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El BCE eleva los tipos de interés un 0,75%, la mayor subida de la historia de la zona euro

La institución declara la guerra total a la inflación al incrementar el precio del dinero al 1,25%. Lagarde prevé una recesión en 2023 si Rusia corte el suministro de gas y no se encuentra una forma de reemplazarlo

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, después de la reunión del Consejo de Gobierno, en Fráncfort, este jueves.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, después de la reunión del Consejo de Gobierno, en Fráncfort, este jueves.RONALD WITTEK (EFE)
Lluís Pellicer

El Banco Central Europeo (BCE) ha declarado este jueves la guerra total a la inflación con la mayor subida de tipos de interés jamás realizada en los casi 24 años de historia de la institución. La autoridad monetaria ha decidido incrementar el precio del dinero en tres cuartos de punto, hasta el 1,25%. Con este aumento, la entidad presidida por Christine Lagarde busca atajar un alza de precios que alcanza ya el 9,1% en la zona euro, pese a los signos de recesión que ya se vislumbran. Los analistas daban por descontada esa subida tras la fuerte depreciación del euro frente al dólar, que se ha convertido en otra puerta de entrada de la inflación. Pero Fráncfort no va a quedarse ahí. En su comparecencia posterior al Consejo de Gobierno, Lagarde ha afirmado que los tipos aún están “muy lejos” de poder lograr la estabilidad de precios y ha anunciado nuevas subidas “en las próximas reuniones”.

En apenas dos meses, y con solo dos movimientos, el BCE ha dejado atrás ocho años de intereses negativos y una extraordinaria expansión monetaria y ha devuelto los tipos a los niveles de 2011, justo antes de la era Draghi. La subida aprobada por la autoridad de la zona euro poco podrá hacer contra el incremento de los precios de la energía provocado por la guerra en Ucrania, que sigue siendo la principal causa de la elevada inflación. Lagarde lo ha admitido: el alza de precios en Europa nada tiene que ver con la de Estados Unidos. Tampoco con la del Reino Unido. Sin embargo, las fuertes subidas de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra han hecho mella en el Eurobanco, que ha decidido apretar también con fuerza la palanca de los tipos de interés.

A la decisión, tomada por unanimidad por el Consejo de Gobierno, han contribuido las nuevas perspectivas formuladas por los economistas del BCE, que prevén que la inflación media este año sea del 8,1% (frente al 6,8% que contemplaban en junio) y del 5,5% en 2023 (en lugar del 3,5%). El problema está a medio plazo, en 2024, para cuando se prevé que todavía se sitúe en el 2,3%. “Estamos lejos de unos tipos en los que veamos a la inflación volver al objetivo del 2%”, ha afirmado la francesa en varias ocasiones, preparando a los mercados para nuevas subidas.

El momento para realizar estos aumentos, sin embargo, es muy delicado. En vísperas de que los ministros de la UE adopten más medidas para el frío invierno al que los aboca el cierre del grifo del gas por parte de Rusia, el BCE ha confirmado que “se espera un estancamiento de la economía” durante el último trimestre de 2022 y el primero de 2023. Es más, para el año que viene la entidad prevé un crecimiento de solo un 0,9%, 1,2 puntos menos de que en junio. Y no excluye que la zona euro entre en recesión si Rusia deja de mandar gas, Europa no halla la fórmula para reemplazarlo y se ve obligada al racionamiento.

La depreciación del euro frente al dólar, que el BCE siempre ha mirado de reojo, es otra de las claves del aumento. La tasa de cambio ya estuvo detrás de la primera subida de tipos de la historia en la institución, en febrero de 2000. Entonces, bajo la presidencia del holandés Wim Duisenberg, el BCE decidió incrementar el precio del dinero para apuntalar el euro, que llegó a los 97 centavos. Más de dos décadas después, la moneda europea ha vuelto a perder la paridad e incluso a situarse por debajo de los 99 centavos después de que la Reserva Federal siga empleando mano dura frente al alza de precios. Y si bien la fortaleza del euro tradicionalmente ha castigado las exportaciones comunitarias, ahora se erige como un fuerte viento de cara para la economía, puesto que los contratos energéticos están denominados en dólares. En plata: el desplome del euro encarece la energía y agrava las tensiones inflacionistas.

A pesar de que las actas de la reunión de este jueves no se publicarán hasta el mes que viene, los halcones tenían ahora una gran baza para imponer la subida de 75 puntos básicos. En el pasado, los países de la periferia advertían sobre las subidas bruscas de tipos por la posibilidad de que se dispararan de nuevo las primas de riesgo, generando una crisis de deuda como la de hace una década. Sin embargo, el BCE ha ido ajustando sus reinversiones de los programas de deuda a los países con más peligro de sufrir desajustes. Y Lagarde afirmó que seguirá haciéndolo. Además, el BCE cuenta con un nuevo instrumento, el TPI (por sus siglas en inglés de Transmission Protection Instrument), para adquirir bonos de países que estén siendo castigados por los mercados y que cumplan con las reglas fiscales, los planes de recuperación y no presenten grandes desequilibrios macroeconómicos.

Lagarde, que ha querido lanzar también un mensaje de firmeza ante las negociaciones salariales que se avecinan en otoño, ha seguido sosteniendo que el BCE está en pleno proceso de “normalización” de su política monetaria, sin especificar hasta dónde llegarán los tipos. Ni siquiera aclaró si la entidad se detendrá cuando se alcance una tasa que pueda ser considerada neutra (aquella que no impulsa pero tampoco daña una economía) o está dispuesta a enfriar la economía, como sugirió la consejera alemana del BCE Isabel Schnabel. Eso se verá, dijo, “reunión a reunión”.

Los analistas hacen ya sus cábalas con un BCE tomado ya por los halcones. La firma de inversión Nomura prevé una subida de 75 puntos básicos en octubre y otra igual en diciembre, a la que se añadirían 25 puntos básicos en febrero de 2023, cuando los tipos alcanzarían el 3%. “El Banco Central Europeo está completamente determinado a subir tipos de forma agresiva”, señala Carsten Brzeski, jefe de Macro de ING. La entidad holandesa, sin embargo, cree que el BCE es demasiado optimista con sus previsiones de crecimiento y que solo podrá subir 75 puntos básicos hasta diciembre. Los mercados europeos aún se mostraron dubitativos con las palabras de Lagarde, pero acabaron cerrando en verde. El euro, sin embargo, siguió cayendo frente al dólar.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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