La OCDE mejora hasta el 1,7% su previsión de crecimiento para España en 2023
El organismo pide más subidas de tipos y reitera que las ayudas deben focalizarse en los más vulnerables
Mucho se ha hablado durante la pandemia de que las previsiones económicas se habían convertido en una montaña rusa, sujetas a cómo de rápido se propagaba el virus y cuán reactivos eran los gobiernos en modular las restricciones sanitarias. Ahora, la elaboración de los pronósticos se parece más a un acordeón que se expande y contrae en función de cómo evolucionan los varios clavos que la economía tiene hincados en el flanco, desde la inflación a la política monetaria o los atascos en las cadenas de suministros. España tampoco se escapa de estos altibajos: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha elevado su estimación de crecimiento del PIB hasta el 1,7% para 2023, una mejora tras el recorte del pasado noviembre (1,3%) que se acerca a la proyección del Gobierno, en el entorno del 2%. Para 2024, mantiene su pronóstico en el 1,7%. El organismo también cree que la zona euro y la economía mundial avanzarán este año y el próximo más de lo calculado anteriormente. Pero alerta de que se trata de una “recuperación frágil”, donde aún quedan muchas incógnitas. Algunas de ellas en ciernes, como las turbulencias en el sector bancario y su impacto en la economía global, ante las cuales el organismo llama a la calma y recomienda seguir subiendo los tipos de interés. “La lucha contra la inflación aún no ha acabado”, ha subrayado este viernes Mathias Cormann, secretario general de la institución.
En su actualización de las previsiones económicas para los países del G-20, publicada este viernes, la OCDE recuerda que el crecimiento global se ralentizó en 2022 y cerró en un 3,2%, muy por debajo de las expectativas que se tenían al inicio del ejercicio. Las principales razones de este peor rendimiento son notorias: la invasión rusa de Ucrania con el consecuente efecto dominó que ha provocado en la economía, desde el repunte de la inflación a la subida de los tipos de interés, a lo que se añaden los coletazos de la pandemia, con el frenazo de la economía china y los desequilibrios que persisten entre la demanda y la oferta mundial.
Ahora, tras un año turbulento en el que, afortunadamente, no se cumplieron los peores pronósticos, el organismo asegura que empiezan a vislumbrarse señales positivas. La confianza de los consumidores y las empresas ha mejorado, se nota una contención de los precios y el mercado asiático se ha reactivado. La institución calcula que el PIB mundial crecerá un 2,6% en 2023 y la eurozona un 0,8%, la mitad que España, que destaca como la gran economía de la moneda única con más vigor en este ejercicio.
En 2024, la actividad global avanzará un 2,9%, un 1,5% el área del euro. Estados Unidos también ve mejorada la previsión para este año en un punto porcentual, hasta el 1,5%, mientras que el próximo se apuntará un 0,9%. China será el país que más avanzará este año, un 5,3% e India el próximo, con un 7,1%. Rusia y el Reino Unido, por razones muy distintas, tiñen de rojo la estadística: Londres cerrará 2023 en negativo por dos décimas, pero recuperará de sobra el terreno perdido el año que viene. Moscú se dejará el 2,5% en 202;3 y su PIB seguirá retrocediendo un 0,5% en 2024.
Más subidas de tipos y ayudas selectivas
El análisis del organismo no profundiza en el pánico que se ha desatado en la última semana en los mercados financieros por la caída de tres bancos regionales estadounidenses, un miedo que ha llegado hasta Europa con la crisis del Credit Suisse, ha vuelto a agitar el fantasma del crac financiero y está poniendo en entredicho las actuaciones de los bancos centrales, que llevan meses subiendo tipos para luchar contra la inflación.
La OCDE destaca como factor positivo que la inflación se esté moderando, pero hace hincapié en que el índice subyacente —que no incluye los elementos más volátiles, como alimentos y energía— sigue en cotas elevadas por el aumento en el precio de los servicios, los mayores márgenes en algunos sectores y las presiones de un mercado del trabajo ajustado. De hecho, prevé que en 2023 y 2024 la tasa general baje de forma gradual, pero que en muchos países continúe por encima del objetivo de los bancos centrales (el 2% para el BCE) hasta el final del periodo.
En España, la inflación se situará en el 4,2% en 2023, según la OCDE, una mejora de seis décimas con respecto a las previsiones de noviembre y la más baja de las grandes economías comunitarias. En 2024 se moderará al 4% (una rebaja ocho décimas). También en la zona euro y el bloque del G-20 la inflación irá modulándose, pero seguirá por encima del 3% hasta el próximo ejercicio. La subyacente experimentará un recorrido parecido: a la baja, pero insuficiente para dar por zanjado el desajuste en los precios.
Por ello, el organismo considera que la política monetaria debe continuar siendo restrictiva. “Más subidas de tipos son necesarias todavía en varias economías”, detalla en su informe, en el que hace referencia explicita a la eurozona y Estados Unidos. También vuelve a insistir en que los apoyos desplegados para mitigar la inflación se enfoquen a los más vulnerables, una recomendación constante desde que los Estados empezaran a aprobar ayudas públicas por doquier para moderar el encarecimiento del coste de la vida.
En este sentido, Cormann ha reconocido que los bruscos incrementos en las tasas de interés en el último año entrañan amenazas, pero que por ello es más “urgente” aún diseñar ayudas selectivas. También ha asegurado que las recientes dificultades de algunos bancos no suponen un riesgo sistémico, ni modifican las recomendaciones de la OCDE sobre el rumbo de la política monetaria: “Necesitamos devolver la inflación al objetivo, que es ahora la principal prioridad”.
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