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El salvaje oeste de los semiconductores: “No es ideal que en Europa cada país compita por sus recursos”

Deloitte reúne a algunos de los mayores expertos españoles en chips para debatir sobre el futuro del sector

Semiconductores
Un empleado en la fábrica Bosch de semiconductores en Dresde (Alemania).JENS SCHLUETER (AFP)
Álvaro Sánchez

La carrera en Occidente por disminuir la dependencia de los semiconductores asiáticos lleva meses lanzada. Taiwán y Corea del Sur son los grandes suministradores desde hace décadas, pero la carencia de chips durante la pandemia, que ralentizó la entrega de coches, videoconsolas y otros productos, resultó un aviso mayor, y ha cambiado el modo en que EE UU y Europa enfocan esa agenda. El ahorro de importarlos ha pasado a un segundo plano. Ahora, la prioridad es asegurar el abastecimiento. Washington y Bruselas ya han hecho públicos planes multimillonarios de ayudas públicas para instalar nuevas fábricas y capacidades, pero en la UE de los Veintisiete eso ha derivado también en una competición entre países por atraer empresas. Así lo detecta Antonio Conde, director de Innovación y Digitalización de Cisco. “Percibimos una cierta fragmentación. Cada país compite por recursos para su propio país. No es el escenario ideal. Si libramos una batalla interna por atraer recursos a nuestras fronteras nacionales complicamos la ecuación, algo que no ocurre en EE UU”, advirtió durante una mesa redonda sobre el tema celebrada por Deloitte en Madrid este lunes.

Al frente del equipo que busca atraer a los gigantes de los chips para que construyan fábricas en España está Jaime Martorell, comisionado del PERTE chip. Para su misión, cuenta con 12.250 millones de euros de dinero público hasta 2027 gracias a la financiación de la Comisión Europea. Es el mejor dotado de los 11 contemplados. En su intervención, Martorell aclaró que si bien el PERTE chip se aprobó en mayo, y desde entonces ha recorrido universidades y centros de diseño de toda España para evaluar el talento y las instalaciones con que se cuenta, su labor real empezó este 1 de enero, porque 2023 es el primer año en el que cuentan con presupuesto, 1.350 millones de euros entre subvenciones y préstamos.

El objetivo es conseguir que se instalen en España una o dos fábricas, aunque desveló que también hay planes para filtrar financiación a numerosas start ups del sector. “La fabricación masiva de semiconductores es un reto importante. Una fábrica de microelectrónica genera miles de millones a la economía. Y es un proyecto vital para España y para Europa. Lo conseguiremos, pero tomará más tiempo, será más complicado. Sobre todo por la dinámica de la Chips Act en EE UU, pero no renunciamos a nada”.

Mateo Valero, director del Centro de Supercomputación de Barcelona, cree que España está ante una oportunidad única para diseñar los chips que llevarán los coches autónomos del futuro. “Fabricamos muchos coches, pero no decidimos qué hay en esos coches”, apuntó. España es el segundo fabricante europeo de vehículos tras Alemania.

En un momento en que la digitalización es, junto a la transición verde, la gran apuesta de Bruselas, el viraje hacia la reindustrialización apenas está empezando, como explica Antonio Conde. “En España estamos muy fragmentados. Hemos estado en reuniones con Calviño, hay gente que lleva años en el sector y se ha conocido en esas reuniones. El gobierno debe ser aglutinador y crear ese ecosistema disperso que existe porque nos va a dar la fuerza, que todos empujemos en la misma dirección. Sin chips no hay digitalización. Y si dependemos de otros para diseñar y fabricar esos chips, dependemos de otro para que diseñen como va a ser nuestra economía y nuestra sociedad”.

Uno de los puntos candentes del debate estuvo en si España dispone de una reserva suficiente de talento preparado para una actividad tan sofisticada y compleja. Gonzalo León, catedrático de la Universidad Politécnica, opina que las autoridades tienen mucho trabajo por delante. “Podemos gastar mucho dinero en cacharros, pero las personas son clave. Estamos compitiendo por talento. No solo porque vengan fábricas a Europa, sino porque vengan las personas que necesitamos. El sistema público probablemente no es capaz de generar el número que necesitamos. No sé si al final vendrán muchas fábricas, pero los programas de formación no se fabrican en un día. Y traer talento es más difícil de lo que parece”.

Conde, de Cisco, cree que no se está produciendo talento a la velocidad adecuada, pero sí valora su alto nivel. “Tan alto que terminan y se van porque encuentran trabajo fuera”. Y ve necesario un reparto de roles entre universidad y empresa. “Es importante que la empresa complemente, no forme, pero complemente”.

El comisionado Martorell explicó que si el dinero presupuestado no se invierte este año, puede trasladarse al siguiente. “Es verdad que dos o tres países europeos tienen ya fábricas de microelectrónica, pero eso no significa que no puedan haber nuevas. Si en Europa queremos llegar al 20% de cuota de mercado en 2030 y ahora tenemos el 8%, eso significa tiene que haber varias fábricas. La oportunidad está ahí”. Martorell residió durante años en Silicon Valley, donde trabajó para algunas firmas norteamericanas del sector. Al regresar a España, le ha llamado la atención un fenómeno. “Cuando has estado muchos años fuera te das cuenta de una cosa. Algunos países europeos son mejores que nosotros en venderse. Tenemos que aprender a vendernos. Tenemos tantas cualidades como cualquier otro país europeo. No nos dejemos llevar por la capacidad de propaganda de ciertos países. Tenemos que recuperar nuestro lugar”.


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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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