_
_
_
_
_

La inflación de la zona euro se dispara en febrero hasta el 5,8%

Los precios suben siete décimas en un solo mes y la inflación descontando combustibles y productos frescos roza el 3%

Un hombre llena el maletero de su coche después de comprar en un hipermercado en Nantes (Francia).
Un hombre llena el maletero de su coche después de comprar en un hipermercado en Nantes (Francia).STEPHANE MAHE (REUTERS)
Manuel V. Gómez

La inflación ha dado un salto en febrero en la zona euro. El IPC armonizado ha subido hasta el 5,8% respecto al mismo mes del año anterior, según Eurostat. Los riesgos -o los peores escenarios- con los que quienes hacen las previsiones advierten por si algo no sale como se prevé en sus cálculos se están convirtiendo en realidad. Y, sin duda, el que destaca por encima de todos es la guerra en Ucrania que añade mucha presión sobre el mercado del gas y unos precios de la energía ya muy estresados antes de que Vladimir Putin abocara al continente a un escenario bélico no visto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, un estado soberano invadiendo otro. Todo esto hace que ya no tenga sentido bucear en la serie estadística para encontrar un nivel precedente para el área monetaria única, no lo hay.

Durante los primeros meses de la escalada, los productos de la cesta de la compra menos vinculados a la energía se mantenían bajos. Esto daba argumentos a quienes sostenían que este repunte de precios tenía un solo responsable y que no era el momento de cambiar la política monetaria del BCE ni debía empezar a pensarse en que suban los salarios para amortiguar las pérdidas de poder adquistivo y, de paso, los llamados efectos de segunda ronda (al subir los salarios el aumento de costes empresariales se traslada a los productos). Pero ahora ya comienza a verse que los demás productos se encarecen: cuando se descuenta del IPC armonizado la energía y los alimentos frescos, el incremento sobre el mismo mes de 2021 es del 2,9%. Un nivel alto, aunque sea todavía la mitad del índice general, observando los datos de Eurostat, la oficina europea de estadísticas.

En un solo mes, el índice agregado ha subido, siete décimas, y buena parte de la escalada descansa en los incrementos de los grandes países. En Francia se ha llegado hasta el 4,1%, la cifra más alta vista en el país galo en esta crisis, que hasta ahora estaba logrando mantener sus precios a raya, o más contenidos que sus vecinos. También España ha contribuido, el índice de precios armonizado ha alcanzado el 7,5%, un nivel desconocido desde 1989, ni siquiera en la primera del Golfo (1991), cuando Irak invadió Kuwait y una coalición liderada por Estados Unidos avasalló al régimen de Sadam Husein y se disparó el precio del petróleo.

Los saltos de más de un punto en un solo mes son habituales en muchos países. En Italia se ha pasado del 5,1% al 6,2%; en Bélgica, del 8,5% al 9,6%. Y en dos países bálticos, Lituania y Estonia, el IPC armonizado y comparable con los demás países de la zona euro supera holgadamente los dos dígitos: 13,9% y 12,4%, respectivamente

Además, ha empujado el índice de la zona euro, Alemania. Su incremento ha sido más moderado, cuatro décimas, hasta el 5,5%. En el país más grande de la UE y cuya evolución supone casi un tercio de la media de precios del área monetaria, la inflación ha vuelto a subir en febrero después de dos meses a la baja.

Detrás de este nuevo aumento, se esconde, sin duda, la crisis energética provocada por los precios del gas. Este combustible se ha encarecido mucho desde que el mundo comenzó a salir de la crisis económica provocada por el coronavirus. La demanda se disparó y con ella apareció la que es, probablemente, la reglas más vieja y básica de la economía: la ley de la oferta y la demanda. A ella hay que añadir las tensiones geopolíticas entre Rusia y Ucrania, que finalmente han acabado en el peor de los escenarios posibles: una invasión por tierra, mar y aire. Y este cóctel explica que en un solo año la energía se haya encarecido un 32%.

La guerra movimiento ya amenace con dejar viejas previsiones macroeconómicas presentadas apenas hace unas semanas, el 10 de febrero lo hizo la Comisión Europea. El propio Ejecutivo comunitario explicaba el pasado viernes a los ministros de Finanzas de Los Veintisiete que si había un corte de suministro de gas, el escenario más oscuro, se frenaría la recuperación y se restaría al vigoroso crecimiento un punto de PIB sobre lo calculado hace poco (un aumento del 4%). Además, lógicamente, los precios subirían más y presionarían sobre los hogares y el consumo durante más tiempo de lo pronosticado. También el BCE habría advertido el viernes a los responsables de Economía que sus cálculos se empeoraban.

No solo las instituciones revisan sus números a medida que la realidad oscurece, también los analistas privados lo hacen. Goldman Sachs ya advierte en sus informes que la inflación media de 2022 será del 5% y que la subyacente se situará en el 2,4%. Esto supondría que los precios bajarían, al menos, en la segunda mitad del año.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_