglés, catalán y español. Y chapurreo un poquito de italiano y de francés.

P. ¿Cuáles son sus aficiones?

R. Me considero muy sencillo y mis principales hobbies son estar con mi familia y mis amigos. Lo ideal para convivir con ellos es navegar, que es una de mis grandes aficiones en verano, y en invierno estar cerca de la naturaleza, en la finca, en la montaña, cerca de los animales. Y como deportes, juego con mis hijos y mi mujer al tenis y al fútbol. Y a título personal, me gusta mucho la comba o el kick boxing para quemar estrés.

P. ¿Cuánto tiempo dedica a la familia?

R. Cuando no viajo, procuro llevar a mis tres hijos al colegio con mi mujer. Y son los 15 o 20 minutos en que se interactúa más porque estamos en un coche y no hay forma de escabullirse. Son pequeños placeres que te ayudan a establecer vínculos con ellos. Hay una norma y es que nadie puede mirar el móvil cuando vamos en el coche. Igual que en las comidas y las cenas: no hay móvil. O nos aburrimos o nos divertimos todos juntos. Y mi fin de semana ideal es pasar mucho tiempo con ellos haciendo deporte o montando a caballo e ir a cenar con amigos el viernes o el sábado. Me considero una persona muy familiar.

P. ¿Impone el apellido Escarrer?

R. Sin lugar a dudas, no se lo puede imaginar. El presidente puso el listón muy alto e impone mucho. Intentas no compararte y hacer las cosas bien, pero el nombre pesa mucho y más en una isla donde todo el mundo se conoce y es muy difícil pasar desapercibido.

P. ¿El dinero da la felicidad?

R. No da la felicidad, pero ayuda si sabes que lo básico está cubierto. Tener la tranquilidad de que llegas a final de mes y puedes hacer frente a un imprevisto te da mucha relajación.

P. Habla como si no fuera rico de familia...

R. Yo me veo como un ejecutivo. Mi padre desde muy pequeños nos inculcó el respeto por el dinero. Siempre nos llevó cortos de dinero y yo a mis hijos también. No somos ningún ejemplo de ostentación. Y eso es un valor. Está claro que tienes la vida solucionada, pero las cosas no caen del cielo, hay que trabajarlas. Hay que tener mucho respeto al dinero. Mi padre empezó de cero y mi abuelo paterno era contador de la empresa municipal de aguas, Venimos de una familia muy humilde.

P. ¿Es caprichoso?

R. Mis caprichos pasan por experiencias. Intento vivir lo mejor posible, para eso trabajo mucho. Mis caprichos son tomar un buen café con mi mujer, ir a un buen concierto, ir a ver un amanecer en globo, viajar con mi familia... son los momentos que recuerdas y te llevas a la tumba.

P. ¿Qué va a hacer este verano?

R. Aún no lo tengo decidido, pero seguro que navegar con mi familia porque es una forma de que no se escapen, y seguro que iremos a Asia, quizás a Bali.

P. ¿Cuánto duerme y qué tal?

R. Duermo bien. Durante la covid tuve problemas por primera vez por el cierre de los hoteles y la preocupación por el personal. Quitado ese momento, siempre he dormido muy bien, no muchas horas, 6 o 6,5 me bastan para desconectar y poder cargar pilas y me gusta mucho levantarme pronto para aprovechar el día.

P. ¿Tiene estrés?

R. Mentiría si dijera que no. Pero es algo muy manejable y con un buen café con mi mujer o un partido de tenis se arregla bastante bien.

P. El café no es muy bueno para el estrés...

R. El café es uno de mis pocos vicios. No me considero bebedor, bueno, tomo un gin tonic cada mes, pero soy muy cafetero, empiezo a tomar cafés a las 6 de la mañana y me puedo tomar hasta las 10,30 u 11 de la noche 8 o 9 cafés, son muy cortitos, italianos, pero me ayudan mucho.

P. ¿Qué le emociona?

R. Escuchar historias de superación y de éxito. Me tocan el corazón.

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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