Quién es feliz en España: más los hombres que las mujeres y, sobre todo, los jóvenes con más ingresos
Dos de cada tres españoles se sintieron felices “siempre o casi siempre” en 2022, según el INE
El perfil de español feliz es un hombre, menor de 29 años y con un nivel de ingresos alto. Pero no es el único: el 67,3% de las personas de 16 o más años se sintió dichoso “siempre o casi siempre” durante el año pasado según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Ni la situación económica, cuyo nivel de satisfacción en el ciudadano medio se queda en un 6,3 sobre 10, ni el escaso tiempo libre (este indicador baja dos décimas con respecto a 2018 con una nota de 6,6) hacen mella en lo que el INE ha definido como “sentimiento de felicidad” y que se mide con una pregunta: “¿Con qué frecuencia se sintió feliz?”
Independientemente de lo que cada uno entienda por esta vieja aspiración platónica, un término tan grueso esconde dinámicas mucho menos evocadoras. Si se desglosa el porcentaje, aflora una evidencia: el dinero ayuda un poco. El número de personas que se sintió feliz “siempre o casi siempre” fue mayor a medida que aumentó el nivel de ingresos, alcanzando un 70,7% entre aquellos que tenían ingresos altos, frente al 61,3% de las personas de rentas bajas. Por sexo, el 68,4% de los hombres afirmó poseer este sentimiento frente al 66,2% de las mujeres. La edad también tiende a agriar la percepción y entre los encuestados de más de 65 años, sólo se siente feliz un 62,5%, aunque paradójicamente son el colectivo que más satisfecho está con la cantidad de tiempo libre que tiene. Si el dinero no determina la felicidad, parece que el ocio tampoco es la clave.
La valoración media respecto a la situación económica se mantiene en niveles de 2018, con 6,3 puntos de satisfacción sobre 10. De nuevo, aumenta a medida que se desplaza la pregunta hacia rentas más altas: entre las rentas bajas este indicador se queda en los 5,3 puntos, mostrando escasa satisfacción con la evolución financiera de España, mientras que la cifra crece hasta los 7,3 puntos en el nivel económico más alto.
El otro elemento que condiciona el desarrollo vital de los ciudadanos es el tiempo disponible para el ocio. Aquí las grandes diferencias se observan por edad: mientas que los mayores de 65 años se muestran muy satisfechos, con un valor de 7,7 puntos sobre 10, en el otro extremo, las personas entre 30 y 44 años solo le dan un aprobado raspado a este indicador y su satisfacción con el tiempo del que disponen fuera del trabajo se queda en 5,3 puntos.
La pobreza se reduce
En términos generales, la Encuesta de Condiciones de Vida, publicada por el INE este lunes, presenta una situación más favorable que en 2021. El porcentaje de personas en una situación de carencia grave desciende desde el 8,3% hasta el 7,7% a lo largo del año pasado. Sin embargo, en el nuevo módulo que incorpora el INE, relativo a la salud y la calidad de vida, los hogares de menos ingresos son los grandes perdedores. Acuden menos a especialistas o dentistas, sufren de obesidad en una proporción mayor, consumen menos fruta o verdura diariamente y fuman más, aunque toman menos bebidas alcohólicas que los hogares de renta alta.
Más allá de las condiciones que generan una vida buena —y a la espera de descubrir las motivaciones subjetivas que producen ese “sentimiento de felicidad”— cabe considerar que, felices o no, el 8,7% de los ciudadanos reconoció dificultades para llegar a fin de mes y el 6,9% de las familias con menos ingresos consideran que el gasto médico (asistencia, medicamentos o visita a especialistas) supone una “carga pesada” para sus cuentas.
Los datos del INE sirven para ver que, incluso en los términos filosóficos más gruesos, se esconden constantes tan tangibles como la renta, el tiempo de descanso, el ocio o la preocupación por el discurrir económico. Todas ellas condicionan el bienestar, ese estado de ausencia de angustia que el filósofo Emilio Lledó señala como necesario para poder hablar de felicidad. Un principio, este último, que según él se construye sobre aquello que hemos experimentado, y no puede ser, en ningún caso, un objeto de análisis constante sino una mirada amplia sobre lo vivido.
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