Las tensiones comerciales y la incertidumbre lastran el avance de la economía global
El Banco Mundial mantiene sus previsiones y estima un crecimiento del 2,7% para este año y el siguiente
El momento más duro ha pasado, pero nuevos obstáculos se ciernen sobre el horizonte y ensombrecerán el crecimiento de la economía global: avanzará un 2,7% tanto este año como el próximo, lastrado por el peor desempeño de los dos mayores actores mundiales, China y EE UU, y amenazado por las tensiones comerciales y un clima de incertidumbre generalizado. De hecho, las tasas son iguales a las de 2024 y serán inferiores a las que se registraban antes de la pandemia —en concreto, 0,4 puntos porcentuales por debajo del promedio de 2010-2019—, según pronostica el Banco Mundial en su último informe Perspectivas económicas mundiales, publicado este jueves. Las economías en desarrollo experimentarán el trago más amargo, pues su progreso no será suficiente para detener la pobreza y acercarse a los niveles de ingresos de los países avanzados. “En total, se estima que el crecimiento potencial mundial ha disminuido alrededor de un tercio”, concluye el organismo.
Los ingredientes de este crecimiento, “modesto, pero constante”, incluyen una inflación que irá amainando y se traducirá en ulteriores recortes en las tasas de interés —aunque seguirán en niveles más elevados que la década pasada—. Esto a su vez aliviará la carga del endeudamiento y afianzará el consumo. La otra cara de la moneda es un crecimiento del comercio inferior al de la década anterior en casi dos tercios de las economías y una desaceleración en el ritmo de convergencia de las rentas de los países emergentes y en desarrollo. Todo ello aderezado con riesgos palpables a la baja para la actividad global en su conjunto.
El primer flanco débil que destaca el Banco Mundial es “la intensificación de las medidas que distorsionan el comercio”, a las que tienen más exposición los países más rezagados y que se verán muy probablemente atizadas por la vuelta de Donald Trump, quien ya ha anunciado un giro proteccionista de la principal economía del mundo cuando llegue a la Casa Blanca el 20 de enero. El organismo calcula que las nuevas restricciones al comercio internacional impuestas en 2024 fueron cinco veces más que durante el periodo 2010-19, llevando a una caída del crecimiento económico general, que pasó de un promedio del 5,9% en la década del 2000 al 5,1% en la siguiente y al 3,5% en la de 2020. Por ello, pide una mayor cooperación internacional y reforzar el sistema de intercambio basado en reglas compartidas.
Por el otro lado está la incertidumbre, generalizada, tanto económica como geopolítica: siguen abiertos los conflictos en Ucrania y en Oriente Próximo, y vivas las inestabilidades en otros lugares del mundo, como en África, que podrían afectar a los intercambios de bienes y servicios y trastocar los mercados de materias primas. Otros focos de riesgo son el posible repunte de la inflación, la vulnerabilidad de la deuda soberana en muchos países, el cambio climático, un desempeño más flojo de las grandes economías y una mayor fragmentación comercial. De materializarse, rebajarían aún más el crecimiento; si el proceso de desinflación continuara y las mayores economías reforzaran su avance, el resultado global podría ser mejor de lo esperado.
Con todo ello, los países desarrollados crecerán un 1,7% este año y un 1,8% en 2026. EE UU experimentará una expansión de un 2,3% y un 2%, frente a los avances más anímicos de la zona euro, del 1% y el 1,2% (el informe no desgrana el crecimiento por países dentro de esta). Las economías emergentes progresarán a un ritmo más sostenido, del 4,1% en 2025 y del 4% en 2026 —China seguirá creciendo a tasas moderadas comparado con sus estándares, un 4,5% y un 4%, respectivamente—, que será sin embargo insuficiente para alimentar un desarrollo económico sostenido. “Terminarán el primer cuarto del siglo XXI con las perspectivas de crecimiento a largo plazo más desalentadoras desde el año 2000″, detalla el Banco Mundial.
Brecha
Las economías en desarrollo han ganado peso en los últimos años gracias al crecimiento intenso experimentado desde los años setenta y han aumentado su interdependencia en cuanto a capitales y remesas. Hoy en día representan el 45% de la economía global, cuando en el año 2000 solo implicaban el 25%. El zarpazo de la crisis financiera de 2008, sin embargo, frenó el avance. Los flujos recibidos de inversión extranjera directa (IED) se redujeron en porcentaje del PIB hasta quedarse en la mitad de lo que suponían a inicios de este siglo. En los últimos 10 años, con la excepción de China e India, las tasas promedio de crecimiento de la renta per cápita en los países emergentes han sido medio punto porcentual más bajas que en los avanzados, una evolución que ha ensanchado la brecha entre ricos y pobres.
“Los próximos 25 años serán más difíciles para las economías en desarrollo que los últimos 25 años”, ha señalado Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo del Banco Mundial. “La mayoría de las fuerzas que antes favorecieron su auge ahora se han disipado. En su lugar, han surgido factores adversos desalentadores: elevadas cargas de la deuda, escaso crecimiento de la inversión y de la productividad, y aumento de los costes del cambio climático. En los próximos años, las economías en desarrollo necesitarán un nuevo modelo estratégico que haga hincapié en las reformas internas para acelerar la inversión privada, profundizar las relaciones comerciales y promover el uso más eficiente del capital, el talento y la energía”, añade.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.