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Ercros: así es el rey del cloro

La química consigue trasladar el incremento de los costes a los precios de sus productos sin perder ventas y promete una lluvia de millones a los accionistas

Planta de formol en Tortosa (Tarragona) de Ercros.
Planta de formol en Tortosa (Tarragona) de Ercros.ORIOL CONESA FABREGUES
María Fernández

Ercros es una de esas empresas de mediana capitalización (344 millones de euros) que no suelen dar grandes sustos a los accionistas ni tampoco excesivas alegrías. De hecho la cotización actual, de 3,4 euros, está lejos de sus máximos de los últimos cinco años. Es una típica industria (en su caso química) centrada en el largo plazo, en remunerar bien al mercado y en mantener firmes las ventas. Pero en estos tiempos extraños pasan cosas inesperadas. El año pasado la centenaria compañía catalana dio un salto inusual en facturación del 40% (850 millones) y de golpe multiplicó sus beneficios por siete, de modo que este año repartirá 21,5 millones como premio (la mitad de las ganancias) entre los inversores.

Su presidente, Antonio Zabalza, reconoce por videoconferencia que 2021 fue complicado porque subieron de forma muy pronunciada los precios de la electricidad (son una industria electrointensiva), el gas, los derechos de emisiones de CO2… “¿Cómo conseguimos estos resultados? Fuimos capaces de trasladar al precio final estos incrementos y de aumentar el volumen de nuestras ventas”, resuelve. Y lo más importante, por el momento no han notado caídas en la demanda (el primer trimestre siguió siendo bueno). “El segundo semestre ofrece menos visibilidad. El fuerte incremento de precios acabará afectando a la actividad económica. Es posible que hacia el final del año se empiecen a apreciar efectos recesivos en la economía”, vaticina.

Las 10 fábricas que tiene Ercros producen derivados del cloro (acido clorhídrico, ATCC, PVC) para todo tipo de usos industriales, desde tabletas para piscinas o tratamiento de aguas a blanqueo de pasta de papel, sin contar con las infinitas aplicaciones del PVC en la construcción. De su división de química intermedia salen colas y resinas para la industria de la madera, el automóvil o la electrónica, y su división de farmacia, con una fábrica en Aranjuez, produce ácido fusídico, eritromicinas y fosfomicinas para elaborar antibióticos. “Somos una empresa que viene de un pasado complejo y que ha tenido que afrontar un severo proceso de reestructuración industrial… pero en el periodo que va de 2016 a 2021 hemos remunerado al accionista con un total de 82 millones de euros”, recuerda Zabalza. Se refiere a un cambio que tuvieron que hacer en 2017 para cumplir una directiva europea que les llevó a sustituir la tecnología de mercurio por otra menos agresiva y que, entre otras cosas, les obligó a parar su fábrica de Flix 118 años después de poner en marcha la primera planta electrolítica de España.

Lo importante es el plan

Aquello no fue nada comparado con lo que vendría después fruto del escenario macroeconómico. En empresas como la suya, las inversiones que proyectan son considerables y se planifican con tres o cuatro años de antelación. Por eso dan mucha importancia a los planes estratégicos. Pero diseñarlos se está volviendo una tarea para funámbulos. “Cada vez hay más incertidumbre y la planificación se hace más compleja. Sin embargo, nuestra experiencia ha sido muy buena. El plan anterior se cumplió rigurosamente. El actual, llamado Plan 3D (2021-2025), está concebido con el objetivo de hacer de Ercros una empresa sostenible”, continúa Zabalza. También es una empresa cuidada por la administración: el año pasado recibió 10,6 millones en subvenciones (por emisiones indirectas de CO2, consumo electrointensivo y otras). A su vez, Ercros gastó 18 millones en evitar o tratar la contaminación. Para 2025 reducirán sus emisiones un 39% y en 2050 serán una empresa sin emisiones netas. Ocurrirá de manera progresiva, ya que poco a poco dejarán de recibir derechos gratuitos para emitir CO2.

Y ahora que Europa ha optado decididamente por impulsar la cadena de producción del hidrógeno verde, en Ercros están dispuestos a aprovechar la oportunidad. Cada año generan unas 5.000 toneladas, pero no procede de fuentes 100% renovables. Una parte las venden y otras las utilizan para sus procesos industriales. “Tenemos un proyecto en Sabiñánigo para la construcción de una planta de producción semiindustrial de hidrógeno mediante electrólisis de agua. Una planta para aprender y experimentar con esta nueva tecnología”, explica. Y añade que, aunque el hidrógeno verde (producido a partir de energías limpias 100% y sin emisiones en el proceso) no sea económicamente viable ahora mismo, le ocurrirá lo que a la energía eólica o solar, y en cinco o diez años será competitivo.

Otro de sus objetivos es reducir su particular dependencia de las ventas de una familia de productos. “Hay una ligazón entre el PIB y la evolución del negocio del cloro-sosa, de modo que el ciclo económico nos afecta de forma importante. Pero tenemos otros dos negocios que están menos ligados a la evolución del PIB: química intermedia y farmacia, que también son rentables e interesantes, y vienen a representar una especie de seguro. Por eso hemos prestado siempre una atención importante a la diversificación”.

A estos desafíos de Ercros se añade la digitalización, que está transformando sus fábricas. Una revolución que para Zabalza empieza por el mantenimiento de las máquinas, que tradicionalmente venía obligando a hacer paradas para las correspondientes revisiones. Dejará de ser así: sensores colocados en lugares críticos harán que el mantenimiento se convierta en predictivo, que puedan llegar a anticipar los problemas de desgaste de cada pieza para evitar tirar de calendario al mismo tiempo que se aumenta la seguridad. Pero para eso necesitarán de un personal más digitalizado. Aprovecharán el crecimiento vegetativo (la media de edad en la plantilla es de 47 años) para incorporar perfiles digitales a medida que los veteranos se vayan jubilando.

Y mientras, se mantendrá la generosa política de retribución al accionista (fijada hasta el 2024) fijada en el 50% del beneficio, aunque condicionada a que la empresa obtenga un mínimo de 10 millones y que se cumplan varias ratios financieras.


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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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