En el museo del futuro de Nvidia
El gran triunfador de la inteligencia artificial, que nació en un restaurante de comida rápida en 1993, ha superado el listón de los dos billones de dólares
Muchas empresas de Silicon Valley nacieron en un garaje. Nvidia lo hizo en un restaurante de comida rápida. Denny’s está abierto 24 horas y es famoso por platos como su desayuno Grand Slam. En Denny’s, Jensen Huang, llegado de Taiwán cuando era un niño, se comió su primera hamburguesa y probó su primer batido. En un local de esa cadena, el hoy rey del sector tecnológico empezó a trabajar como lavaplatos cuando tenía 15 años. Y cuando tenía 30, decidió en Denny’s con dos amigos fundar Nvidia, una compañía que cerró en Bolsa este viernes por primera vez con un valor superior a los dos billones de dólares.
“He sido friegaplatos, ayudante de camarero, he servido mesas. Nadie puede llevar más tazas de café que yo”, dijo Huang en una visita reciente al restaurante de San Jose, en un cruce de la Interestatal 680, en pleno corazón de Silicon Valley, convertido en peculiar destino de peregrinaje tecnológico. “Empezar tu primer trabajo en el negocio de la restauración te enseña humildad, te enseña a trabajar duro, te enseña hospitalidad”, explicaba en la colocación de una placa conmemorativa, según se encargó de difundir la compañía.
En 1993, Huang, Chris Malachowsky y Curtis Priem se reunieron en ese Denny’s para hablar de la creación de un chip que permitiera gráficos 3D realistas en los ordenadores personales. Era el lugar perfecto para poner en marcha un negocio, según Huang, que por entonces vivía cerca con su mujer y sus hijos. “Tenía todo el café que podías beber y nadie podía echarte”, recordaba.
La empresa no tenía nombre cuando se fundó en 1993, así que los socios empezaron a usar NV, iniciales de next version, o próxima versión. Cuando llegó el momento de poner un nombre definitivo buscaron palabras que empezasen con las letras nv. Finalmente, del latín invidia (envidia) suprimieron la primera letra para poner su nombre final.
Nvidia fue pionera en el procesamiento gráfico de ordenadores y consolas de videojuego. En 1999, inventó la GPU, la unidad de procesamiento gráfico, que sentó las bases para un cambio profundo del sector. Para tener imágenes cada vez mejores, fue aumentando exponencialmente la potencia de sus procesadores, con capacidades para la robótica, la computación en la nube, la industria aeroespacial, la fabricación de armamento, el metaverso, las criptomonedas, la conducción autónoma, el reconocimiento de imágenes y la inteligencia artificial.
Los aceleradores H100 de la empresa se han hecho legendarios en el mundo de la tecnología y los clientes se apresuran a hacerse con el mayor número posible de ellos en plena carrera por la inteligencia artificial generativa. ChatGPT, de OpenAI, funciona gracias a decenas de miles de microprocesadores de Nvidia.
“La mesa donde se fundó una compañía de un billón de dólares”, reza la placa colocada en septiembre en Denny’s, que se ha quedado ya algo vieja. Exactamente, un billón de dólares vieja. Nvidia se ha erigido como el gran triunfador del auge de la inteligencia artificial gracias a la capacidad de computación de sus microprocesadores. Microsoft, Amazon, Google, Apple, Oracle, OpenAI, Anthropic y tantas otras compiten por liderar la inteligencia artificial, pero todas son clientes de Nvidia, al igual que firmas de robótica, conducción autónoma y biotecnología. “Ahora mismo es bastante más difícil conseguir GPU [microprocesadores gráficos de gran potencia] que drogas”, dijo Elon Musk hace unos meses. “Aunque eso tampoco es decir mucho en San Francisco”, bromeó.
El ascenso a los cielos de la compañía del logo del ojo verde ha sido algo en parte previsible y en parte inesperado. La explosión definitiva se produjo en mayo, cuando presentó resultados. “En los más de 15 años que llevamos haciendo este trabajo, nunca hemos visto una guía como la que Nvidia acaba de presentar con unas perspectivas para el segundo trimestre que, a todas luces, han sido astronómicas y que han arrasado las expectativas”, escribieron los analistas de Bernstein en un informe enviado a clientes. Básicamente, la empresa dijo que preveía unos ingresos de unos 11.000 millones de dólares en el segundo trimestre cuando el mercado esperaba menos de 7.200. Las acciones se dispararon y pocos días después se ganó la placa del Denny’s.
