Másteres para que los ‘baby boomers’ se reinventen

Ya no es la experiencia un grado, sino una carga en el ámbito de la empleabilidad, sobre todo desde hace unos años. La edad es un handicap, aunque esté sobradamente preparado. Si tiene más de 45 años, es un silver o un sénior y ya mayor para trabajar; por muy cualificado que esté, tiene muchas papeletas de ser víctima de expedientes de regulación de empleo (ERE), reestructuraciones empresariales y despidos. Son los baby boomers españoles, aquellos que nacieron desde finales de los cincuenta hasta principios de los setenta, en plena madurez profesional y demasiado jóvenes para la jubilación, pero carne de cañón del desempleo.

Una tendencia, pero, sobre todo, “un problema que se ha instalado en muchos países del mundo, no solo en España”, denuncia Ignacio Sacaluga, director del área de posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Europea. Un estudio publicado por Naciones Unidas a finales de 2021 advertía: “La mitad de las personas tiene actitudes edadistas [­discriminación laboral por razones de edad]”. Una realidad que, según los expertos de la ONU, “empobrece la salud física y mental, reduce la calidad de vida de los séniores y cuesta miles de millones de dólares a los países de todo el mundo”.

La experiencia es “muy importante, pero, sobre todo, mantenerse actualizado”, anima María Obiols, directora de Careers de Esade. “Hay que ser consciente de nuestra situación, de nuestras opciones y posibilidades. Es útil parar, pensar y trazar un plan de acción que nos permita avanzar con seguridad y confianza”, continúa Obiols.

Una de estas fórmulas es volver a las aulas y cursar algún MBA para mejorar las posibilidades de empleo, emprender tu propio negocio o autoemplearse. “El saber no ocupa lugar, pero tiene un coste que no debemos considerar como tal, sino como una inversión”, reconoce Juan Carlos Alcaide, profesor de ESIC en grado y posgrado y experto en silver economy.

“Es evidente, según todos los ratios”, prosigue Alcaide, “que las personas séniores que salen adelante en una crisis profesional son, con diferencias estadísticamente muy significativas, las más cualificadas, más actualizadas, más conscientes. La única ventaja competitiva es la confluencia entre experiencia y actualización, el reciclaje y la consideración de que camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”.

Presencias importantes

Volver a las aulas con más de 45, además de una oportunidad para actualizarse, aprender nuevos contenidos y ahondar en nuevas tendencias de liderazgo, estrategia o gestión, supone “una muy buena ocasión de hacer networking (red de contactos) y establecer nuevas relaciones a las que acudir cuando abordamos un reto, con las que contrastar, con quienes sentirnos acompañados, entendidos o aprender de ellos, de sus negocios, sus logros y experiencias, también extraídas de sus posibles fracasos”, puntualiza Almudena Eizaguirre, directora general de Deusto Business School.

En opinión de Sacaluga (Universidad Europea), “hay que cambiar la manera de entender la formación como una etapa que se cierra al finalizar una titulación universitaria”. Los expertos de la red internacional Global Apprenticeship Network (GAN) pronostican que “las personas tendrán que reinventarse hasta siete veces a lo largo de su vida profesional”. Una realidad a la que se suman las nuevas profesiones que empiezan a emerger como consecuencia de la automatización y de las nuevas formas de trabajo vinculadas a la tecnología y a la digitalización.

Los expertos coinciden en que hay que ser conscientes de que en los próximos años habrá perfiles profesionales que quedarán totalmente obsoletos y aparecerán otros nuevos que ni siquiera imaginamos. No se trata tanto de “poner en marcha MBA específicos en función de la edad, sino de ofrecer la posibilidad de que quienes acudan a las aulas puedan cursar estudios destinados a realizar un upskilling (enseñar nuevas competencias para optimizar un desempeño profesional) o reskilling (reciclaje profesional), tan relevantes en estos tiempos”, precisa Almudena Eizaguirre (Deusto).

Otro handicap que tienen los silver o mayores que se quedan fuera del mercado laboral en España, y a diferencia de otros países, es convertirse en un freelance y aportar sus conocimientos y experiencia como consultor independiente “a una empresa o prestando servicios relacionados con el área de expertise a varias compañías u optar por un proyecto de Interim Management (dirección interina)”, recalca María Obiols (ESADE), y aporta un dato: “Los emprendedores que más éxito tienen son aquellos que se embarcan en proyectos con más de 40 años”.

Uno de los problemas que detectan los expertos a la hora de emprender o trabajar como freelance es que “la mayoría de las personas no saben venderse, ni tienen el hábito de atraer o gestionar clientela, ni siquiera son conscientes de qué pueden ofertar”, señala Carlos Alcaide (ESIC). Y esas herramientas de análisis, de gestión, de tendencias sociales y de mercado, locales y globales y, por tanto, “salidas profesionales que pasan del humo a la concreción de negocios, es decir, yo como marca, yo como emprendedor, yo como socio, como inversor, como asesor, como partner, yo como negocio, en suma, las encontramos en un MBA”, añade el profesor de ESIC.

El cambio de rumbo profesional en torno a los 50 no solo es posible, sino que cada vez se ven más casos de éxito, coinciden los expertos. “Los profesionales séniores no empiezan de cero, cuentan con un bagaje muy valioso: su experiencia y enorme talento. Solo necesitan ampliar el foco; adquirir nuevos conocimientos, herramientas y habilidades, así como considerar otro tipo de posibilidades profesionales como el emprendimiento, la consultoría, el coaching laboral, el mentoring (tutoría)… Las oportunidades son muy grandes”, enfatiza Sacaluga (Universidad Europea).

A pesar de todo y de un contexto poco favorable para los mayores, “en los últimos tiempos se ha suscitado un movimiento tendente a advertir de la incongruencia que supone dejar escapar el talento sénior de las empresas, ya que es un hecho reconocido que la diversidad es uno de los factores más enriquecedores para una compañía”, concluye Eizaguirre (Deusto).