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Los costes financieros del banco malo suben al haber cancelado el seguro contra subidas de tipos

El consejo de la Sareb prescindió de la cobertura para cubrirse del riesgo de intereses a principios de 2022, justo antes de que el BCE endureciera la política monetaria

Índice de precios
Vista aérea de tres bloques de edificios en Ourense, Galicia.Agostime (Europa Press)
Antonio Maqueda

Nacer con el sobrenombre de banco malo no es un buen augurio. Los tipos de interés lo han cogido dos veces con el pie cambiado: la entidad bautizada como Sareb, que aglutinó los activos deteriorados de las cajas de ahorros rescatadas con el fin de sanearlas, firmó un tipo fijo en 2013, justo antes de que empezasen a hundirse. El sobrecoste de esa decisión ha sido superior a los 3.500 millones de euros a lo largo de una década porque deshacer ese seguro implicaba compensar a la contraparte. Tras soportar esa cobertura como una losa desde entonces, en el primer semestre de 2022 la Sareb decidió cambiarlo a un tipo variable, poco antes de que comenzasen las abruptas subidas del BCE que han llevado el euríbor hasta el 3,8%. Con un endeudamiento que alcanza los 30.000 millones, el coste anual por intereses podría fácilmente rondar los 1.000 millones de euros.

En los últimos años, sus pagos por intereses han estado alrededor de los 500 millones de euros, incluyendo el infausto seguro para cubrirse de los tipos que acabó en febrero. Aunque también dependerá de cuánta deuda se logre amortizar, parece que sus costes financieros van a subir significativamente en un nuevo mundo de tipos más altos. El Gobierno ha puesto además a la Sareb en el centro de su nueva estrategia para fomentar la vivienda en alquiler.

Fuentes de la Sareb explican que al haber pasado en 2022 a ser parte del sector público ya no se trabaja con derivados y la gestión se remite a lo que hace el Tesoro. Recuerdan que existe mucha incertidumbre sobre cualquier cálculo y que, en este contexto de intereses más altos, la estrategia consiste en acelerar la cancelación de deuda. Precisamente ese era el objetivo primordial con el que se creó el banco malo: ir vendiendo la cartera que posee para ir devolviendo la deuda.

En su último informe anual publicado, el de 2021, dice: “En el mes de febrero del ejercicio 2023 vencen los derivados de cobertura de tipo de interés que la sociedad contrató para cubrirse del riesgo de tipo de interés. Durante el primer semestre del ejercicio 2022 el consejo de administración de la sociedad ha decidido no contratar una nueva cobertura de tipo de interés”.

La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) contrató en 2013 una cobertura financiera a una década para garantizarse que no le aumentaban los costes de la deuda. En la jerga, este mecanismo se conoce como un swap y, en este caso, suponía que había que pagar a la otra parte cuando el interés se quedaba por debajo del tipo contratado o cobrar si el tipo se ponía por encima. Por aquel entonces, los tipos todavía se encontraban en cotas elevadas y la Comisión Europea lo reclamó como una forma de asegurarse de que el plan de negocios era creíble, aseguran fuentes al tanto de las negociaciones para crearlo. Todavía coleaba la crisis del euro y persistían los temores incluso a una salida de la moneda única. Se suscribió con un rango de tipos hasta el 3,15% y para el 85% de sus títulos, unos 42.000 millones de euros. “Una de las mayores coberturas de la historia del euro”, decía la nota de prensa de la entidad. Pero los tipos de interés se hundieron desde entonces por las actuaciones del BCE. Y el banco malo ha perdido mucho dinero con esa cobertura. El contrato se firmó cuando Belén Romana era la presidenta de la institución. Y los bancos que hicieron de contraparte fueron el Santander, Société Générale, Caixabank, Barclays, Crédit Agricole y Cecabank.

“La operación suponía renunciar, por la parte y el periodo de tiempo cubiertos, al eventual beneficio derivado de una bajada de tipos de interés”, señalan las cuentas anuales del organismo.

Hay que tener en cuenta que la Sareb se constituyó como parte del rescate financiero, depositando en él con un descuento activos de baja calidad de las entidades intervenidas, como préstamos inmobiliarios, viviendas, locales o solares. A cambio de esos activos se les entregó unos bonos que brindan un interés con aval del Estado. En ese momento eran unos 50.000 millones en títulos, pero una parte se ha ido amortizando con las ventas de inmuebles y créditos, así que ahora la cantidad se sitúa en los 30.000 millones. Eso sí: con unas pérdidas acumuladas que rebasan los 10.000 millones y que han volatilizado el capital de la entidad. Solo que, gracias a un cambio legislativo, la Sareb puede operar con patrimonio neto negativo y puede ir acumulando todas estas pérdidas que van aflorando según se van vendiendo los activos a unos precios por debajo de lo que estaban en libros y conforme se van haciendo evaluaciones periódicas que disminuyen también el valor de la cartera.

La Sareb soporta además costes de gestión por la comercialización, el mantenimiento de los inmuebles, los impuestos o las inversiones para promover suelo y mejorar las viviendas. Como tiene muchas okupadas, el banco malo ha desarrollado también una estrategia social para darles un alquiler asequible y conseguir así algo de ingresos. De esta forma, trata de ir gestionando la herencia de la burbuja inmobiliaria. La alternativa a hacer esto hubiera sido haber inyectado más dinero en las entidades, destacan miembros del Gobierno de Rajoy que crearon el banco malo bajo la tutela de la Comisión.

Los números hablan por sí solos: en 2022, la Sareb vendió 27.000 inmuebles, por los que obtuvo unos 1.700 millones. Y comercializó crédito que tenía en su cartera por casi 700 millones. Sin embargo, sus costes fueron mayores. Entre otros, pagó unos 600 millones por el mantenimiento, incluidos impuestos como el IBI. Soporta gastos financieros a razón de unos 500 millones al año. Además, está invirtiendo en promociones para dar valor al suelo que tiene. Y hay que apuntar el deterioro de los préstamos y los inmuebles conforme se venden a pérdida o se hacen depreciaciones. El acumulado de esos deterioros alcanzaba los 8.600 millones en 2021, 7.600 millones por los activos financieros y 960 millones por los inmobiliarios. Así las cosas, una vez se tiene en cuenta todo, el resultado del año pasado fueron unas pérdidas de 1.600 millones.

La Sareb se constituyó con un 55% del capital de los bancos y un 45% del Estado, con la idea de que no engrosara la ya elevada deuda pública. Sin embargo, al esfumarse el capital de la entidad con las pérdidas acumuladas, Eurostat obligó a España a que el banco malo pasase a propiedad pública, aumentando la deuda de las Administraciones en unos 30.000 millones de euros. A partir de ahí se han reducido los salarios del organismo y se le ha dado un nuevo mandato más social.

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Sobre la firma

Antonio Maqueda
Periodista de la sección de Economía. Graduado en Periodismo en la Universidad de Navarra y máster por la Universidad de Cardiff, ha trabajado en medios como Cádiz Información, New Statesman, The Independent, elEconomista y Vozpópuli.

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