La inflación encadena cinco meses al alza en la zona euro y llega al 2,5%
El repunte de la energía y los movimientos arancelarios de Trump introducen incertidumbre en la evolución de los precios en los próximos meses
La crisis de precios ha pasado, pero consolidar la inflación en torno al 2% -ese objetivo taumatúrgico que tiene grabado a fuego el Banco Central Europeo- no está siendo fácil. En enero, la inflación ha vuelto a subir por quinto mes consecutivo, una décima más que elevan el índice de precios al consumo en la zona euro hasta el 2,5%, según la oficina europea de estadísticas. En este último repunte, han vuelto a recuperar protagonismo las cotizaciones energéticas, que, de nuevo, han visto encarecerse al gas. La inflación subyacente, por su parte, a la que se le restan la marcha de los productos más volátiles, como los alimentos frescos y la energía, sigue en el 2,7%.
Lo sucedido con los precios en los últimos meses muestra que todavía hay bastante incertidumbre en torno a los precios. Y eso se traslada también a las decisiones sobre política monetaria del BCE, atrapado entre esa incógnita y una economía que se ha enfriado bastante en la parte final de 2024. El consejo de gobierno de la autoridad monetaria redujo un cuarto los tipos de interés la semana pasada, lo dejó en el 2,75%, y su presidenta, Christine Lagarde, se mostró confiada en que la inflación “retornará al objetivo del 2% a medio plazo a lo largo de este año”.
Casi todas las previsiones ya apuntaban a que a finales del año pasado y primeros meses de esto, incluso a enero concretamente, con un periodo en que la inflación iba a repuntar. Había varias causas que lo explicaban. En primer lugar, un efecto meramente estadístico: en la comparación anual empezaban a desaparecer los meses en los que los precios habían estado muy altos en 2023 y ya iba a dejar de tener efectos positivos. También ha tenido un papel importante el final de varias ayudas que se pusieron en marcha para contener a los precios durante los peores momentos de la crisis, por lo que vuelve a producirse un efecto escalón en la estadística. Y, además, la cotización del gas ha vuelto subir: Ucrania ha cortado el paso al gas ruso por los gasoductos que cruzan por su territorio y eso supone, en definitiva, menos oferta con la misma demanda. “Los precios de la energía han vuelto a subir y las empresas esperan repercutir el aumento de los costes en los consumidores, ya que las encuestas empresariales indican una mayor inflación de bienes y servicios en los próximos meses”, explica una nota emitida por el servicio de estudios del banco holandés ING.
Este último capítulo es el que introduce más incertidumbre por ahora en las previsiones. No obstante, tampoco se pueden olvidar las reiteradas amenazas del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de elevar los aranceles y desatar una guerra comercial. Para ver cómo se concreta este riesgo, habrá que esperar a que Washington dé los pasos que ya ha dado contra México, Canadá y China, y a la respuesta europea. Probablemente, sea esta última la que pueda tener más influencia en la marcha de la inflación. Aunque hay otros factores que pueden influir sobre los precios, por ejemplo, el mercado de divisas: una revalorización fuerte del dólar encarece las importaciones desde Estados Unidos, lo mismo que una devaluación del euro.
Más despejado parece el horizonte por el lado de los salario a tenor de los comentarios que hace ING: “El crecimiento salarial se reducirá sustancialmente hacia finales de año, se prevé que desaparezca uno de los principales motores actuales de la inflación interna”.
Con todos estos elementos, los analistas neerlandeses afirman: “El Banco Central Europeo ve una economía lenta y parece bastante convencido de que la inflación está ya bajo control. Pero con los riesgos inflacionistas aún presentes y la incertidumbre en aumento, la cuestión es hasta qué punto el BCE puede bajar los tipos para dar un respiro a la economía”.
También deberán tener en cuenta en Fráncfort la disparidad de IPC que hay en el conjunto de la zona euro. Mientras España y Alemania se acercan al 3%, y países como Bélgica, Eslovaquia o Croacia por encima del 4%; Francia e Italia están por debajo del 2%.
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