Cómo afectará la subida de tipos a su bolsillo
Los bancos centrales encarecerán el precio del dinero y eso tiene efectos en todos los activos de inversión
El dopaje de más de una década al que han sometido los bancos centrales a los tipos de interés llega a su fin tras el despertar de la inflación. La Reserva Federal estadounidense (Fed) será el primero en sacar el precio del dinero del cero por ciento, camino que seguirá el BCE a medio plazo. Además, ambas instituciones empezarán a reducir las compras de bonos en los mercados. Un comportamiento novedoso de los bancos centrales que, desde la crisis financiera de 2008 y con algún paréntesis, antepusieron el crecimiento y las medidas de apoyo social a la ortodoxia monetaria. Esta política trajo alegría para los inversores de deuda o Bolsa, así como los endeudados, y decepción para los ahorradores más conservadores acostumbrados a los depósitos.
¿Cómo cambia el terreno de juego la futura subida de los tipos? El giro del timón monetario afectará, en mayor o menor medida, a todos los activos de inversión. En el arranque de 2021, las Bolsas mundiales han entrado en negativo con esta perspectiva de tipos más altos —una presión bajista a la que también ha contribuido la situación geopolítica— y también los bonos se han depreciado con caídas en torno al 4%. Pablo Gil, de XTB, cree que el encarecimiento del dinero por parte de la Fed “provoca subidas en los tipos de corto plazo, algo que ya se está viendo con los repuntes del líbor o del euríbor [aún en negativo], mientras que la reducción de compras de bonos incide en el precio de los bonos a largo plazo”.
Santiago Bannatyne, de CA-Indosuez Wealth Management, explica que en estos primeros compases se está produciendo un aplanamiento de la curva de tipos en Estados Unidos “con el bono a dos años al 1,46% y el de 10 años en el 1,92%, lo que muestra una cierta desconfianza del mercado en el crecimiento económico”. Y añade que esta subida de tasas “provocará mayor diferencia en los tipos que paguen los Estados o las empresas cuando refinancien sus deudas”. Para este experto, la deuda de los países del sur de Europa será la más afectada y también las de aquellas empresas muy endeudadas que ahora tendrán que pagar más a sus acreedores.
En las Bolsas, la subida de tipos provoca “irremediablemente” un ajuste de sus valoraciones, dice Gil, quien avisa: “Todas las burbujas se han pinchado con alzas en el precio del dinero”. Por su parte David Cano, de AFI, considera que el efecto negativo, tanto de comparación con los bonos como de valoración de las propias compañías cotizadas, se compensa si el ciclo económico es expansivo. “Tenemos previsiones de crecimiento de los beneficios empresariales entre el 5% y el 10% que pueden mitigar unos tipos más altos, aunque en principio hay un menor potencial de subida en las Bolsas y una expectativa de mayor volatilidad”, explica Cano. Una idea que también comparte Ignasi Viladesau, de MyInvestor: “La renta variable tendrá el viento en contra en las valoraciones, que se ajustarán a la baja, pero si los bancos centrales consiguen un aterrizaje suave de la economía sin endurecer la política monetaria en exceso, cabría esperar un desempeño modesto pero positivo de la Bolsa en el conjunto del año”, explica.
El obligado adelgazamiento de los balances de los bancos centrales y el encarecimiento del dinero tienen también consecuencias en los activos alternativos. Luis Corral, de Foro Consultores Inmobiliarios, indica que un alza de tipos perjudica a todas las actividades vinculadas al ladrillo, especialmente el segmento que tenga mayor endeudamiento. “Probablemente la inversión en garajes, si hablamos de un pequeño inversor, sea la menos afectada. Le siguen las naves industriales, donde el apalancamiento es del 50%-60%; las oficinas, 60%-70%, y finalmente la vivienda puede ser la más perjudicada, ya que el endeudamiento suele llegar al 80%”. Y añade: “En el mercado de la vivienda, en este momento, tenemos un equilibrio perfecto entre ahorros y financiación asequible, lo que explica la fuerte demanda. La clave está en las condiciones de financiación que ahora son muy buenas, pero irán empeorando”, concluye.
Dudas en torno al oro
El precio del oro es otro de los interrogantes. De momento su comportamiento ha sido positivo, ya que cerraba el pasado año en 1.820 dólares la onza y ahora se mueve en 1.907 dólares. Tomás Epeldegui, de Degussa, explica que históricamente el oro ha tenido comportamientos bajistas al inicio de las subidas de tipos, pero posteriormente ha logrado recuperarse. En la situación actual considera: “Nos podemos encontrar con factores como tipos de interés nominales más altos y un dólar más fuerte que lastren el oro, pero la alta y persistente inflación, la volatilidad de los mercados vinculada a la covid, las inestabilidades geopolíticas, así como una demanda robusta, pueden contrarrestar esas fuerzas. La relevancia del oro como cobertura de riesgo este año será muy significativa para los inversores”, concluye.
Por último, las criptomonedas conocerán su primer volantazo en la política monetaria desde su popularización. Pablo Gil estima que el mundo de las cripto ha estado muy ligado a la evolución del índice tecnológico Nasdaq, por lo que un alza de tipos no los beneficiará y aumentará la percepción del riesgo: “En cualquier situación de incertidumbre sales primero del activo más volátil y con más riesgo”, explica. Además, indica que como ocurrió en la burbuja tecnológica del año 2000, no todas las criptomonedas sobrevivirán y actualmente ya existen 10.000 referencias en criptos. El experto de MyInvestor Ignasi Viladesau apunta que 2022 va a ser un año más complicado que 2021 para las criptos, con una volatilidad similar o mayor y unas rentabilidades mucho más modestas.
Incertidumbre
Ni la Fed (lo hará este marzo) ni el BCE han movido tipos —aunque este movimiento sí se ha descontado ya en los mercados secundarios de bonos— y el mundo inversor ya está pensando en lo que pasará en 2024. Asociada a este año aparece la palabra recesión económica. Los analistas dan por seguro que el precio del dinero subirá este y el próximo año, pero dependiendo de cómo se comporten las economías y de la mano dura que empleen los bancos centrales en el control de la inflación, se podría llegar a 2024 sin crecimiento y con la necesidad de volver a bajar tipos para reactivar la actividad.
David Cano, de AFI, confía en que los bancos centrales no se equivoquen y hagan un aterrizaje suave. De hecho, los propios mercados de bonos, pese a las subidas en sus rentabilidades, no tienen clara la duración de este proceso de endurecimiento. Santiago Bannatyne, de CA-Indosuez, indica que ese aplanamiento de la curva en los tipos muestra esa desconfianza, lo que resulta paradójico en un momento tan inicial del cambio de ciclo. Por tanto, habrá que estar atentos a la marcha de la curva, ya que si se invierte con tipos más altos a corto que a largo plazo, daría muestras de que los mercados prevén una expectativa de decrecimiento económico. La incertidumbre está servida para varios años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.