Unos lo vieron venir más que otros. Iván Bofarull, director de innovación de la escuela de negocios Esade, eligió Nvidia como una de las visitas clave de un programa de transformación digital para directivos impartido en Silicon Valley por Esade en colaboración la Singularity University en abril de 2017. “En 2017, Nvidia era una empresa en un momento único desde el punto de vista de posibles aprendizajes para un grupo de directivos de toda Europa”, explica casi siete años después Bofarull, que fue director académico del programa. “Se trataba de una empresa establecida en la industria del gaming, que estaba en un proceso de transformación, actuando como un nuevo jugador en la entonces incipiente industria de la IA. Ese doble carácter, el de un incumbente que defiende su tarta de negocio actual, pero que al mismo tiempo desarrolla un alter ego como un nuevo jugador que va a por una tarta de negocio distinta, era un dilema que la mayoría de directivos allí presentes tenía muy en mente en ese momento”, dice.
Según Bofarull, además, Nvidia ilustra de maravilla el proceso de transformación posible de una empresa. Por un lado, los hoy famosos chips de la compañía popularizaron la computación en paralelo, en lugar de la computación en serie, haciéndola más apta para la IA. Por otro, porque “Nvidia empleó una fórmula mágica en los procesos de transformación: al abrir a terceros su plataforma de computación (Cuda), fue descubriendo cómo se le iban dando nuevos casos de uso, por ejemplo, en el mundo de la biología computacional o de los vehículos autónomos, y ese cúmulo de casos de uso fundamentó la nueva Nvidia como empresa de IA”.
El momento mágico de la visita se producía en un cuarto oscuro donde la empresa hacía alarde de su tecnología con pantallas de alta definición, demostraciones de reconocimiento de imágenes, experimentos de conducción autónoma y algunos de sus microprocesadores. En algunas imágenes era imposible distinguir entre ficción y realidad.
Los asistentes recuerdan que ese cuarto era como un pequeño museo del futuro, con un apuesta en escena algo teatral. Los microprocesadores se lucían como objetos de culto y los prototipos permitían ir asomándose a lo que estaba por venir. “Me sorprendió el realismo de sus videojuegos, el ejercicio de reconocimiento de imágenes que estaban haciendo y el tema de conducción autónoma”, recuerda Jaime Martín Juez, directivo de Repsol que participó en la visita. Paco Requena, por entonces ejecutivo de Seat y ahora en Navantia, destaca su “potencia de cálculo brutal” y que “sus productos suponían una gran ayuda para toda necesidad de virtualizacion”, en referencia a los metaversos y los gemelos digitales. Tanto en la industria del automóvil (diseñar coches en sus muchas facetas, aspecto, montabilidad...) como en la industria militar (gemelo digital del barco, sistema de combate, mantenimiento, atención al ciclo de vida...) tiene grandes aplicaciones.
Jorge Calvo, vicedecano de la Globis University Graduate School of Management de Japón, recuerda que “la visita a Nvidia era algo muy esperado”. Ya conocía la empresa de su experiencia profesional anterior. Destaca su “impresionante capacidad computacional gráfica”. “Observé cómo las GPU’s de Nvidia se posicionaban para dominar el crecimiento inminente de la IA en la nube, en la IA distribuida, y en los vehículos autónomos”, afirma, destacando que “innovaba disruptivamente”. “El desarrollo de hardware especializado no solo requiere de avanzada capacidad tecnológica, sino también de una fabricación altamente sofisticada, estableciendo altas barreras de entrada y configurando un mercado de naturaleza oligopolista”, señala. “Nvidia está para la IA, como lo estuvo Intel para los ordenadores personales”, concluye Calvo, que compró acciones de la compañía.
Alguno más de los asistentes también invirtió, aunque prefieren mantenerlo en privado. Otros bromean al respecto: “No es de recibo que nos presentaran la empresa sin obligarnos a comprar acciones en su día”. Nvidia cotizaba entonces al equivalente a 25 dólares. El viernes cerró en 822,79. Desde su salida a Bolsa, en 1999, su revalorización ha sido del 100.000%. “La verdad es que en aquel momento nadie podía imaginar lo que Nvidia es ahora”, indica Gloria Batllori.
