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Público o privado: ¿qué máster es mejor para escalar en el mercado laboral?

El 44% de los alumnos se decantan por instituciones más pegadas a las empresas, frente al 24% de hace 10 años

Matteo Allievi
Joel Ramírez en la ciudad financiera del Banco Santander en Boadilla del Monte, su lugar de trabajo.
Joel Ramírez en la ciudad financiera del Banco Santander en Boadilla del Monte, su lugar de trabajo.víctor sainz

El posgrado es la última parada del autobús de la formación. Una apuesta por potenciar el currículo y aterrizar en el mundo laboral sin derrapar. Pero para muchos profesionales plantea una encrucijada: ¿elegir un máster público o privado?

Mario Senovilla (35 años), tras cubrir puestos directivos en empresas de África, quería volver a España. “Aspiraba a un alto cargo financiero en una multinacional, pero necesitaba reforzar mi perfil y aprender algunas competencias que todavía no había puesto en práctica”, cuenta. El máster en Dirección Financiera de Esade en Barcelona le acercó a su sueño: lleva dos años como director financiero en una compañía líder en la producción de biocombustibles con sede española en la capital catalana.

Ángela Gómez, dominicana de 30 años, también se tomó un descanso de su carrera profesional en el Banco Central de su país para fortalecer su formación. Cruzó el charco y optó por un título público: el máster en Economía de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Buscaba un profesorado altamente cualificado y con vocación para la docencia. La UCM tiene mucho prestigio en República Dominicana”, apunta. Cuando volvió a su tierra natal tras conseguir el título, no recuperó su antiguo puesto de trabajo, sino que ascendió a un cargo más relevante.

Las universidades públicas siguen seduciendo a la mayoría de los graduados con su oferta de másteres. No obstante, los posgrados privados ganan terreno. Según el último informe del Ministerio de Universidades, hace 10 años los estudiantes matriculados en másteres privados representaban un 24% del total, mientras que en el curso pasado alcanzaron un 44%. Este crecimiento se produce a pesar de que la oferta de los títulos privados se mantiene por debajo a la de los públicos: 875 contra 2.742.

La menor cantidad de programas de estudio no ha entorpecido el desarrollo de la educación privada. Según los datos de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), esas instituciones se han prácticamente triplicado en las últimas décadas, desde cuando se creó la última universidad pública, la Politécnica de Cartagena, en 1998. Eran 16 en 1997 y actualmente hay 43 autorizadas y sigue habiendo proyectos de universidades privadas pendientes de aprobarse.

Una de las razones detrás del mayor dinamismo del sector privado concierne la menor burocracia a la que tiene que enfrentarse. Eva Porto, especialista en el entorno laboral que cuenta con casi 800.000 seguidores en Instagram, considera que las instituciones privadas tienen mayor flexibilidad a la hora de producir títulos propios. “Prestan especial atención a las necesidades de las compañías y las proyectan en sus programas de estudio. En cambio, los títulos públicos pueden quedarse más desactualizados, porque solo renovar el temario requiere tiempo”, asegura.

Al estar sometidas a menos rigideces en cuanto a su organización interna, las universidades privadas pueden fomentar una colaboración más estrecha con grupos empresariales, matiza Montse Álvarez, miembro del gabinete técnico de la Fundación CYD. No es baladí que se estén especializando en másteres del ámbito de la empresa y del marketing, más orientados al mercado laboral. Según Vera Sacristán, directora del Observatorio del Sistema Universitario, el atractivo de los másteres privados para los estudiantes consiste en la jugosa red de contactos que les pueden ofrecer. “Un título privado relacionado con el mundo de los negocios suele seleccionar muy cuidadosamente a sus alumnos para establecer una trama de relaciones muy enfocada en la profesión a la que se dedicarán”, explica. La investigadora explica que justo por este motivo muchos estudiantes de carreras empresariales a menudo prefieren cursar un máster privado para conseguir un empujón en su trayectoria profesional.

