El desplome en el consumo de gas en hogares y empresas duplica ya el del confinamiento
La demanda para generación eléctrica, por el contrario, se dispara por el aumento de las exportaciones de luz a Francia y el frenazo de la hidráulica por la sequía
El descenso brusco en el precio del gas natural en los últimos días, que está abriendo una veta de optimismo inesperado a estas alturas del año, tiene muchas raíces. La mayor de todas ellas es el cartel de lleno colgado en los depósitos subterráneos, repletos de cara al invierno y que han provocado que los puertos no admitan —temporalmente— ni un metanero más. O las temperaturas, más benignas de lo habitual en otoño y que apuntan a un principio de invierno suave. Pero hay una raíz más, y profunda: el hundimiento súbito en el consumo convencional de gas, tanto por la cotización disparatada de los últimos meses como por los constantes llamamientos al ahorro y el incipiente enfriamiento de la economía. No hay precedentes de algo similar: el desplome es incluso superior que el registrado en las semanas más duras de la pandemia.
La demanda de gas de hogares, industria y empresas en general se hundió un 37% en agosto y un 38% en septiembre frente a la caída del 17% registrada en abril de 2020, con la economía española cerrada a cal y canto por el confinamiento decretado para frenar la expansión del coronavirus. En lo que va de octubre, el consumo va por los mismos derroteros: cae más de un 33% hasta este miércoles, según los datos móviles del operador del sistema gasista (Enagás).
El desplome de los últimos meses está siendo especialmente acusado en el sector secundario, muy sensible a los costes energéticos y donde el brutal aumento de la cotización del gas (que ha llegado a multiplicarse por diez respecto a los niveles precrisis) ha provocado un frenazo en seco en la producción de algunas empresas, incapaces de asumir este nuevo entorno. En septiembre, la demanda de gas en la industria se hundió casi un 41%, con la metalurgia y la siderurgia como sectores más golpeados, y ERTE en gigantes como ArcelorMittal hasta que la tormenta de precios amaine.
En el caso de los hogares, la hora de la verdad llegará en los próximos meses: el mayor o menor uso de la calefacción en invierno es el que determina el grueso de su consumo anual, mientras que el agua caliente sanitaria y las cocinas representan una fracción mucho menor.
Más gas para electricidad
La quema de gas para generar electricidad sigue un patrón completamente opuesto, hasta el punto de borrar cualquier atisbo de ahorro en el mercado gasista español en su conjunto: en agosto y en lo que va de octubre se ha duplicado, y en septiembre se disparó más de un 50%. El repunte deja, incluso, a España como uno de los únicos cuatro países de la UE en los que la demanda total de este combustible es incluso mayor en 2022 que en 2021.
Este fuerte incremento en el uso de las centrales de ciclo combinado responde, sobre todo, a razones coyunturales: el aumento de las exportaciones de electricidad a Francia por el parón de su planta nuclear por razones técnicas —algo que debería empezar a mejorar en las próximas semanas, con la reanudación de la actividad en varios reactores— y, en menor medida, en la menor aportación de la hidráulica por la sequía. En la primera quincena de octubre flaqueó, además, la generación eólica por falta de viento, según constatan los expertos del Grupo ASE en su último informe para clientes.
“Movimiento masivo” de familias del mercado libre al regulado
La brecha de precios entre el mercado libre del gas (en el que las condiciones las negocian las comercializadoras y los clientes) y el regulado (en el que el precio lo fija el Gobierno) está propiciando un enorme flujo de clientes domésticos en dirección al segundo. “Sabemos que está habiendo unos movimientos masivos [de clientes] hacia la tarifa regulada”, según constató este miércoles la presidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), Cani Fernández, en un acto organizado por Redeia (Red Eléctrica de España).
El respaldo numérico a las palabras de Cani Fernández llegará en los próximos meses, cuando el ente que preside publique las cifras exactas de clientes que han optado por refugiarse en el mercado regulado frente a los precios desorbitados del gas en el libre. Esos guarismos irán a más a medida que los consumidores que viven en bloques de pisos con calderas comunitarias (alrededor de 1,7 millones de clientes) puedan adherirse a la tarifa de último recurso (TUR) tras la reforma aprobada en el último Consejo de Ministros.
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