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Bruselas se mueve para evitar que Alemania capee por su cuenta la crisis energética

El comisario Breton envía una carta a todos los Estados exigiendo que eviten “una carrera de subvenciones” que ponga en riesgo el mercado único

El comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, el 21 de abril en Bruselas.
El comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, el 21 de abril en Bruselas.OLIVIER HOSLET (EFE)
Manuel V. Gómez

Bruselas exige a los Veintisiete que no fomenten “una carrera de subvenciones” que fragmente el mercado único y ponga “en tela de juicio el principio de solidaridad” que debe regir en la respuesta a la crisis energética. El comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, ha enviado una carta a los Estados miembro en la que hace varias preguntas para coordinar la reacción al encarecimiento de la energía y les pide que respalden a la industria. Pero también les recuerda que hay que “mantener la igualdad de condiciones, sobre todo con respecto a los que tienen menos margen presupuestario”. Esto equivale a señalar que los países menos endeudados están en condiciones de apoyar mucho más a sus empresas, situándolas así en posición de ventaja frente a las de otros países con más deuda. La misiva, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, se remitió a las capitales un día después de que Alemania, país con mucho “margen presupuestario”, anunciara un plan anticrisis de 200.000 millones de euros para apoyar a familias y empresas, el equivalente al algo más del 5% de su PIB.

El anuncio de Berlín fue respondido rápidamente en Roma. “No podemos dividirnos según el margen de nuestros presupuestos nacionales”, alertó el primer ministro saliente, Mario Draghi, al que se sumó, con mucha más dureza, un asesor de la ultra Giorgia Meloni, que apunta a ser nueva primera ministra tras vencer en los últimos comicios: “Es una acción precisa, deliberada, no acordada, no compartida, no comunicada, que subestima los motivos de nuestra unión”. El motivo por el que Alemania e Italia han recibido en primera fila el golpe en esta crisis es el mismo, ambas tienen —o tenían— una gran dependencia del gas ruso, pero su punto de partida difiere mucho: la deuda pública italiana equivale al 152,6% de su PIB, más del doble que la germana (68,2%).

Vino a sumarse a estas advertencias, aunque con mucha más sutileza, el comisario Breton el mismo viernes con varios mensajes en Twitter. “He tomado nota del plan de 200.000 millones de euros de Alemania para abordar el aumento de los precios de la energía que revisaremos detenidamente. Dos reacciones por mi parte: 1. Vigilancia de la ‘igualdad de condiciones’ 2. ¿Qué margen de maniobra para los demás Estados miembros?”. Al mismo tiempo en que lanzaba este mensaje en la red social, seguido de otros, salía desde Bruselas al resto de las capitales la carta que firmaba el político, y también empresario, francés.

“Cuando observamos el panorama completo real de la deuda (financiera, defensa, carbono), el punto de partida para cada Estado miembro en las próximas discusiones presupuestarias es bastante diferente de lo que parece. Por lo tanto, la noción de virtud es muy subjetiva y, de hecho, no muy representativa de los esfuerzos realizados por los Estados miembros si se considera un amplio espectro de políticas”, señalaba el propio Breton en un discurso pronunciado en Ámsterdam a comienzos de septiembre. Partiendo de este razonamiento, se infiere que el francés considera no solo problemático, sino también injusto, que la intensidad en la respuesta de cada Estado en esta crisis vaya a depender de su capacidad de endeudamiento.

Desde que los precios de la energía se dispararon y empezó a tomar cuerpo el fantasma de los cortes de suministro del gas ruso, Bruselas se ha esmerado en que la respuesta sea unitaria (sanciones, ahorro de gas y electricidad). También ha reclamado a los Estados miembro que ayuden, sobre todo, a las familias y empresas que más lo necesitan. Pero en este punto crece mucho un riesgo que ya se vio en 2020, cuando llegó el coronavirus y se detuvo la actividad económica: los países menos endeudados y con más capacidad financiera pueden dar más ayudas a sus empresas, que compiten en un mercado abierto con otras de países que no pueden darles el mismo respaldo. Por eso, dos voces tan autorizadas en asuntos económicos como Draghi y Breton, también exministro de Finanzas en Francia, lanzan la advertencia de que con respuestas desiguales se pone en riesgo el mercado interior. Hace dos años, tras una primera reacción descoordinada que amenazaba el mercado único, se dio un paso histórico: se creó el Fondo de Recuperación, dotado con casi 800.000 millones.

Respuesta tibia

Cuando el viernes los portavoces oficiales de la Comisión fueron preguntados por el movimiento alemán, la respuesta dada no fue tan elocuente: “El papel de la Comisión es garantizar condiciones competitivas justas y equitativas en el mercado único. [...] Una aplicación razonable y proporcionada de las normas sobre ayudas estatales en el mercado único garantiza que esta ayuda gubernamental a las empresas afectadas por la crisis energética tras la guerra en Ucrania evite distorsiones”. Horas después llegaron la carta y los mensajes de Breton. A pesar de la clara posición del francés y de que su responsabilidad atañe al mercado interior, no está entre sus funciones vigilar que se cumplan las normas de ayudas de Estado. Eso corresponde a Margrethe Vestager, vicepresidenta de la Comisión y titular de Competencia.

Como Breton recuerda en la carta, la Comisión ha urgido a los Estados a que pongan en marcha planes de ayuda. De hecho, en marzo y en julio la Comisión aprobó modificaciones de la norma de ayudas de Estado que relajan las condiciones bajo las que se pueden otorgar estas subvenciones. Lo que sucede es que el alemán equivale por sí solo a más de un cuarto de lo que supone todo el plan de recuperación por la crisis de la covid-19, que tantas esperanzas ha levantado en países como España o Italia, y casi triplica los escudos sociales contra los precios lanzados por Francia para este año y el que viene.

En la carta, Breton también apunta a que tras la respuesta a esta crisis, es el momento de la inversión pensando no solo en el presente, también en el futuro. “Más allá de la reforma —admitida como indispensable— de los mercados eléctricos, debemos acelerar rápidamente y acelerar drásticamente el despliegue de tecnologías transformadoras. Sobre la base del trabajo ya en curso en los sectores de las baterías, el hidrógeno limpio y la energía solar fotovoltaica, me comprometeré con ustedes en breve a desarrollar una plataforma en la que los responsables políticos, la industria y los bancos puedan trabajar para identificar las necesidades de inversión y de otro tipo para estas tecnologías transformadoras”, promete.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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