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Más empatía entre algoritmos

Menos valoradas en el contexto digital, las carreras humanísticas aportan el enfoque crítico que requiere la evolución tecnológica

Extra Formación 08 Mayo A girl looks up at the ceiling, under the columns of the Athenian Academy
sarra22 (Getty Images/iStockphoto)

Las carreras humanistas no suelen salir bien paradas en los rankings de grados universitarios con mayor empleabilidad. La mayoría de las titulaciones de esta rama del conocimiento suelen aparecer en la mitad inferior de las tablas de clasificación. “Por los datos que nosotros manejamos, considero que no es cierto que los egresados en Humanidades alarguen las colas del paro. El mundo humanístico no es tan cerrado como puede parecer en apariencia”, defiende Guillermo Alvar Nuño, coordinador del Grado de Humanidades de la Universidad de Alcalá.

Para Beatriz Tejada Carrasco, subdirectora del Laboratorio de Innovación de Humanidades Digitales (­LINHD) de la UNED, es cierto que la empleabilidad de estas titulaciones “se ha limitado mayoritariamente” a campos como la gestión cultural y del patrimonio, el sector del libro y la edición, la enseñanza y la investigación para aquellos que optaban por la carrera académica. Sin embargo, recuerda que tener estudios universitarios, de cualquier tipo, “siempre facilita la búsqueda de empleo y garantiza un filosofía

laboral más prometedor”. Así lo demuestran los datos del INE y de Eurostat, que en 2020 otorgaban a las titulaciones universitarias 20 puntos más de empleabilidad respecto a los estudios de educación secundaria (75,2% y 55,7%, respectivamente).

Podría parecer que en un mundo cada vez más digital y dominado por la tecnología, las carreras humanistas tienen menos sentido que nunca. Sin embargo, para todos los expertos consultados el razonamiento es justamente el contrario. “Los cambios y transformaciones que trae la tecnología requieren de un enfoque crítico que nos permita identificar las principales características de la sociedad digital, entender sus lógicas y adaptarse a los cambios”, afirma la subdirectora del LINHD, quien considera que la formación humanista dota al estudiante “de una determinada estructura o desarrollo mental que tiene que ver con la comprensión crítica y un pensamiento analítico que le permiten establecer conexiones entre diferentes formas de conocimiento, la diversidad cultural y la multiplicidad de valores”.

Amplitud de pensamiento

Este extremo lo han sabido ver las compañías tecnológicas más punteras del mundo. Desde hace años, los medios de comunicación se han hecho eco, con cierta sorpresa, de cómo empresas como Microsoft, Apple o Google incorporan cada vez a más perfiles humanistas a sus plantillas. “Estos perfiles pueden aportar un horizonte de pensamiento ampliado en un buen número de cuestiones de gran interés para los gigantes digitales como, por ejemplo, su filosofía de trabajo, los valores que quieren incorporar a su empresa o el lenguaje estético de sus marcas”, sostiene Óscar Cubo, coordinador del grado de Filosofía de la Universidad de Valencia. Además, en la actualidad, para Elena Cantarino, vicedecana de Estudios de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Valencia, cada vez se habla más de una competencia global definida por dimensiones como conocimiento y comprensión, destrezas cognitivas centradas en el pensamiento analítico y el pensamiento crítico, desarrollo de actitudes como la apertura a la diversidad cultural, el respeto a la otredad, la conciencia global y la responsabilidad, que los estudios humanistas “aportan y desarrollan notablemente”.

Ciencia y creatividad

Matiza Beatriz Tejada Carrasco que esa realidad de las grandes empresas tecnológicas norteamericanas aún está lejos de llegar a España, pero no tiene duda de que acabará imponiéndose. La prueba, para ella, es la reciente incorporación de la letra A —de arte— al acrónimo anglosajón STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), ahora reescrito STEAM. “La A humanística incorpora la creatividad, porque sin pensamiento creativo el avance científico-tecnológico no es posible”, sostiene esta experta, que considera que los perfiles humanistas aportan también, en este contexto tecnológico, “la ética y el lado antropológico y empático a la interacción humano-máquina”.

El hecho de que estas salidas profesionales aún no estén tan instauradas en España como en EE UU se demuestra también en el hecho de que los estudiantes de las carreras humanistas no acostumbran a entrar en ellas con estas potenciales perspectivas laborales en mente. Sin embargo, según Jesús Ángel Jiménez García, vicedecano de Docencia de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca, “cada vez es más frecuente que los estudiantes descubran a lo largo de su periodo de formación esas salidas, así como el hecho de que los trabajos multidisciplinares son imprescindibles en la sociedad actual”.

Títulos muy vocacionales

Para Beatriz Tejada Carrasco, la elección de la Universidad, y de la propia carrera, debería escapar a la lógica del mercado y no transformarse en una suerte de formación profesional: “La Universidad debe ofrecer una educación más allá de su aplicabilidad a puestos de trabajo concretos, que incorpore cierta transversalidad y una determinada actitud hacia el conocimiento y el aprendizaje”. Y esa actitud, defiende Guillermo Alvar Nuño, la fomentan las carreras humanísticas: “Borges decía que la Universidad está para enseñar cosas muy lejanas en el espacio o en el tiempo, porque lo que tenemos cerca nos lo pueden enseñar profesiones como el periodismo”.
Ambas ideas, escapar a la lógica del mercado y la ambición por aprender, se pueden aplicar a las carreras humanistas, estudios muy vocacionales según los expertos. “En el grado de Humanidades nunca se profundiza mucho en ningún tema concreto, pero a cambio se les ofrece a los estudiantes un panorama cultural muy amplio, así que los alumnos con esa vocación panorámica o los más indecisos respecto a qué carrera elegir suelen optar por Humanidades”, señala el coordinador del grado de Humanidades de la Universidad de Alcalá.
Óscar Cubo señala que los estudiantes de Filosofía comparten “un interés vital por el pensamiento y su historia”, una vocación que, sostiene, arraiga “en el valor” que dan los estudiantes a la Filosofía “para su desarrollo personal e intelectual”. 

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