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desigualdad
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Estándares para la igualdad

El estándar ISO de igualdad entre mujeres y hombres nos permite construir una sociedad más justa

Policías
Varias policías municipales de Bilbao.AYUNTAMIENTO DE BILBAO (AYUNTAMIENTO DE BILBAO)

“Los negocios se apoyan en uno de sus principales activos, que es el capital humano. Y si ese capital humano es diverso, es más probable que los negocios sean más creativos y productivos”. Son palabras de la directora general del Centro de Nueva Economía y Sociedad del Foro Económico Mundial (WEF), Saadia Zahidi, durante el transcurso del último Foro de Davos este pasado enero. Una frase que, como todo, se entiende mejor puesta en contexto. Y, en este caso, ese contexto es el lamentable resultado reflejado por el Informe global de desigualdad de género elaborado en 2022 por la entidad que dirige, y que pone de manifiesto, una vez más, una triste realidad: el mundo necesitará más de 100 años para asegurar la igualdad de las mujeres en el acceso a la economía, la educación, la salud y la participación política. ¿Podemos de verdad quedarnos de brazos cruzados mientras esto sigue ocurriendo?

Como presidenta de la Comisión de Igualdad y Diversidad de la CEOE he podido formar parte de diferentes iniciativas y medidas para favorecer la participación laboral de las personas independientemente de su género, orientación sexual, etnia, procedencia o capacidad económica.

Creo, por tanto, en el diálogo constructivo y en una gestión integradora, considerando la diversidad como una cuestión estratégica y un factor de competitividad.

Y todo este viaje me ha llevado a encabezar la participación española a través del Comité UNE de Igualdad de Género en el proyecto mundial de crear un estándar ISO de igualdad entre mujeres y hombres.

Los estándares ISO son una herramienta de interlocución mundial. Las empresas se entienden entre sí sin debates cuando una norma ISO se sitúa en el medio de una negociación. Las autoridades reconocen y legitiman acciones y productos que cumplen los estándares ISO. Son voluntarios, pero constituyen referentes de consenso válidos para todos.

Y es ahí donde está la oportunidad. Las directrices recogidas en este documento —aplicable a todo tipo de organizaciones, públicas o privadas, independientemente de su tamaño, ubicación y ámbito de actividad— incluyen el marco, los recursos, las políticas, las herramientas y las buenas prácticas que permitan contextualizar, promover y aplicar la igualdad de género.

Por tanto, cuando una empresa quiera demostrar que cumple criterios ESG (sociales, medioambientales y de gobernanza) tendrá en esta ISO un elemento objetivo en el que sustentar su compromiso con la igualdad. Será entonces cuando percibamos el potencial de la ISO de Igualdad entre Mujeres y Hombres en las organizaciones como herramienta transformadora real.

En nuestra mano está construir una sociedad más justa, y eso es precisamente lo que trata de conseguir esta norma ISO, porque la igualdad es un factor clave para la competitividad, pero ante todo es un derecho fundamental, y eso es lo primero que hemos de salvaguardar.


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