El Sabadell y la táctica del caracol indigestan al pez gordo
El banco catalán ha cimentado la estrategia en defender su seña de identidad y en alertar de los riesgos que implica un gigante como el BBVA

En la primera comparecencia ante la prensa tras haber decidido devolver la sede social del Banco Sabadell de Alicante a Cataluña, el consejero delegado de la entidad, César González-Bueno, no ocultó su disgusto ante una pregunta que inquiría cómo se protegería un banco “pequeño” como el Sabadell del abrazo del oso que pretendía darle el BBVA. González-Bueno, orador fino como un martillo, negó que la entidad vallesana sea una frusilería. Un beneficio de 1.800 millones de euros el año pasado no es cualquier cosa, pero el tamaño en activos del BBVA es de 776.000 millones de euros y el del Sabadell se queda en 252.000 millones. La magnitud de las cifras ha claudicado ante el empuje de las letras que articulan el relato que ha construido la cúpula directiva del Sabadell: el tamaño importa pero, a veces, menos es más y González-Bueno, lo mismo que el presidente Josep Oliu, se ha esforzado en difundir la idea de que para el accionista del Sabadell nada era tan rentable como quedarse en casa. En pleno fragor de los últimos días de la pelea, Oliu incluso recomendó “tirar a la papelera” la oferta del BBVA.
El pez gordo se ha indigestado con el pez pequeño. El presidente del BBVA, Carlos Torres, ha repetido en público durante los últimos meses que la entidad que pilota tiene “escala global” y que la ofensiva contra el Banco Sabadell perseguía seguir ensanchando la estructura de una marca con solvente presencia internacional —más de la mitad de su negocio procede de México y Turquía— y que el año pasado tuvo unos beneficios de 10.000 millones de euros. “El BBVA infravalora al Sabadell”, repetían casi al unísono Oliu y González Bueno. “Se trata de la valoración más atractiva que el Sabadell ha tenido en más de una década”, replicaba Torres, para convencer a los accionistas del Sabadell de las bondades de la oferta del BBVA.
“El BBVA ha demostrado no conocer a los accionistas del Sabadell”, manifiesta Jordi Casas, presidente de la Asociación de Accionistas Minoritarios del Banco Sabadell. Fue el primero en dar señales de vida al conocerse el fiasco de la opa. “Nos han hecho sufrir durante 16 meses solo por un obsesión del BBVA”, reprocha. “El BBVA se ha equivocado completamente, el sistema financiero español necesita al Banco Sabadell “, clamaba Casas. Y se refería expresamente a la relación, buena, que la entidad vallesana ha trabado con las pequeñas y medianas empresas.
Ágil de cintura, cercano en el trato y previsible en las condiciones. Son valores a los que se ha abrazado el Sabadell como señas de identidad para protegerse del asedio del gigante BBVA. En plena opa el banco catalán incluso optó por encogerse. Como el caracol que busca enroscarse bajo su caparazón, el Sabadell decidió desprenderse de su filial británica, TSB, por más de 3.000 millones de euros. Dinero fresco para seducir a los accionistas y menos lastre para poder maniobrar a la defensiva.
La entidad catalana incluso ha tenido la capacidad de transformar en beneficio propio un revés en toda regla: el que le propinó el consejero mexicano de la entidad, el inversor millonario David Martínez, propietario de casi el 4% de las acciones del banco, cuando defendió la conveniencia de aceptar la propuesta del BBVA. “No es representativo del tipo de accionista que tiene el Sabadell”, replicaban desde la dirección del Sabadell.
El BBVA ya no podrá, por ley, volver a lanzar una opa para hacerse con el Banco Sabadell durante un año. Esta ofensiva —no es la primera vez que lo intenta, ya que el banco bilbaíno quiso hacerse con el Sabadell ya en 2020, sin éxito— empezó el 30 de abril de 2024, cuando el BBVA comunicó a la CNMV su propuesta para una posible fusión, que fue rechazada de entrada por el Sabadell y por la mayoría de fuerzas políticas, empresariales y sindicales, especialmente en Cataluña. El 9 de mayo el banco presidido por Carlos Torres confirmó sus intenciones con la presentación de una opa hostil, con una oferta que en ese momento era de una acción del BBVA por 4,83 acciones del Sabadell.
Desde entonces se han sucedido los meses en una intensa batalla de marketing que ha llenado las calles, las radios y las televisiones de anuncios cruzados, con golpes de efecto como el retorno de la sede social del Sabadell a Cataluña, la consulta pública que abrió el Gobierno para decidir cuál sería su posicionamiento después de que la CNMC diese a conocer sus restricciones, o la venta del banco británico TSB por parte del Banco Sabadell para poder desembolsar un dividendo extraordinario histórico. Entre estos vaivenes, una de las claves han sido las varias modificaciones del precio: a medida que pasaban los meses, el banco vallesano iba aumentando de valor en Bolsa, aupado por el interés de la opa, lo que dejaba la oferta inicial en una situación muy mejorable. Ya en marzo de 2025 el BBVA tocó el precio, en agosto lo volvió a hacer y en septiembre la subió de nuevo hasta el precio final.
Oliu y González Bueno han defendido ante los accionistas la necesidad de masticar bien, poco a poco, y señalar que la glotonería del BBVA puede acarrear una mala digestión. El presidente anunció que pensaba encender un puro cuando fracasase la opa. Si se le hacía notar que él no es fumador rectificaba, y decía que, entonces, mejor descorcharía alguna botella. Al final de la partida el Sabadell derrama champán. El BBVA rebusca sal de frutas.
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