Alberto Gavilán, director de talento de Adecco, coincide en que las instituciones privadas apuestan por un posicionamiento muy fuerte con las empresas para diferenciar su producto y acercar a los alumnos a un empleo. “Muchos estudiantes de títulos privados empiezan a trabajar en el mismo sitio en el que han realizado las prácticas. A veces, los que tienen un máster público, siendo igual de buenos, tienen menos opciones de acceder al mercado laboral”, añade. Los beneficios tienen un coste: según el informe de la OCDE Education at a Glance, un máster privado en España en el curso 2019-2020 era de media cinco veces más caro que uno público. Sin embargo, los precios varían en función de la institución que ofrece el título y esta brecha puede ser aún más amplia. Por ejemplo, Senovilla pagó alrededor de 28.000 euros para el máster en Dirección Financiera de Esade. En cambio, el posgrado en Economía de la UCM que cursó Gómez vale menos de 3.000 euros.

Por su parte, Sacristán hace hincapié en que el prestigio de una universidad no depende solo de los contactos que proporciona, sino también de la calidad de su profesorado. Este aspecto, junto a los testimonios buenos de los estudiantes de las promociones anteriores, animó a Joel Ramírez (27 años) a elegir el máster en Ciencia de Datos de la Universidad Politécnica de Madrid, una institución pública, donde ya había estudiado el grado. Lleva dos años como científico de datos en el Banco Santander y no se arrepiente de su camino formativo. “Nunca he llegado a plantearme un cambio al sector privado”, afirma.

Joaquín García, manager de Data Analytics de Enagás, cerca de su oficina en Madrid.
Joaquín García, manager de Data Analytics de Enagás, cerca de su oficina en Madrid. Carlos Rosillo

Otro factor que explica el incremento de estudiantes en másteres privados tiene que ver con la modalidad de enseñanza. De acuerdo con los datos de la Fundación CYD, el 46% de los másteres oficiales se puede cursar también de forma telemática o híbrida. En las públicas, solo un 16% ofrece esta posibilidad. Sacristán anota que los posgrados tienen dos tipos de estudiantes: el que acaba el grado y decide seguir con sus estudios y el que, tras acabar la carrera, se pone a trabajar y luego vuelve a formarse. “Este segundo se inclina hacia un posgrado no presencial, porque ya tiene la jornada laboral ocupada”, comenta. Es el caso de Joaquín García (35 años), que escogió el máster en Big Data de la Universidad Europea de Madrid, porque lo podía compatibilizar con su trabajo, entre otras razones. “Las clases se impartían el fin de semana. Eran pocas horas, pero suficientes para complementar los conocimientos que ya tenía”, cuenta.

Más empleabilidad

El temor a no encontrar empleo impulsa muchos estudiantes a optar por un posgrado privado. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (2019) indican que los alumnos de las universidades privadas tienen mejores índices de inserción laboral. Entre los egresados de máster del curso 2013-2014, no solo tienen una tasa de empleo ligeramente más alta (92,8% contra 85,2%), sino que su sueldo es mayor. Un 36% de los titulados de másteres privados cuentan con un salario superior a 2.000 euros frente a un 23% de los que eligieron uno público.

Gavilán recomienda coger estas estadísticas con las pinzas, puesto que posiblemente entre los titulados de másteres privados se incluye a algunos directivos con mucha trayectoria que ya cuentan con un salario muy alto y se meten en un posgrado para consolidar su carrera. Porto cree que las empresas no valoran de forma diferente a un titulado de máster público de uno privado: “Las compañías que saben cómo se trabaja en un cierto posgrado, pueden reclutar candidatos directamente entre sus alumnos. Pero la procedencia de una universidad pública o privada no suele ser tan determinante”.

Si las privadas siguen horneando títulos, es posible que la oferta formativa sea cada vez más heterogénea tanto en la modalidad de enseñanza (virtual, presencial o mixta) como en la duración de los programas. Rosario Sierra, directora de Negocios de LinkedIn en España y Portugal, considera que los estudiantes de un máster prefieren adquirir habilidades más específicas en un plazo de tiempo más corto. “Las escuelas de negocios no paran de lanzar programas que duran incluso menos de un año, y que están enfocados en los contenidos que demanda el mercado, como el dominio de las tecnologías de la información y de las herramientas digitales en el sector financiero”, zanja. Eso sí, ante una oferta tan variada, puede que la elección se complique cada vez más.

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