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El mundo se encamina a un exceso de petróleo en 2030 solo superado por el del confinamiento

La oferta crecerá el doble que la demanda en lo que queda de década, según la AIE. La electrificación del parque móvil y la eficiencia contrarrestarán el estirón del Asia emergente y el sector aéreo

Ecopetrol y PDVSA
Un pozo petrolero en Cabimas (Zulia, Venezuela), en noviembre de 2023.Gaby Oraa (Bloomberg)
Ignacio Fariza

El péndulo del mercado petrolero giró hace tiempo, dando paso a una nueva realidad que ha llegado para quedarse: sobra crudo, y cada vez más. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) proyecta este miércoles una situación de sobreoferta galopante en 2030, con duras consecuencias para los países y las empresas que más dependen de esta materia prima: para finales de la década el mundo producirá ocho millones de barriles más de los que consumirá. Para entonces, el brazo energético de la OCDE cree que la electrificación del parque móvil, el aumento de la eficiencia y la declinante generación de electricidad con crudo en los pocos países que aún lo emplean más que contrarrestarán el aumento de la demanda en el Asia emergente, o en los sectores de aviación y petroquímica.

La demanda mundial de crudo rondará los 105,4 millones de barriles diarios a finales de esta década, poco más de tres más que en 2023 —aunque empezará a picar a la baja en el tramo final del periodo—, según la Agencia. Los bombeos, entretanto, crecerán hasta los 113,8 millones —seis más que el año pasado— por el empuje de los países que no forman parte del cartel de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), con Estados Unidos y otros grandes productores americanos (Brasil, Canadá, Guyana, Argentina...) a la cabeza.

El resultado neto de ambas fuerzas contrapuestas será un “asombroso” saldo superavitario de ocho millones de barriles diarios, en palabras de los técnicos de la AIE. Una cifra, enfatizan, “nunca vista desde lo más crudo de los confinamientos para frenar la covid-19″, en 2020. “Una capacidad excedente tal podría tener consecuencias significativas para los mercados petroleros, tanto dentro como fuera de la OPEP, así como para la industria del fracking [fracturación hidráulica] en EE UU”, se lee en el estudio publicado a primera hora de la mañana de este miércoles. Un serio aviso a navegantes tras varios años de grandes réditos; un periodo que está cerca de tocar a su fin.

“A medida que el rebote pospandémico pierde fuelle, la transición energética avanza y la estructura económica de China cambia, el consumo de petróleo se desacelerará y hará pico en 2030″, proyecta el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol. “Con este gran excedente de oferta a la vista, las empresas petroleras harían bien en asegurarse de que sus planes y estrategias de negocio están preparadas para los cambios que vienen”. También los países que más dependen de esta materia prima.

De confirmarse esta tendencia, los actuales recortes voluntarios de oferta de la OPEP —sin los cuales el precio del petróleo habría entrado en barrena— se quedarán más que cortos en su intento de equilibrar el mercado. Se multiplicaría, así, la incertidumbre sobre el rumbo que pueda tomar el todavía poderoso club de los petroleros clásicos en los próximos años.

Mucho menos consumo en Europa

La caída de la demanda será particularmente importante en los países ricos, donde caerá en alrededor de tres millones de barriles diarios, al pasar de los 45,7 millones actuales a 42,7 en 2030. Al margen de la pandemia, para dar con una cifra similar hay que remontarse a 1991, en plena guerra del Golfo.

El tijeretazo sobre el consumo de derivados del petróleo será particularmente intenso en Europa: en siete años, el Viejo Continente registrará una caída media anual del 1%, para cerrar la década por debajo de los 14 millones de barriles diarios, un millón menos que a cierre de 2023. Tanto esta como el resto de previsiones de la AIE toman como base tanto las políticas energéticas —y de movilidad— puestas en marcha o anunciadas por los países como la tecnología disponible hoy. De ahí que, como ha aclarado Birol, cualquier cambio de rumbo en una u otra dirección también afectaría a estas cifras.

El centro de gravedad de la demanda pasará, así, del océano Atlántico —que, tras la salida de Rusia de la ecuación, concentra el grueso del tránsito petrolero rumbo a Europa— al este del canal de Suez, con un creciente trasiego entre Oriente Próximo y el resto de Asia. Con las sanciones, además, la producción rusa seguirá yendo mayoritariamente a China y la India. Entretanto, el déficit europeo de diésel y queroseno “centrará la competencia global en el mercado de los destilados medios”.

Alivio en las refinerías

Las tensiones de refino en los últimos tiempos —especialmente exacerbadas tras la invasión rusa de Ucrania— dejarán paso a una situación radicalmente distinta: aunque el aumento previsto en la capacidad de transformación de crudo en combustibles crecerá en apenas 3,3 millones de barriles diarios, mucho menos que en periodos anteriores, será “suficiente para atender toda la demanda”. En parte por la citada electrificación del parque móvil y en parte por el crecimiento en la producción de biocombustibles y de derivados del gas natural. Dos factores que, dice, abren la puerta tanto a un menor ritmo de refino en Asia a partir de 2027 como al cierre de refinerías en el tramo final de la década.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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