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La guerra en Ucrania trastoca los planes de endurecer la política económica en Bruselas y Fráncfort

La Comisión Europea valora mantener suspendidas las reglas fiscales durante otro año más

El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis (izquierda), y el comisario de Economía, Paolo Gentiloni (derecha), en una rueda de prensa en Bruselas.
El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis (izquierda), y el comisario de Economía, Paolo Gentiloni (derecha), en una rueda de prensa en Bruselas.STEPHANIE LECOCQ (EFE)

La guerra en Ucrania obliga a las instituciones comunitarias a replantearse su política económica para los próximos meses. Si Bruselas y Fráncfort apuntaban a comienzos de año a un repliegue progresivo, las consecuencias del conflicto abierto por Rusia han alterado esos planes de “normalización”. La Comisión Europea esperaba volver a atar a todos los socios a las reglas fiscales el año que viene, pero ahora se abre a dar otro año más de oxígeno. “Dada la incertidumbre actual, necesitaremos reevaluar la esperada desactivación de la cláusula general de escape en 2023 de acuerdo con nuestras previsiones de primavera, que presentaré a mediados de mayo”, afirmó el comisario de Economía, Paolo Gentiloni. Los mercados también empiezan a asumir que el Banco Central Europeo no subirá los tipos de interés este año por el peligro de que la recuperación descarrile a pesar de que Estados Unidos decidió seguir adelante con sus planes y subir los tipos de interés este mismo mes.

A pesar de su contundente reacción, a las instituciones europeas les ha sorprendido, para mal, la magnitud de la agresión de Rusia a Ucrania. Así se desprende de la lectura del documento con las recomendaciones fiscales de la Comisión Europea para los presupuestos de los socios de la UE en 2023, basado en las previsiones económicas presentadas a comienzos de febrero. El tono de la comunicación, presentada este miércoles, pone énfasis en empezar a rebajar las abultadas deudas acumuladas durante la pandemia, siempre sin ahogar el crecimiento económico. En el texto, Bruselas añade que “se espera” que ya el próximo año se recuperen las reglas fiscales, pero justo a continuación añade que todo está abierto, que no hay una decisión tomada y que volverá a examinar ese asunto a mitades de mayo.

El ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, explicó que, posteriormente, en junio, esa carpeta llegará al consejo de ministros del ramo de la UE. En la rueda de prensa con Le Maire, el vicepresidente de la Comisión Valdis Dombrovskis admitió que se deberá controlar la situación y contrastarla con las previsiones de primavera y, como resultado, “lo más probable” es que deban ajustarse sus políticas. Es decir, que se tenga que dejar espacio en las arcas públicas para sufragar los costes de la ayuda a Ucrania, la acogida a los refugiados o las consecuencias de la guerra.

Gentiloni admitió que “el nivel de incertidumbre” actual es “muy, muy alto” en comparación con la de hace dos años por “diferentes motivos”, en alusión a la guerra y la pandemia. Y entonces se mantuvo la cláusula de escape, esa que permite eludir las reglas fiscales del Pacto de Estabilidad y Crecimiento que fijan un límite equivalente al 3% del PIB para el déficit público y un 60% para la deuda. Cuando los países rebasan esos topes, la Comisión mete a los países en su brazo correctivo. En esa situación se encuentran ahora España, Italia, Grecia o Francia. Pero esa decisión, de producirse, se adoptará en otoño y no en primavera. Por lo pronto, Dombrovskis anunció que no se aplicarán con rigor las duras reglas de reducción de deuda porque “pueden afectar al crecimiento”. “Hay que encontrar un equilibrio”, agregó.

Debate en el BCE

La Comisión Europea ya había empezado a recomendar a los países que replegaran velas cuando, el pasado mes de enero, distribuyó un documento entre los miembros del Eurogrupo en el que recomendaba la retirada progresiva de ayudas. Esa demanda se producía al mismo tiempo que el Banco Central Europea anunciaba que empezaba a relajar sus programas de compras de deuda ante la mejora de la economía y la galopante inflación. El pasado mes de enero, la presidenta del BCE Christine Lagarde rechazaba pronunciarse sobre si pensaba subir los tipos de interés este mismo año, como sí había hecho en reuniones anteriores. En las últimas semanas, sin embargo, los miembros del BCE han ido dejando la puerta abierta a retrasar la subida de tipos. Eso se plasmó enseguida en los intereses de la deuda alemana a diez años

Alemania sigue abogando por atajar de raíz la inflación, que en febrero se disparó hasta el 5,8% en la zona euro. “Necesitamos mantener la vista puesta en la normalización de nuestra política monetaria”, afirmó el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel en Berlín. Sin embargo, los gobernadores de Portugal, Mário Centeno, y de Finlandia, Olli Rehn, han avisado sobre el riesgo de que se produzca una recesión en plena escalada inflacionista. Es decir, se acaricie una situación de inflación. El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, también advirtió de ese “doble impacto en la economía europea”, en el crecimiento y en el alza de precios. “El BCE tenía definida una estrategia de normalización de su política monetaria, pero ahora tendrá que congelarla”, explica el catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona Antoni Garrido.

La mayoría de los analistas apuesta ahora por una subida de los tipos de interés en la zona euro en el primer trimestre de 2023 (en lugar del último de este año, como preveían), a pesar de que la Reserva Federal ha expresado su intención de seguir adelante con el encarecimiento del precio del dinero previsto ya para marzo. El director del Centro Robert Schuman y del Instituto Universitario Europeo, Erik Jones, señala que Lagarde deberá decidir si el conflicto de Ucrania merece mantener la política monetaria acomodaticia o seguir adelante con su normalización. “Cualquiera que sea la respuesta, el BCE tendrá que recalibrar su orientación por segunda vez consecutiva. Hay una buena justificación para hacerlo”, señala Jones, aunque la clave está en cómo explicarlo. “Van a perjudicar el crecimiento o elevar las expectativas de inflación. Hagan lo que hagan, tendrán que recalibrar su estrategia de comunicación”, concluye.

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