Los antiguos jefes de Twitter demandan a Elon Musk y le reclaman 129 millones de dólares en indemnizaciones
El magnate evitó compensarles tras el cambio de control alegando que los despidos eran procedentes: “Prometió vengarse de por vida”, dicen
Era una demanda cantada, aunque ha tardado casi año y medio en llegar. Los antiguos jefes de Twitter, incluido su consejero delegado, Parag Agrawal, tenían unos blindajes multimillonarios frente a su despido cuando Elon Musk compró la red social, que luego rebautizó como X. Musk, sin embargo, se negó a pagar esas indemnizaciones e incluso presumía de haber hecho una jugada maestra para adelantar el cierre de la operación y despedirles de forma procedente. Ahora, Agrawal y otros cuatro directivos reclaman al dueño de la red social una indemnización de 128,6 millones de dólares (unos 119 millones de euros) en una demanda interpuesta en un juzgado de California.
Los cuatro demandantes son Agrawal; el director financiero, Ned Segal; la responsable jurídica y de moderación de contenidos, Vijaya Gadde, y el consejero general, Sean Edgett. Despedir a los cuatro fue la primera decisión que tomó Musk al tomar el control de Twitter. Esos ejecutivos habían sido decisivos en la batalla legal emprendida contra Elon Musk para obligarle a comprar la red social cuando este quiso echarse atrás alegando excusas de todo tipo sin fundamento.
El folleto de la operación ya señalaba los blindajes o “paracaídas de oro”, como lo llamaba el documento, de varios ejecutivos. En la demanda, Agrawal reclama 57,4 millones de dólares; Segal, 44,5 millones de dólares; Gadde, 20 millones, y Edgett, 6,8 millones. Sarah Personette, directora de clientes, que tenía un blindaje de otros 20 millones, no entró en la primera ronda de despidos ni es parte en la demanda. Los cuatro demandantes reclaman, por tanto, 128,6 millones de dólares en indemnizaciones pendientes, más una reparación equitativa adicional, intereses y gastos legales.
La demanda es una cruda descripción de la manera caprichosa y tiránica de hacer negocios de Musk. Los exdirectivos sostienen que el magnate mostró una “especial ira” hacia ellos después de hacerse con la red social en 2022, prometiendo públicamente retener sus indemnizaciones para recuperar unos 200 millones de la operación de 44.000 millones de dólares, según consta en la demanda presentada el lunes en un tribunal federal del norte de California. La razón: “Representaron adecuada y enérgicamente los intereses de los accionistas públicos de Twitter durante todo el intento ilícito de Musk de incumplir el acuerdo. Por sus esfuerzos, Musk prometió vengarse de por vida”, señalan los abogados de Agrawal y los otros exejecutivos en la demanda a la que ha tenido acceso EL PAÍS.
“Bajo el control de Musk, Twitter se ha convertido en un delincuente, estafando a empleados, caseros, proveedores y otros. Musk no paga sus facturas, cree que las reglas no se aplican a él, y utiliza su riqueza y poder para pisotear a cualquiera que no esté de acuerdo con él”, añaden.
La demanda se hace eco de la descripción de la toma de control que se hace en la biografía de Musk que escribió Walter Isaacson. En ella, se presentaba el cierre anticipado de la operación como una jugada maestra para no pagarles las indemnizaciones. “Cuando estaba cerrando la adquisición, Musk dijo a su biógrafo oficial, Walter Isaacson, que ‘perseguiría a todos y cada uno’ de los ejecutivos y directores de Twitter ‘hasta el día en que se mueran’. Estas declaraciones no eran los meros desvaríos de un multimillonario egocéntrico rodeado de personas que no estaban dispuestas a enfrentarse a las consecuencias legales de sus propias decisiones. Musk presumió ante Isaacson específicamente de cómo planeaba estafar a los ejecutivos de Twitter en sus indemnizaciones por despido para ahorrarse 200 millones de dólares”.
Señalan que, “si alguien alrededor de Musk hubiera estado dispuesto a decirle la verdad, se habría enterado de que su plan [de adelantar el cierre de la operación y despedirles como despido procedente antes de que dimitieran por cambio de control] para negar a los demandantes sus indemnizaciones contractuales era un esfuerzo inútil que no resistiría el escrutinio legal”.
Explican que la “causa” de despido procedente en los planes de indemnización se limita a circunstancias muy limitadas, como ser condenado por un delito grave o cometer negligencia grave o mala conducta intencionada. Pero que no sirven como causa justificada “decisiones empresariales aprobadas por el consejo que no gusten a Musk” de la época anterior a que este fuera propietario de la empresa.
A principios de diciembre, X fracasó en la mediación ordenada por un tribunal para resolver las reclamaciones de miles de antiguos empleados de Twitter que afirman haber sido estafados en sus indemnizaciones por despido. También en diciembre, un juez de San Francisco rechazó la petición de X de desestimar una demanda de empleados que afirmaban que se les habían denegado las primas de 2022, a pesar de que en los meses previos a la adquisición de Musk se les había prometido que se les pagaría el 50% de las cantidades previstas.
Más frentes jurídicos
Los frentes judiciales se multiplican para Elon Musk después del varapalo que sufrió al anular una jueza una retribución récord de hasta 56.000 millones de dólares que el ejecutivo se había asignado en Tesla a través del consejo. Ahora, los abogados que lograron anular ese paquete han pedido a la jueza que les conceda acciones de la compañía por valor de 5.600 millones de dólares en concepto de honorarios legales, el 10% del importe de la demanda. De aprobarse, sería la mayor indemnización de este tipo. Los abogados de los casos derivados de la quiebra de Enron obtuvieron la cifra récord de 688 millones de dólares en honorarios legales en 2008. Los letrados alegan que la suma está justificada porque no habrían cobrado si hubieran perdido y el beneficio para Tesla de la anulación del paquete retributivo “ha sido masivo”.
Por su parte, Musk presentó la semana pasada una demanda contra OpenAI, la empresa responsable de ChatGPT, su consejero delegado, Sam Altman, y otros altos cargos de la organización, como Greg Brockman (presidente de OpenAI), por haber abandonado la misión original de la compañía que él cofundó: contribuir al desarrollo de la inteligencia artificial (IA) de forma desinteresada, sin ánimo de lucro, en beneficio de la humanidad.
Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.