Los precios de la alimentación crecen por encima del 12% en la zona euro por primera vez
La inflación en el conjunto de la Unión Europea supera el 10% por primera vez en la serie estadística
La inflación ha golpeado de lleno a la cesta de la compra más básica en la zona euro: los alimentos. La escalada de precios comenzó por la energía, pero desde ahí se ha ido extendiendo a otros componentes en la medida que la presión de los combustibles no ha aflojado y la gran mayoría de productos precisan de ser transportados. Y así el contagio ha llegado a los alimentos, que el mes pasado se encarecieron un 12,4% en toda la zona euro respecto al mismo mes del año anterior. En solo un año su salto ha sido mayúsculo: hace 12 meses los precios aumentaban a un ritmo del 1,8%, según los datos difundidos este viernes por Eurostat.
En estas cifras se confirma la primera estimación agregada conocida hace 10 días: el índice de precios al consumo en agosto aumentó en 12 meses un 9,1%. Este es el dato más alto de la serie estadística que arranca en 1997 y fue clave para empujar al Banco Central Europeo a decretar la mayor subida de tipos de interés de su historia la semana pasada. La presión no es menor en el conjunto de la Unión Europea, donde los precios subieron un 10,1%, de nuevo puede recurrirse sin pudor al adjetivo histórico porque nunca el IPC agregado de los Veintisiete había superado los dos dígitos en su medida anual.
Buena parte de lo que sucede con los precios en 2022 está asociado a la invasión de Ucrania y las decisiones adoptadas previamente por Moscú, hasta hace unos meses principal proveedor de gas para muchos países de la UE, para preparar la guerra. Estos movimientos han provocado que se dispare la cotización de la energía y los combustibles: solo en agosto el aumento fue del 38,6%, y eso que disminuyó algo la presión respecto a los últimos meses (en marzo llegó al 44,5%). De ahí que los precios energéticos sean los que más contribuyan a que la argolla de la inflación no se afloje: de ese aumento del 9,1% de agosto, casi cuatro puntos llegan por esta vía. El siguiente componente son los alimentos, el alcohol y el tabaco, 2,25 puntos.
Con los diferentes componentes que integran el IPC sucede lo mismo que con su dato agregado. La diferencia entre Estados es muy grande. En Hungría, por ejemplo, los precios de la comida han aumentado en el último año un 33%, y en Bulgaria, Letonia, Estonia o Eslovaquia superan el 20%. En otros países como Irlanda, Francia o Luxemburgo el aumento es ligeramente superior al 8%, y en Chipre cae hasta el 5%. España, con el 13,8%, se sitúa algo por encima de la media, en un nivel en el que se encuentran Holanda, Austria o Eslovenia.
La inflación, junto con la alta posibilidad de que se corte el suministro de gas ruso, se han convertido en la principal amenaza para la economía europea. Ambas circunstancias están íntimamente ligadas y de su evolución en los próximos meses dependerá la severidad de la recesión que ya pocos dudas va a sufrir la zona euro en la segunda mitad de este año. “Esperamos una recesión modesta en el segundo semestre de 2022, provocada por los significativos cortes de suministro del gas [ruso] debido a la guerra en Ucrania y a la ralentización del crecimiento”, apunta el banco de inversión Goldman Sachs en una nota emitida este jueves. En el mismo texto, los analistas de la entidad pronostican que la inflación media este año será del 8,3% este año, lo que supone que todavía quedan meses de presión porque hasta agosto el dato medio de lo que va de 2022 es de un 7,6%.
Sí que se relajara algo la inflación algo en 2023, según pronostica Goldman Sachs, que apunta a un aumento medio del IPC del 4,8%. Con todo, muy lejos todavía de lo que Europa ha conocido en los últimos años: un 2,9% en 2021, cuando la energía ya se había convertido en un problema y un 1,5% en 2019, justo antes de que llegara la pandemia.
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