La empresa presentó sus resultados anuales el 21 de febrero. Las expectativas eran tan altas, que muchos apostaban a que las defraudaría y no solo eso, sino que las superó. Los ingresos de Nvidia en el conjunto de 2023 crecieron un 126%, hasta los 60.922 millones de dólares, mientras que el beneficio aumentó un 581%, hasta los 29.760 millones. Y en el primer trimestre de este ejercicio espera unos ingresos de 24.000 millones que suponen más que triplicar los 7.192 millones de un año antes, con un margen bruto del 76%. Brutal, más que bruto.
Los analistas de Bernstein calificaron los resultados de “estelares”: “La empresa está, francamente, imprimiendo dinero. Y las perspectivas de crecimiento a partir de ahora siguen pareciendo sólidas. Parece claro que la demanda sigue acelerándose”, señalaron en un informe. “Los nuevos productos (H200, B100, etc.) están a punto de despegar (presumiblemente a precios más elevados). Y a largo plazo, la empresa no solo prevé una aceleración de la computación a través de la actual infraestructura de centros de datos instalada de 1 TB, sino también que esa base instalada se duplique a 2 TB en los próximos cinco años (lo que parece casi aterrador, pero que, de ser cierto, sugeriría un potencial de crecimiento absolutamente descomunal)”, argumentan.
“La aceleración computacional y la inteligencia artificial generativa han alcanzado un punto de inflexión. La demanda está creciendo en todo el mundo, en empresas, sectores y países”, indicó Huang al presentar los resultados. Su mensaje es que estamos al comienzo de una nueva ola. La subida de Nvidia en Bolsa ha convertido a Huang en el 20º hombre más rico del mundo, con una fortuna de más de 70.000 millones de dólares. No se le ve nunca en público sin su cazadora negra de cuero.
Nvidia, la tercera empresa del mundo por valor en Bolsa, ha actuado como locomotora de otras empresas del sector, también beneficiadas por el auge en la demanda de capacidad de computación. TSMC es la décima compañía con mayo capitalización y Broadcom, la undécima. Por detrás escalan muchas otras, incluidas AMD, Arm y Qualcomm. Hasta resurge Intel, que se revaloriza un 67% en 12 meses.
¿Cuál será la próxima Nvidia? “Nadie tiene, por supuesto, una bola de cristal ni el don de la futurología”, contesta Bofarull. “De todas formas, podríamos dibujar un paralelismo entre el estado de la industria de la IA hoy y el del ordenador personal en los años 70. Hasta ahora, nos hemos centrado en el hardware, pero es posible que en los próximos años las empresas que junto a Nvidia vayan a dominar la industria sean empresas que diseñen sistemas operativos y softwares, como en su día Microsoft Office, que sean un interfaz, una especie de traductor, entre los objetivos de la IA y el hardware. En ese espacio, una empresa europea como la británica Graphcore podría resultar clave en los próximos años”, añade el autor del libro sobre innovación Moonshot thinking.
El cuartel general de Nvidia está a solo un cuarto de hora en coche de Denny’s, en la vecina Santa Clara. La sede de la empresa era en abril de 2017, cuando Bofarull la incluyó en el programa de Esade, muy diferente a la actual. En una pared de la entrada, placas y reconocimientos a la empresa se exponían en una vitrina que parecía la de los trofeos deportivos de cualquier instituto. La arquitectura no llamaba la atención. Por entonces, se estaba construyendo la ampliación del campus de Nvidia que ahora luce en todo su esplendor con su diseño futurista. El éxito de Nvidia ha provocado que se disparen los precios inmobiliarios en la zona.
El nuevo campus parece un escenario de película. Los nuevos edificios son como dos grandes naves espaciales, bautizadas Endeavor y Voyager en un guiño a la saga de Star Trek. Están unidos por una pasarela que se cruza en un par de minutos y que sobrevuela un parque. Abunda la vegetación interior y hay varias zonas de esparcimiento. Todo está hecho a base de triángulos, la forma geométrica en que se basan los gráficos en tres dimensiones. Hay enormes espacios interiores despejados para los miles de nvidians que trabajan allí, pero también zonas de laboratorios cerrados donde se trabaja en los nuevos diseños y prototipos.
Nvidia ya está pensando en construir una tercera nave espacial. Y en usar en su diseño la inteligencia artificial.
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